12 febrero 2010

San Valentín de mucho calibre



El otro día, mientras pedía un café cortado y un montado de jamón -serrano, que uno no tiene en su sótano el Banco de España-, me sorprendió escuchar a otro cliente pidiéndole al camarero un Valentín con Coca Cola.
Los combinados son, quizás, un ejemplo más de buen maridaje. No sé por qué en las campañas publicitarias de grandes almacenes no se han dado cuenta de ellos y se han lanzado al ruedo con eslóganes del tipo: "Hasta el whiskey sabe mejor si está acompañado, sobre todo si es vulgar como tú (y segoviano)". En fin, que si ahora me doy una vuelta por la calle, pese a la crisis, me toparé con innúmeras invitaciones al consumo para recordarme que este domingo le tengo que demostrar a la gente que la quiero con un regalo. A ser posible caro, porque desde que el consumismo voraz llegó para quedarse la idea de "demuéstrale cuánto le quieres" se ha trasladado al "cuánto" dinero gastado en "el detalle". En fin, que no sermoneo más y paso a recomendar un regalo a los que, todavía, no se hayan decidido.
Este domingo hará ochenta años que Bonnie Parker le envió a Clyde Barrow la primera de las cartas que reúne Ana S. Pareja en el libro Wanted Lovers. El libro que reúne esa correspondencia es breve e intenso, como las relaciones sentimentales. Sé que la frase anterior no será del agrado de muchos lectores, lo siento, pero la honestidad obliga. Vinicius de Moraes, atinadamente, usaba la imagen del amor como una llama para decir que el amor es infinito mientras dure. Algo así podría decirse de toda relación de pareja, que aspira a ser eterna aún sabiendo que tiene una fecha de caducidad más o menos determinada. La historia de Bonnie & Clyde es quizás, por eso, un paradigma casi único del amor. La juventud de los protagonistas de la historia, su vida salvaje y su final trágico son un pasaporte casi seguro para la inmortalidad. Y entre la estela de leyenda que dejaron en vida, y el modo en que la cultura popular la ha ido alentando -sobre todo gracias a la película de Arthur Penn que a mí, comentándolo de paso, no me gusta nada, sobre todo por el estilizado tratamiento estético de la época-, Bonnie Parker y Clyde Barrow se han terminado por transformar en unos Romeo y Julieta modernos, agresivos y, por qué no decirlo, seductoramente peligrosos.
Posiblemente esta edición sea una buena muestra de ello. En ella se reúne el interés documental de las pocas fotografías que se conservan de la pareja de forajidos, las cartas de Clyde -muy poco interesantes más allá del ya referido valor documental, a decir verdad, no le había dado Dios a este hombre el poder de la palabra- con la pasión y sentimiento que exudan las cartas de Bonnie. Es en esas cartas donde radica el interés de este libro, en su intensa manera de vivir el amor, en lo desatado de su expresión del mismo, en el dramático lirismo que destilan y que logran contagiar. Quizás, alguno lo podría pensar, son cartas nacidas de la euforia pasional de una casi adolescente y por lo tanto su virtud radica en lo virginal de su mirada. Bueno, eso no es malo, al contrario, quizás lo más bello de ellas sea su pureza, el no haber permitido que la vida haya ido cariando la idealizada imagen que su autora tiene del amor y de la devoción por el ser amado que suele ser su síntoma.
Completan el volumen tres poemas de Bonnie que tienen, también un interés relativo. Nacidos más del blues que de la poesía, no termian de explotar el lirismo que parece residir en ellos y no investiga tampoco las posibilidades de las narraciones que les sirven como excusa. Lo más atractivo son los juegos de palabras y el brillante uso del argot criminal que inocula en el lenguaje poético todavía muy tierno que se aprecia en ellos. Una singularidad, por cierto, que como es de esperar en la traducción se pierde. Conviene por eso fijarse bien en los originales además de leer la versión en español.
En todo caso, las tres cartas de Bonnie bien merecen que pueda decirse que este es el libro más romántico, más intensamente pasional que hay en las mesas de novedades de las librerías de cara al fin de semana. Para los que necesitan un encuadre serio y crítico que justifique su compra se ha encargado la propia editora de incluir un esclarecedor y dinámico prólogo donde se nos explica a todos la verdadera importancia del libro que tenemos entre manos y su contexto histórico y social.
Hay muchos regalos posibles para este domingo, pero sólo en uno la pasión se funde con la muerte. Se buscan los lectores capaces de resistir las descargas de este libro.
La foto es de Chus Sánchez