En raras ocasiones alguien se anima a hacer una biografía sobre un escritor donde se vaya más allá de las anécdotas o historias de alcoba que haya protagonizado. Todos sabemos el miedo que tienen los productores a trasladar los universos de los escritores a imágenes. Es lógico, son lenguajes distintos, y al mismo tiempo, la idea de que es mejor esa imagen romántica del artista como alguien excéntrico y extraño que atrae antes por su marginalidad que por la alegría que nos ha regalado con su obra. Me entero por el blog de Martín López-Vega que alguien se ha atrevido a hacer algo distinto. En este caso parece que alguien se atreve a trasladar el universo lírico de Brodsky a imágenes. Es un mérito nada desdeñable.