22 mayo 2009

Ángel González García

Ángel González García
Con la edición de “Arte y terror” (Mudito & Co.), Ángel González García analiza las relaciones entre el arte contemporáneao y el terror en el mundo de hoy, usando como excusa las figuras de artistas que han sido terroristas. Cierra así el año más prolífico de su producción editorial, ya que, además de recuperar el libro “El Resto”, Premio Nacional de Ensayo en 2001, ha publicado “Pintar sin tener ni idea” (Lampreave & Millán). En este libro señala, por ejemplo, que un hecho tan trascendente como fue la Revolución francesa tuvo su reverso en la política del Terror que eliminó a buena parte de los que participaron en su desarrollo. Pero no es habla de metáforas, sino de hechos reales: “Félix Fénéon, el mayor impulsor del arte nuevo a finales del siglo XIX en Francia, era un terrorista. Un anarquista que puso bombas con víctimas. O Topino-Lebraun, que participó en un complot para acabar con el Primer Cónsul francés.”
No quiere, en cualquier caso, dar a entender que entienda que el terrorismo sea un modo de plantear la lucha política para el artista. Es más, no cree que el arte deba ser campo de lucha ideológica. “El arte es algo que tiene como objeto hacer más habitable el mundo. Me temo, sin embargo, que los artistas hoy intentan hacer del arte un instrumento de denuncia. Es una tonta manera de hacerle la competencia a la política. Pero como ya nadie quiere hacer política…”. Sobre todo porque considera que el artista politizado es, sobre todo, un terrorista de salón, ya que “los pobres sólo son un pretexto para contarles cuatro cuentos a los ricos”. Descree del arte como transmisor ideológico y reivindica un “arte sin ideas, a mí las ideas en el arte no me interesan, porque cuando se pintan ideas son las de los que mandan o los que están a punto de mandar.”· Y remata el argumento con un contundente: “Si la política ahora la van a hacer los artistas la hemos cagado.” Pero, más aún que de los supuestos objetivos de los artistas de vanguardia, descree de sus métodos. “José Valdelomar me decía que el arte de hoy se parecía a las máquinas de toques que hay en algunos bares de México, donde gana el que más tiempo aguanta la descarga eléctrica que suelta la máquina.”
Hoy lo verdaderamente revulsivo es hablar del cuerpo. Es el cuerpo lo que se quebranta en el trabajo y es el cuerpo lo que revientan los terroristas. “Vivimos en una época del alma. Cuando se habla tanto del cuerpo es que no hay cuerpo. Pertenecemos a un mundo espiritual, de fantasmagoría, con abstracciones como el dinero, que es invisible, inmaterial. Yo reivindico la materialidad, la corporeidad, la fisicidad del arte. El arte es un asunto del cuerpo.” No olvida, por eso, señalar lo absurdo del mercadeo del arte. “Esos objetos que se venden en las tiendas de los museos pervierten la idea del arte. Las imágenes no son el arte, son el desencadenante del arte. El arte es la sensación física con la que uno vuelve a casa del museo, no un souvenir.”
Con todo este inventario de artistas marginales y de sucesos sorprendentes pretende, al final, señalar cuál es el papel verdadero del arte: el de modelar el modo en que miramos el mundo. “Lo que salió verdaderamente mancillado de Auschwitz fue la risa, no la poesía. A los judíos se les gastaba una broma espantosa: sacaos la ropa, vamos a daros una ducha. Por eso hablo de cómo la caricatura acaba convirtiéndose en algo demoledor. Y eso viene de los ambientes artísticos.”
Esta entrevista se realizó tras la edición del libro Pintar sin tener ni idea, y fue rescrita tras la publicación de Arte y terror. Nunca fue publicada en el periódico que la solicitó.
La excelente fotografía es de Dani Pozo.
En su blog se puede disfrutar de una muestra de su espléndida labor.

20 mayo 2009

Los primeros libros

Qué complicado es armar un buen libro de cuentos. Y más aún cuando es el primero y debe servir como carta de presentación. Todo escritor se ve, antes o después, enfrentado a la ardua labor de editarse, de buscar un sentido en un puñado de textos que ha ido surgiendo de una manera espontánea y que deberían ser más bien el reflejo de la diversidad de todo proceso de aprendizaje que la síntesis de una obra. Y, sin embargo, lo más habitual es encontrar entre los comentarios críticos de todo tipo –desde los sesudos que vienen avalados por el marchamo académico o universitario hasta los más impresionistas de los blogueros, pasando por los críticos de mercado y ocasión de la prensa- la misma mirada recurrente: qué bien está este autor, pero en este su primer libro podemos apenas intuirlo ya que algunos de los textos son más flojos que otros y es una pena que no haya una mayor unión temática en la colección de narraciones. Ya sabemos, lo de siempre poco más o menos.
Yo coincido plenamente con Juan Bonilla en el deleite del surtido. En uno de sus libros él citó a Monterroso para hablar del “horror diversitatis” que parece planear sobre reseñistas y editores. Frente a ello, el autor se ve reducido, en cierta manera diezmado, ya que a él le surge de una manera natural esos registros diferentes que parecen ser su más pesada losa. A mí me gusta que los libros estén llenos de cosas procedentes de mil lugares distintos. Más todavía si son textos breves. Puede molestarme en una novela, pero no en libro de cuentos o una miscelánea de artículos. Es más, habría que reivindicarlo como única posibilidad válida. Aquel que tan sólo sepa hablar de una cosa, que escriba una novela sobre ello y deje de marear con diversos textos sobre el asunto, ¿no?
Más problemático es el criterio de la desigual calidad de los textos. Por un lado hay que dejar claro que lo más complicado del mundo es encontrar un libro que mantenga la tensión estilística a lo largo de todas y cada una de sus páginas. O sea, que no hay que extrañarse de que convivan cuentos magníficos con otros más cuestionables. Quizás las críticas se dirijan a lo temático, esto es, se pretende que un autor, desde el comienzo muestre ya unas obsesiones argumentales definidas. No sé qué decir. Por un lado me reafirmo en lo dicho en el anterior párrafo, ya que a mí me gustan los autores con muchas preocupaciones. Por otro lado me llama la atención la proyección que el reseñista realiza sobre la escritora del autor novel: “habla de esto que será el modo de que siga hablando de ti”, parece decirle. O sea, habla de lo que a mí me preocupa, que es el modo de hacer camino, chico. Encuentro normal los altibajos de un libro primerizo. Por la falta de oficio y por la ansiedad que el joven autor siente por publicar. Pero, también por la indefinición lógica en toda voz en formación. Es muy probable que el autor haga, con el tiempo, una lectura distante y distanciada de su libro, y eso le sirva para ver qué senderos estaban ya marcados desde sus primeros textos, y en qué medida ha seguido indagando en ellos con acierto o no, y qué caminos ha desechado con acierto o sin él. Como un viejo álbum de fotos, sirve al final para comprobar cómo hemos cambiado y lo que se dejaba entrever de nuestro presente en el pasado. Poco más, y como tal deberían ser leídos esos libros primeros, que no primerizos.

12 mayo 2009

Un concurso de relato

Me piden los amigos del taller de cuento del Patio Maravillas que os informe de que está a punto de cerrarse el plazo de entrega de un texto para su concurso de relato. Toda la info la tenéis aquí.
No cree uno mucho en esto de los concursos y no termina de ver muy claro lo de que un proyecto asociativo recurra a los mismos mecanismos que las instituciones integradas en -y por lo tanto cómplices de- el sistema, pero bueno, son amigos y me han pedido que lo difunda...
Suerte al que se anime.

08 mayo 2009

Algún avispado

Me manda Patricio Pron esta instantánea que ha tomado en la Avenida de América de Madrid. Demuestra que hay muchos avispados que se han dado cuenta de que algunos de los viajes más sorprendentes y satisfactorios que se pueden hacer hoy pasan por abrir un libro firmado por César Aira. Pues eso, para que luego digan que la gente no lee...

04 mayo 2009

Otro cuento

Como parece ser que Ruleta rusa ha sido una novedad para algunos queridos y asiduos lectores, recuerdo que hace tiempo apareció este otro en el Internet. Se trata de Encías, en la revista El Perro, el ladrido que llega desde Pachuca.
Ojo que muerde.

Ecos transoceánicos

No hay mejor manera para comenzar una semana que una ración de ego acariciado.
Me desayuno con la noticia de que en la web Three Percent, el site de la Universidad de Rochester sobre literatura extranjera y traducción de referencia dentro del entorno universitario estadounidense y, desde la fundación de Open Letter Books, de buena parte de la vanguardia editorial del planeta -por cierto, este mes publican a Rodoreda en los Estados Unidos, ahí es nada, y echen un vistazo a los preciosos diseños de los libros-, destacan la aparición del nuevo número de la revista Hermano Cerdo, el 23. De entre los contenidos de dicho número hay un enlace a la curiosa fusión de dos entradas de este blog sobre Sergio Chejfec que Mauricio Salvador, generosamente, ha editado y ha conseguido que, unidas como un sólo texto, logren ser algo diferentes de lo que fueron aquí por separado.
No sé, comienza uno la semana con buen sabor de boca sabiendo que en un rincón del estado de Nueva York con vistas a Canadá le leen a uno profesores universitarios de esos de las películas. Qué provinciano es uno a veces...