07 mayo 2012

Cruz de olvido de Carlos Cortés

Carlos Cortés (San José, 1962) llega ejerciendo casi de embajador no oficial de una literatura prácticamente desconocida en España: la costarricense. Sus ocho poemarios, dos libros de cuentos, tres novelas y un ensayo parecen ser credenciales suficientes. Y los veinte años como periodista llegando a ser jefe de redacción de La Nación, el diario más importante del país, no sólo hinchan el currículum, sino que auguran una conversación de altos vuelos.

-¿Se da cuenta de que puede hacerse la boutade de decir que usted es la literatura costarricense?
-Es un país muy pequeño, pero habría que preguntar a algún crítico de allá si lo soy o no.

-Pero, desde luego sabe que aquí no se conocen apenas autores de su país.
-Tengo la sensación, de ser el representante de una literatura un tanto invisible que le cuesta salir de sus fronteras geográficas porque la historia costarricense se ha visto durante mucho tiempo como una historia feliz donde no ha ocurrido nada. Por eso mi novela comienza jugando con eso, dice “En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang”.

-¿Y eso es real? ¿Tan anodina es la vida allí?
-Mi generación ha ido en contra de esa lectura previa de que vivimos en el paraíso, estimulada por el hecho de que somos un destino turístico potente. Al final es una sociedad en evolución, que está pasando de tener un estado benefactor muy fuerte, con una tradición socialista, de grandes servicios básicos al Tratado de Libre Comercio y a todo lo que está viviendo América Latina.

-Su novela Cruz de olvido (ganadora del Premio Nacional de novela en Costa Rica) gira en torno a ese derrumbe de los mitos revolucionarios en la región.
-Retrato a dos generaciones que se sintieron integradas en una serie de procesos que hubo en los años ochenta que fueron muy vigorosos y que, de alguna manera, dieron la última ilusión en el siglo veinte de ser parte de algo… generador, digamos. Después de la caída del Muro de Berlín, en muchos países de Centroamérica se la llamó la “década perdida”, y en los noventa hubo un proceso de privatización muy violento. Y esta generación quedó en el medio, en un limbo no sólo ideológico sino existencial. El poder no admite vacíos, y todo ese poder se ha vuelto a llenar con una política corrupta que en Iberoamérica ha estado presente a lo largo de toda su historia.

-También ha ganado el Premio Nacional de Ensayo con un provocador libro, “ensayo-ficción”, La gran novela perdida. Historia personal de la literatura costarrisible.
-Es una frase de la poeta Eunice Odio, que renegó varias veces de su nacionalidad. Todo país no quiere enfrentarse con una imagen en el espejo que no sea esa imagen amable que los demás proyectan sobre ella. Parece que el premio alguna gente lo recibió con sonrisas, porque es un libro lleno de géneros, y eso no se considera muy bien. La gente espera un ensayo académico. Mucha gente me dijo: Qué lastima que no te lo tomaste en serio. Pero yo pienso que la literatura no tiene por qué ser demasiado seria.
Carlos Cortés Cruz de olvido Veintisiete letras, Madrid, 2008
Publicado en el diario Público el 12 de junio de 2008