20 diciembre 2008

Cuando no sé que hacer

Me dedico a asuntos muy variados, como ver qué echan en la televisión -solo tengo siete canales-, dar una vuelta, echarme un cigarro -mi vecino de enfrente fuma en su ventana del patio interior y comentamos lo guarros que son los vecinos de los pisos superiores porque nos caen cosas muy raras en la ropa que tendemos-, o, cuando tengo un brote brillante, enciendo el ordenador y le echo un vistazo al ineludible blog de Daniel Gascón. No se molesten en buscarlo en los listados de blogs porque, en vez de estar haciendo amigos y buscando links, Daniel se dedica a lo que debe hacer un buen bloguero: escribir entradas llenas de información que son fruto de la habilidad de su autor y de los tiempos muertos del trabajo -estoy convencido que todo buen administrador de blogs es una persona con mucho tiempo en la oficina. En su blog puede uno encontrar de todo, pero siempre con sustancia.
Hace ya cierto, tiempo, el 19 de octubre, hablaba de una de las ideas más marcianas que se han producido recientemente en este mercado al que, para no asustarnos, llamamos mundo. Se trata del certamen de Haiku cárnico que se ha inventado algún trabajador pasado de porros del departamento de marketing de Burger King. Lo mejor es, sin duda, el eslógan de la campaña: "porque los amantes de la carne también son gente sensible". Uno, que no puede dejar pasar mucho tiempo sin echarse al cuerpo algún animal muerto, agradece que haya gente que no le considere un desalmado tan solo por no haberse convertido en ovolacteovegetariano -sí, tiene toda la pinta de ser algo tan duro como decir la palabrita-. Lo explican muy claramente: "porque salivar al primer vistazo de la carne no convierte al carnívoro en insensible, enseña tu lado profundo creando tu propio poema y compartiéndolo con tus amigos". Y luego, para esa gente sensible que no ha tenido la suerte de leer nada más que la tabla de menús del restaurante, les explican en qué consiste un haiku. Fascinante.
En la página web puede uno comprobar la calidad lírica de los participantes, desde la profesora de yoga que ilustra la página web -se conoce que no le han dicho nada de lo feo que es para los chakras eso de andar comiendo carne de vaca-, hasta los más simpáticos, y sensibles, por supuesto, poetas carnívoros. Desde aquí animo a las cadenas de comida rápida hispanas a sumarse a estas iniciativas y proponer el mejor soneto tortillero, la décima de fabada o el siempre resultón romance de fritura de pescado. La poesía gastronómica, un nuevo campo para llevar a la gastronomía a los museos: si usted siente una excitación líria de primer orden al leer las cartas de los restaurantes donde todo lleva una reducción de Pedro Jiménez, o un crujiente de algo, no lo dude, láncese a la creación lírica.
Desde aquí aporto mi sextina provenzal dedicada a la ensalada simple y clásica, porque los vegetarianos también saben de métrica:
Ensalada provenzal
Lechuga
Tomate
Cebolla
Aceite
Vinagre
Sal

Sal
Lechuga
Vinagre
Tomate
Aceite
Cebolla

Cebolla
Sal
Aceite
Lechuga
Tomate
Vinagre

Vinagre
Cebolla
Tomate
Sal
Lechuga
Aceite

Aceite
Vinagre
Lechuga
Cebolla
Sal
Tomate

Tomate
Aceite
Sal
Vinagre
Cebolla
Lechuga

El tipo de lechuga o de tomate,
de cebolla, de aceite o de vinagre
da igual si te pasas con la sal.


Si por un haiku elegido te dan 25 dólares, a mí me deben dar como poco 100 euros, qué coño.