DOS. El poder del perro es un ejemplo perfecto de la literatura que viene. Para bien o para mal. Para bien en el sentido de que cumple con ciertas preceptivas que se han convertido en tópicos dentro de este siglo que está ya, algo andado. Por un lado la aparición de referencias reales. Los personajes están basado en figuras conocidas. Todo hace pensar que Ramón y Benjamín Arellano Félix han sido una de las referencias fundamentales en la construcción de la novela. La informació que ha llegado a recopilar Winslow es ingente, y se ve, antes o después, reflejada en el libro. El amplio recorrido histórico que abarca el libro, más de veinticinco años de historia, demuestra lo ambicioso del proyecto. Escribir no LA novela sobre el Narco mexicano -porque si hay algo que los autores de este siglo ya han aprendido es a renunciar al afán de la novela total-, sino una novela que no pueda ser atacada como un producto ficcional. O, lo que es lo mismo, participa de la cada vez más frecuente tendencia a sustituir como valor fundamental de la narrativa de ficción lo verosímil por lo verificable. O, lo que viene a ser lo mismo, que no importa tanto construir una ficción que se presente ante el lector como "algo que podría ser real", como introducir elementos reales en la narración de tal modo que dote a la ficción de credibilidad. Esa intención era la que perseguía el realismo literario, el de Flaubert: suplantar la realidad, no imitarla. Parece ser que la narrativa actual ha abandonado esos objetivos para caer en la más primitiva mirada de Stendhal, la de ser mero reflejo de la vida. Y eso sucede en la mayoría de los libros que hay en las mesas de novedades. Para bien, o para mal.
Por otro lado es hija de una cultura televisiva. Y de una televisión que todavía no había disfrutado de la HBO y su legado. La prosa de Winslow se vertebra como vehículo y no como objetivo. A Winslow no le interesa el discurso. No quiere decir esto que escriba mal, sino que su estilo es "eficaz". Creo que la eficacia es, sin duda, uno de los cánceres de la sociedad que nos ha tocado vivir. Lo de que una narración sea eficaz viene a querer decir que cumple bien un objetivo que casa mal con la inutilidad esencial de la literatura. Precisamente lo que hace grandes a las novelas es su falta de utilidad, su intención no instrumental. Eficiente es una máquina, eficiente es una empresa, pero no sé cómo puede ser eficiente el arte. El arte conmueve, el arte educa, el arte aporta información del mundo, el arte puede, incluso, entretener, aunque no sea ese su objetivo primero. El arte es algo que se vive, no que se usa. Lo que es muy complicado es vivir en un mundo intangible, nebuloso, lleno de ideas y escaso de realidades. Un mundo vago, un mundo educado en las pantallas de 20 pulgadas que nuestros padres compraron con su esfuerzo y que ha evolucionado a las pantallas de cuatro pulgadas de youtube. El estilo de Winslow es desvaído, con descripciones que parece resúmenes de un programa televisivo, con constantes descuidos y repeticiones estilísticos. Es una novela correcta, que comunica, pero que revela un total desinterés por el discurso. No hay pensamiento, meditación sobre la palabra. Pesa más la historia que el soporte de la misma, como sucede cada vez más en la narrativa que podemos encontrar en las mesas de novedades. Para bien o para mal.
TRES. Si hay un lugar en el mundo que, hoy en día, sirva como sinécdoque del mundo que nos ha tocado vivir, ese lugar es la frontera entre México y los Estados Unidos. Esa frontera fantasma, que el TLCAN disolvió tan sólo para las mercancías, pero no para las personas, y en particular los núcleos urbanos formados por El Paso/Ciudad Juárez y San Diego/Tijuana (ubico el orden siguiendo el criterio Norte/Sur, no por ninguna otra cuestión), son un ejemplo de mestizaje e intercambio que sólo de modo superficial puede ser controlado por las autoridades. Y en buena medida, el crecimiento de esos núcleos, de esas extrañas conurbaciones, tiene su origen en la existencia de la frontera y de las prohibiciones. Sin aduana y con drogas legalizadas no existirían, y no tendrían el altísimo índice de delitos que se da en ambas, sobre todo en el lado mexicano de la frontera. El poder del perro resulta especialmente interesante por el retrato de una de las industrias más rentables del mundo, la que quizás ejemplariza de mejor modo ese capitalismo líquido que Baumen nos presentó: la del narcotráfico. El narco no tiene sedes, consiste en el movimiento de mercancías y capitales, tiene unos beneficios enormes, traspasa fronteras, etc. Lo que deja muy claro la investigación de Winslow, que luego es vertida en el libro, es que las cátedras de las facultades de Economía deberían estar ocupadas por los descendientes de los ganaderos del Norte de México. La evolución de su economía, su visión del mundo, los hace verdaderos campeones de la economía ultraliberal en la que nos movemos, verdaderos paladines del beneficio. Y ahí es donde más interesante resulta el libro de Winslow, en las impagables clases de economía global que ofrece. Algunos leerán este libro por divertirse, otros pensarán que es literatura, pero no se engañen, es un manual de economía para el siglo XXI. Y sino, al tiempo.
Autor: Don Winslow
Título: El poder del perro
Editorial: Mondadori, Barcelona, 2009
La fotografía del crimen es de Sergio Ortiz
Título: El poder del perro
Editorial: Mondadori, Barcelona, 2009
La fotografía del crimen es de Sergio Ortiz