Estamos en tiempos de crisis y hay que apretarse el cinturón. No, ya sé que no es nada nuevo, es el discurso con que somos bombardeados a todas horas desde hace meses. Pero llama la atención como esa crisis se ve reflejada en la vida cultural. Y no hablo, desde luego, en los saraos de presentación de libros -que siguen produciéndose con la misma puntualidad de siempre, tan cargados de canapés de diseño como carentes de eco mediático-, o de debates y conferencias -porque las cajas de ahorros siguen teniendo mucho dinero que ahorrar en impuestos a través de sus fundaciones. No, me refiero a la vida cultural de verdad, la que consiste en acercar al ciudadano libros, películas, música y demás sin zarandajas mediáticas, sino de modo constante y eficaz. Sí, hablo de las bibliotecas. Parece ser que en el Ayuntamiento de Madrid no hay dinero para las bibliotecas. Se reduce el número de actividades que se organizan en ellas -o dependen de las donaciones de fundaciones y otros mecenazgos externos-, se reduce el número de adquisiciones -que puede llegar a ser inexistente de aprobarse un canon bibliotecario que no va a poder costearse-, y todo eso se produce bajo la excusa de la crisis.
No se dice que casi la mitad del presupuesto de la Concejalía de Cultura se va en un sólo día, o noche, mejor dicho, llamada La noche en blanco, que es un capricho mediático de enormes proporciones y lamentables resultados: los conciertos suenan mal, las exposiciones se colapsan, las actividades extraordinarias pasan desapercibidas. Todo en aras de unas acciones espectaculares que se ven reflejadas en todos los medios, que es lo único que al político le interesa -voy a obviar lo fácil de tildar esa política como un mal del partido que gobierna, no creo que Miguel Sebastián lo hubiera hecho mucho mejor-.
Pues bien, aunque no hay dinero para cultura, resulta que el ayuntamiento financia con 70.000 euros, imaginen para cuántos talleres, cuentacuentos, fondos daría ese dinero, el equipo de baloncesto de Georgetown -la universidad donde José María Aznar dicta clases-.
Mientras tanto, ¿quién suministra libros, vídeos y música a las bibliotecas municipales de Madrid? El gobierno rumano, a través de la biblioteca Metropolitana de Bucarest. 9500 títulos que ha regalado para que los ciudadanos rumanos -y todo usuario que quiera- puedan disfrutar de su cultura. Vistas las cosas así, tan sólo podemos afirmar eso de "Vente a Rumanía, Pepe."