28 diciembre 2006

Misterios sin resolver

Con la llegada de los especiales fin de año de los suplementos culturales, en los que se nos hace creer que los colaboradores de estas publicaciones han leído todos y cada uno de los sesenta y pico mil registros del ISBN que se publican al año en España, se producen, como siempre, momentos a medio camino del suspense y del humor.
Y eso me ha sucedido hoy tomándome el café con la selección del folleto mercantil de la sección libros, exposiciones y espectáculos del diario El Mundo. Siempre es interesante observar como año tras año se repiten los mismos nombres, escriban lo que escriban. Produce risa. Por ejemplo, cuando hace unos años volvimos a tener al Vargas Llosa que narra con brío de La fiesta del Chivo, todos nos alegramos, ahora bien, que dos tostones como El paraíso en la otra esquina y Las travesuras de la niña mala hayan sido elegidos por los críticos de esta publicación entre los mejores de cada año mueve a la risa. Desde luego no se puede uno tomar muy en serio a esos críticos.
Otras cosas son mucho más inquietantes. Por ejemplo, es sorprendente que se haya colado un libro con una distribución escasa, de una editorial casi desconocida pero que ha logrado el reconocimiento a la originalidad de una propuesta y un modo de ver el mundo. Bien, a tenor de las votaciones pormenorizadas de la página 20 -es de agradecer que las incluyan para saber cómo andan estas cuestiones, sobre todo por donde andan algunos de los colaboradores- el libro de Agustín Fernández Mallo tiene el mismo número de votos que los libros de Manuel Rivas -que publica el todopoderoso emporio PRISA-, Eduardo Mendoza -gigante planetario-, o Aparicio-Belmonte -en la pequeña pero presente Lengua de Trapo y con recomendaciones por otras vías- así que se queda el noveno, por aquello de que es cabeza de ratón, y no le han dejado el décimo porque para ese puesto dejan a la poesía.
Así que, como es bueno mantener las costumbres, podemos decir lo mismo que hace un año y que, casi con total seguridad, podremos decir el próximo: los mismos perros y con los mismos collares. Vale para los críticos y para los escritores.