18 julio 2010

Reseña azteca


Cosas raras. No he leído, todavía, una sola crítica o reseña medianamente concienzuda sobre Poesía en mutación en un medio español. Nada. Supongo que siguen pesando más los aspectos cuantitativos que los cualitativos, y la coincidencia con el engendro editado por Luis Antonio de Villena, donde hay más antologados, inclina la balanza a su favor frente al hecho de que en Poesía en mutación todos los que están son. En todo caso, gracias a la alertas de Google, me acabo de enterar de que en el Periódico de poesía de la UNAM de México sí que alguien la ha leído y, de refilón, habla muy bien de todos los poetas incluidos y en particular de dos de ellos, Elena Medel y Martín López-Vega. Quién, por cierto, no ha sido antologado en el libro de Visor, lo que ofrece un claro síntoma de la escasa calidad de la selección que se ha realizado allí. En fin, dejo el enlace ahí para quien quiera echarle un ojo.

Yuri Herrera por la puerta grande

En El País de hoy aparece esta foto que le ha hecho Daniel Mordzinski a Yuri Herrera. Demuestra así que está más al tanto de los derroteros de la literatura actual que el propio Juan Cruz, que lo nombra de pasada -y se ve que después de que le dijeran que salía una foto de él- en un artículo lleno de citas de autores obvios.

11 julio 2010

Personajes literarios y escritores

Vivimos una época extraña. Cada día comprobamos como en todos los ámbitos de la vida, y sorprendentemente en el mismo mundo de la literatura, hecha de signos arbitrarios no figurativos y poco o nada relacionada en sí con lo icónico, se le da más importancia a la imagen del artista que a su obra. Durante todo el siglo pasado, por ejemplo, pudimos comprobar como se iba tornando cada vez más relevante conocer la biografía del autor. No parecía importar tanto su obra como en qué medida esta servía como reflejo de las singularidades vividas por el artista. Esta querencia romántica por las vidas de santos se ha ido modificando en el mundo superficial de hoy en querencia por la imagen. El mundo contemporáneo es, cada vez más, un mundo corporal, matérico, y como hijos que somos del Renacimiento y la Ilustración a la hora de concebir el mundo, de desarrollarlo en nuestra cabeza, el cuerpo es el cuerpo visible. Una fotografía del autor. Quizás por eso, astutamente, cada vez más autores se postulan ante los ojos de los sorprendidos, y en algunos casos seducidos lectores como meras estampas, personajes construidos a través de un sin fin de fotos, meras máscaras en mundos de cartón piedra que poco o nada tienen que ver con la literatura, no digamos ya con la escritura. Hijos de los devaneos del arte pop y la cultura popular, los autores del futuro parecen comportarse como estrellas de rock diseñadas por las discográficas, meros receptáculos de tendencias dictadas por cool hunters que jamás han puesto un pie en un vagón de metro, más cercanos a modelos para catálogos de las cadenas de tiendas de ropa que verdaderos autores. El pasado no se deduce de la estética, claro, y por eso conviene adornar la piel, la superficie, con tatuajes, marcas más o menos explícitas que permitan una decodificación rápida, una lectura apresurada y certera sobre dónde ubicar al supuesto artista. Poco, nada en realidad, importa la labor de creación si uno puede quedar bien en el interior de las páginas de las revistas de tendencias que se agolpan junto a las barras de los bares. Hoy, parecen decirnos los medios, los escritores no son más que unos tipos que deben salir monos e incitar al consumo desde las fotos de sus entrevistas y las solapas de sus libros, jóvenes seductores y seducidos, deslumbrados por los flashes de la posmodernidad de todo a cien. Hay que reconocer que, desde luego, en la inmensa mayoría de los casos, dan mejor resultado como iconos o figurines que como escritores.
Y, paradójicamente, aún ahora siguen siendo los grandes autores, los que tienen verdaderamente algo que aportar a la literatura, los que siguen pareciendo más sugestivos ante el objetivo de la cámara. Mario Bellatin, uno de los escritores más intensos y sofisticados de la literatura de hoy escrita en castellano, es además quien mejor suele dar en las fotos que, periódicamente, se deja hacer. Esta que sirve como ilustración del texto está sacada de su propio perfil de Facebook. Una foto construida y posada que, además de ser atractiva, tiene por protagonista a un escritor, no es una mera valla publicitaria.

09 julio 2010

Las virtudes de lo inmediato


Lo que se consideraba, en el pasado, cultura letrada (que era la única cultura legítima, por lo menos para los letrados) ya no organiza la jerarquía de las culturas y subculturas. Los letrados, ante esto, eligen entre dos actitudes posibles. Unos lamentan el naufragio de los valores sobre los cuales se fundaba su hegemonía como letrados. Otros celebran que los restos del naufragio hayan llegado a la costa, donde van armando un artefacto para explicar en qué consisten las nuevas subculturas y los usos populares de los desechos audiovisuales, Los primeros desconfían de las promesas del presente; los segundos, neopopulistas de mercado, creen fervientemente en ellas: los primeros son viejos legitimistas, porque todavía respetan una jerarquía cultural donde la cultura de la letra tenía un lugar hegemónico seguro, al abrigo de las pretensiones de otras formas culturales. Los segundos son los nuevos legitimistas, porque en el naufragio de la cultura de la letra y del arte culto, instalan su poder como descifradores e intérpretes de lo que el pueblo hace con los restos de su propia cultura y los fragmentos de la cultura massmediática de los que se apodera. Las cosas se han invertido para siempre: los neopopulistas aceptan una sola legitimidad, la de las culturas producidas en el cruce entre experiencia y discurso audiovisual; y consideran que los límites puestos a la cultura culta son una revolución simbólica en la cual los antiguos sojuzgados se harían dueños de un destino independiente por medio de las artesanías que fabrican con el zapping y otros recursos tecnológicos de la cultura visual. Ambas posiciones se enfrentan según una fórmula que se hizo célebre hace casi treinta años: apocalípticos (hoy diríamos viejos legitimistas, defensores irreductibles de las modalidades culturales previas a la organización audiovisual de la cultura) e integrados (los defensores asalariados o vocacionales de las industrias audiovisuales y de su nueva legitimidad cultural).
Beatriz Sarlo, Escenas de la vida posmoderna

Tanto tiempo pensando en cosas que decir sobre el asalto de una concepción de la literatura como mera glosa de la televisión y el cine, y a la vuelta de la página la Sarlo me ha regalado un párrafo que viene a situar, muy nítidamente, el estado de la cuestión.

La fotografía que ilustra la imagen es de Thomas Hawk

04 julio 2010

En medio de los mundiales

En medio de esta euforia en la que todos, yo incluído, participamos, que nos obliga a detener nuestra existencia cada tres o cuatro días para reunirnos todos frente a los televisores y sentir una extraña identificación con un grupo de jóvenes con los que en circunstancias normales no tendríamos ni media palabra que intercambiar, en mitad de esta enorme idiotez que convierte las calles en exaltaciones patrióticas y los periódicos e informativos en un monumento a lo banal, resulta doblemente interesante leer esta estupenda columna de Rafael Spregelburd, publicada en el rotativo Perfil de Buenos Aires hace ya unos días. Bueno, uno puede leerla, disfrutarla e, incluso, ponerse verde de envidia al compararlas con los superficiales paripés a la galería que leemos en los periódicos de acá.

02 julio 2010

La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara. Presentación en Madrid


Presentación en Madrid de
La Virgen Cabeza, editado por Eterna Cadencia

El encuentro con la autora tendrá lugar el próximo martes 6 de julio
en la librería Eléctrico Ardor (Pelayo, 62) a las 21:00
Dialogarán con Gabriela Cabezón Cámara
el escritor Carlos Salem
y el crítico literario Antonio Jiménez Morato.

La Virgen Cabeza, la primera novela de Gabriela Cabezón Cámara, relata la historia de amor entre Qüity, una cronista de la sección policial de un diario, y Cleopatra, una travesti que ha abandonado la prostitución a partir de su primera comunicación con la Virgen. Siguiendo los consejos de la Santa Madre, Cleo organiza la villa en donde vive y crea un pequeño Estado de Bienestar. Las miradas de ambas protagonistas se intercalan para dar cuerpo a una historia trágica y feliz a la vez, de fuerte impronta poética y agudo sentido del humor. La villa, las mafias, la policía, el Estado, la Virgen, los chongos, las putas, los chorros, las travestis, los niños, las chicas, los dealers, la SIDE, la cumbia, el exceso; un festival de elementos se encuentran o enfrentan en las páginas de esta gran novela que será toda una revelación para la narrativa contemporánea.
Con una lírica sobrecogedora y un estilo completamente personal para abordar el lenguaje coloquial, Gabriela Cabezón Cámara pasa con inteligencia de la tragedia a la comedia; de la nostalgia, el dolor y el odio, al vértigo y el frenesí de la cumbia, las plegarias, el alcohol y el sexo. Un relato en el que la marginalidad aparece como el mayor de los abismos. Pero también una historia de amor, delirio, mística y desenfreno, de un humor absolutamente candoroso. Sin dudas, una revelación para la narrativa argentina y latinoamericana actual.
La Virgen Cabeza ha sido seleccionada entre las finalistas del Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón, que se celebra entre el 9 y el 18 de julio de este año.

GABRIELA CABEZON CAMARA nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, en 1968. Es periodista y escritora. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado relatos en diversas revistas literarias. En 2006 participó de la antología Una terraza propia. Actualmente trabaja para diversos medios gráficos de la Argentina. La Virgen Cabeza es su primera novela.

Revista Pezespada

En el número de julio de la revista virtual Pezespada han decidido recoger un grupo de textos bajo un tema común: los astronautas. Como alguien ha debido soplarles que soy un poco marciano, han decidido invitarme a participar en el invento. Ahí queda el enlace.