Anda estos días gente a la que quiero preocupada por el futuro del libro y las posibilidades de que la blogosfera acabe con el desperdicio de papel –algunos, ingenuos, piensan todavía que el Interné nos salvará de la deforestación-, y se ha dado la casualidad de que Gachas me ha mandado un correo con un bello proyecto que incide en la idea de que el futuro del intercambio de opiniones literarias pasa por las bitácoras. No sabe uno si el libro morirá o no, yo soy de los que piensa que no, del mismo modo que no murió el vinilo, aunque la experiencia con el VHS no es, desde luego, tan halagüeña. En cualquier caso, enciclopedias, libros de referencia e inventarios tienen en el formato digital su futuro y presente -aunque haya instituciones que no vean esto-.
Se trata de un proyecto argentino llamado La infancia del procedimiento, blog donde abren sus puertas a todo aquel autor que quiera hacer llegar su poética, textos y fotos de infancia para intentar llegar a un retrato polimórfico –iba a escribir rizomático pero me corté al final- de la creación poética contemporánea. Una de las cosas que me parecen más interesantes a bote pronto es saber a qué tipo de conclusiones se puede llegar leyendo esas reflexiones sobre la creación. ¿Por qué, para quién, cómo, dónde, qué? Son preguntas que todo autor se ha hecho alguna vez, y está muy bien que alguien abra un foro donde todo el que lo desee pueda compartir esas inquietudes. Habrá mucho tostón, mucho tipo extraño, seguramente alguno peligroso, pero seguro que la diversión está asegurada.
También, no nos engañemos, da un poco de repelús lo que pueda salir de ahí. Imaginen, aunque de miedo sólo de pensarlo, lo que puede salir de semejante contubernio de poetas desmelenados dejándose llevar por su ego hipertrofiado y exhibiendo impúdicamente su intimidad. Todos sabemos que hay poetas que no entrarían en esta descripción, pero, precisamente por eso, uno puede irse de cañas con ellos.
Ya hay cien participantes y hasta el 10 de enero se pueden hacer llegar textos y demás por parte de los que quieran –tengo la sospecha de que si hay un poco de avalancha se alargará el plazo aunque allí sea verano y estén locos por largarse a la playa-.
Así que ¡ale!, a animarse y mandar cosas, que en la era del registro la poética que no circula por el ciberespacio ni es poética ni lírica ni es ná.