Del suicidio de su amigo, Chusé Izuel, Félix
Romeo ha hecho algo más que sufrir por una herida todavía abierta, ha logrado
construir un libro único sobre el misterio de la amistad.
Cita “También puedo decir que cuando estabas a punto de estrellarte contra
la acera pensaste que el salto había merecido la pena, que a tomar por culo.”
El
autor Más allá de su ingente y continua labor como
colaborador de numerosos medios escritos, de su presencia en la difusión
cultural a la dirección de La Mandrágora, o de hechos singulares como su
aparición en la película Lumiere y cía,
Romeo ha destacado ante todo como autor de dos novelas raras y valiosas: Dibujos animados y Discothèque, que le valieron el aplauso crítico y la atención de
esos lectores que buscaban autores con los que superar la resaca de ese
engendro aburrido al que bautizaron como Nueva Narrativa Española.
Síntesis Chusé Izuel se tiró del balcón del piso que compartía con sus amigos
Bizén y Félix el 27 de febrero de 1992. Dejó escritas muchas colaboraciones en
prensa y unos relatos inéditos que se publicaron póstumos bajo el título Todo sigue tranquilo. Este libro es un
homenaje y una investigación en la que un amigo se pregunta algo más que los
motivos del suicidio: ¿por qué esa muerte le alivió tanto y por qué se siente
culpable de ello?
Comentario Cioran dijo que “Toda amistad es un drama oculto, una serie de heridas
sutiles”, y precisamente este libro es, en sí, un inventario de heridas, de síntomas,
que sirven al autor para tratar de diagnosticar la verdadera razón del drama:
por qué no supo ver lo que estaba larvado. La búsqueda obsesiva de pistas, de
marcas, de confesiones entre lo que ha quedado del amigo –sus cartas, sus
textos, sus colaboraciones en prensa-, lleva al autor, al amigo, a encontrar
avisos, advertencias premonitorias en todos ellos. ¿Hasta qué punto son,
verdaderamente, llamadas de auxilio de una mente ya perdida, asfixiada de
melancolía, o tan sólo imposturas creativas? Lo verdaderamente enriquecedor de
este libro, más allá de la valentía y honestidad de Romeo de trabajar con
materiales tan íntimos e hirientes, es el análisis casi obsesivo de la culpa.
No se trata tanto de esclarecer el por qué, de hecho el narrador, que quiere
saber, llega a elucubrar una teoría para ello, sino de librarse de la culpa, de
asegurarse de una vez que no había una serie de gritos de ayuda en cada una de
las palabras y de los gestos del amigo. Y la grandeza del texto radica en
reconocer la incapacidad del mismo de lograr su objetivo. No puede trazar una
biografía del amigo, no hace sino aumentar cada vez más las preguntas en torno
a lo sucedido. ¿Para qué escribir entonces este libro? ¿Tan sólo una sencilla
purga del alma? No, hay que ir más allá y entenderlo como un ejercicio único de
humildad frente a la incapacidad del lenguaje para plasmar y entender la vida.
Como en el caso de Pavese, callar supone, quizá, la muerte.
Félix Romeo Amarillo Plot, Madrid, 2008
Apareció en el diario Público el día 16 de febrero de 2008