10 noviembre 2008

Mercado y academia


No ha trascendido lo que cabría esperar una información paralela a la reciente concesión del premio Nobel de Literatura a Le Clézio: su ausencia de las librerías españolas. Si repasamos la lista de ganadores en lo que va de década obtenemos un censo de autores que tenían una presencia editorial y comercial en España evidente: Naipaul, Kertész, Coetzee, Jelinek, Pinter, Pamuk y Lessing. Todos ellos, salvo el húngaro y el británico, en editoriales del grupo Random House Mondadori, sirva como aviso de navegantes. Así, cuando se les concedió el premio, lo único que tuvieron que hacer los libreros fue buscar en sus estanterías y colocar los libros en la mesa de novedades -o, todo lo más, pedir a la distribuidora que les trajese más ejemplares. Con Le Clézio hemos podido comprobar algo mucho más preocupante: que la literatura ambiciosa, la que pasa a los manuales, no está presente en las librerías españolas.
Y no porque nunca se haya editado a Le Clézio en España. Tusquets lo intentó hace ya diez años y no funcionó. Antes lo hizo Debate -en la época de Bértolo- y tampoco. Los primeros fueron Seix-Barral y Barral, y no funcionó tampoco. En el momento en que se le concedió el premio, los únicos libros de editoriales españolas que estaban "vivos", no arrumbados en almacenes, eran la edición de El atestado de la colección de Clásicos Universales de Cátedra y una monografía menor sobre Frida Kahlo y Diego Rivera en Temas de Hoy.
Todos estos datos nos dirigen a una realidad que muchas veces se olvida: si Le Clézio no está en las librerías se debe, sobre todo, a que el mercado no ha seguido las sugerencias que le han ofrecido los editores a lo largo de más de treinta años. O sea, que el lector medio español no ha aceptado la propuesta narrativa de Le Clézio.
Ahora toca, una vez que le han dado el Nobel, llenar las mesas de novedades de libros suyos. ¿De dónde los sacan los libreros? De Argentina. Eudeba, El Cuenco de Plata, Adriana Hidalgo, etc. Y eso se debe a que a lo largo de esta década se ha producido una distanciación cada vez mayor entre lo que compra el público lector en España -libros de consumo fácil, intercambiable, que huyan de la complejidad- frente al lector hispanoamericano -que prefiere libros densos, singulares y de varias lecturas, quizá porque no hay dinero para estar comprando libros todos los días, y eso se nota-.
De todos modos, no deja de resultar curiosa la influencia del premio Nobel en la España de hoy. Cualquier lector medio sabe que, desde luego, no se premia la calidad literaria, que son otros los baremos y otras las razones por las que un autor se lleva el premio a casa. Pero cuando el que lo obtiene publica con ciertas editoriales -Saramago, Grass- la presión mediática se vuelca en destacar sus valores artísticos y éticos, mientras que en otros casos -Pinter, Jelinek- se obvian.
De todos modos, no termina uno de entender por qué los libreros corren a rellenar sus mesas de novedades con los libros de Le Clézio, por mucho premio Nobel que haya ganado, no por eso van a vender sus libros. Hace un mes que ganó el premio y ya nadie habla de él.