22 octubre 2007

Yo sueño libros mejores

Todavía recuerdo un estupendo artículo de Juan Bonilla que escribió cuando se estrenó la película El embrujo de Sanghai. En ella hablaba no de la película mediocre y chata de Trueba –por cierto, el último acercamiento a la ficción del realizador-, sino de la de Erice, la que él esperaba ver. Con la adaptación de la novela de Marsé hemos tenido, al mismo tiempo, la desgracia de ver que Erice no la firmó, de no poder ver la película que Erice habría podido hacer, y, por otro lado, la suerte de poder leer La promesa de Sanghai, que viene a ser una especie de boceto, de plan de trabajo, de lo que “pudo ser”. Leyendo el libro puede uno construirse una película mejor que la que se vio en los cines, y eso, más o menos, hizo Bonilla, y así lo reflejó en su artículo.
Es algo parecido a la exposición que sobre José Palacios se montó hace unos años en una de sus obras más emblemáticas: el Círculo de Bellas Artes. Allí, además de las fotografías y planos de los edificios que levantó se pudo ver una realidad que “pudo haber sido”. Las fotografías de sus maquetas para Vigo, los planos para la reforma de la zona de los alrededores de la Puerta del Sol o los bocetos de una plaza de Colón muy distinta de la que hoy conocemos, con edificios que parecen extraídos de la Metrópolis de Fritz Lang. Un Madrid que podría haber sido, demasiado neoyorkino para la ciudad manchega que por entonces era, y que quizá todavía es.
Ha salido a la venta un libro que comprarán muchos fans de Bob Dylan y algún curioso, que recopila las letras de sus canciones. Es un libro que está, por así decirlo, bonito. Pero a todos los seguidores de Dylan nos deja un sabor de boca amargo. Hace tiempo el proyecto era mucho más bonito, se iba a encargar Fresán de él. Si hay alguien en las letras españolas –y al decir esto me refiero a gente que escribe en castellano, independientemente de la nacionalidad que aparezca en su documentación- que sabe de Dylan, que lo ha tratado y utilizado como nadie, ese es Fresán. Por ejemplo, en Mantra, la importancia de Visions of Johanna, es determinante no ya para el asunto de la novela, como para el tono. No sé si, alguna vez, podremos leer las traducciones y comentarios de Rodrigo Fresán sobre las letras de Dylan. Sí sé que en mi cabeza había un libro mejor que el que tengo entre las manos, como en esos versos de Verlaine donde él soñaba libros mejores.
No conozco las razones de las desavenencias que han llevado a editor y traductor a no entenderse -aprovecho la circunstancia para invitar a ambos a que nos las transmitan- pero sí sé que es una verdadera pena que los lectores hayan perdido la oportunidad de leer un libro único. Hay gente que quiere para Dylan el Nobel de Literatura -con la ingenuidad de los que piensan que ese premio se otorga a autores de obra excelsa- y algún amigo mío me comentó entre risas que puestos a darle un premio de esos casi mejor que le den el Príncipe de Asturias, que es el de las Letras, y eso sería más exacto. Lo que sí sé es que la traducción que se ha publicado en muchas canciones es de una candidez abrumadora. Los versos de Dylan no pretenden comunicar pensamiento, sino trasladar sensaciones, y eso se conoce que no lo deben saber ni los que traducen fidedignamente una letra ni la editorial que acepta esos trueques.
Diego Manrique, con una ironía algo estólida que últimamente deja traslucir más menudo de lo que sería deseable, decía en su reseña de Babelia que a los fans de Dylan no les gusta el libro porque consideran sus letras intocables y que lo consideran un Dios inefable. Y no es eso, Manrique, no es eso, es que el libro, tal y como ha salido, es mediocre. No es el libro de la semana, desde luego. No es que no se pueda traducir a Dylan, sino que hay que tener un poco más de categoría para hacerlo, porque a la vista de los resultados...

Visiones de Johanna (Versión y comentarios de Rodrigo Fresán)
¿No es propio de la noche confundirte cuando tratas de evitarlo?
Estamos equivocados, aunque nos esforcemos por negarlo
Y Louise sostiene un puñado de lluvia, tentándote para desafiarlo
Las luces parpadean en el loft de enfrente

En esta habitación la calefacción tose
La emisora de country suena suave
Pero no hay nada de nada que apagar
Sólo Louise y su amante entrelazados
Y estas visiones de Johanna que me asedian

En el solar donde las damas juegan a la gallina ciega con el llavero
Y las noctámbulas murmuran escapadas en el tren "D"
Podemos oír al sereno encender su linterna,
Preguntarse si es él o son ellas quien está loco
Louise está bien, tan sólo cerca
Es delicada y se parece al espejo
Pero deja perfectamente claro
Que Johanna no está aquí
El fantasma de la electricidad aúlla en sus huesos faciales
Donde estas visiones de Johanna ya ocupan mi lugar

El niñito extraviado se toma tan en serio
Se jacta de su desgracia, le gusta vivir al límite
Y cuando menciona el nombre de ella
Menciona un beso de adiós
Tiene arrestos ser tan inútil
Soltar nimiedades cuando estoy en el salón
¿Cómo lo explico?
Oh, es tan difícil seguir
Y estas visiones de Johanna, me desvelaron hasta el alba

Dentro de los museos, el Infinito va a juicio
Las voces repiten que a la postre así debería salvarse
Pero Mona Lisa debe haber sentido nostalgia de autopista
Se ve por el modo en que sonríe
Mira cómo se congela ese alhelí ancestral
Cuando las mujeres de rostro gelatinoso estornudan
Escucha a la bigotuda, "Jesús,
no puedo encontrar mis rodillas"
Oh, joyas y anteojos cuelgan de la cabeza de la mula
Pero estas visiones de Johanna, hacen que todo parezca tan cruel

El vendedor ambulante le habla a la condesa que finge preocuparse
Diciendo, "Nombra a alguien que no sea un parásito y saldré y rezaré por él"
Pero como Louise suele decir
"No puedes abarcar mucho, ¿verdad, tío?"
Y ella misma se prepara para él
Y Madonna sigue sin aparecer
Vemos que la jaula vacía se oxida
Donde su capa teatral ondeaba
El violinista se pone en camino
Escribe que se devolvió lo debido
En la parte trasera del camión de pescado que carga
Mientras mi conciencia estalla
Las armónicas tocan las llaves maestras y la lluvia
Y estas visiones de Johanna son lo único que queda.

Anfitriona del, se dice, mejor verso en todo Dylan: "The ghost of 'lectricity howls in the bones of her face". Y también, junto a "Like a Rolling Stone" y "Tangled Up in Blue", habitual ganadora como mejor canción del hombre. Existen varias versiones (todas formidables; también variaciones acústicas de su gira ?66 en Biograph y en The Bootleg Series, Volume 4: Live 1966 The Royal Albert Hall ) porque Dylan no podía encontrar el tono justo de lo que en principio se tituló "Freeze Out" o "Seems Like a Freeze Out" y que -puede pensarse, las fechas de su composición coinciden- trata de un triángulo amoroso y del momento en que Dylan y Joan Baez rompieron y el momento en que Dylan y Sara Lownds se casaron. Y es exactamente el mismo momento. Así que quizá (atender a la tercera estrofa) por una vez Dylan esté pidiendo disculpas mientras escribe todo esto en una habitación del Chelsea Hotel, famoso -entre muchas otras cosas- por el ruido que hacían las cañerías de la calefacción que no dejaban dormir a los huéspedes. En un artículo de Tom Doyle publicado en la revista inglesa Q se lee: "A Dylan le atormentaba la interpretación literal de sus letras que hacían tanto críticos como fans, que las tomaban como si se tratase de confesiones autobiográficas. Aunque puede que esta percepción fuera algo cierta en lo que a Visions of Johanna se refiere." No en vano, desde 1965 Dylan había mantenido relaciones paralelas con Sara Lownds y Joan Baez. "Al final, Sara y yo nos hicimos amigas, explica Joan Baez, y nos pusimos a hablar durante horas de los tiempos en que el vagabundo primigenio jugaba a dos bandas con nosotras". Al Kooper, por su parte, recuerda cuando la esposa de Dylan se presentó en el estudio de Nashville y le hicieron escuchar la canción: "Se apareció ahí una tarde y él puso "Visions of Johanna". Ella dijo: 'Esto es bastante fuerte'". El mismo Dylan, lateralmente, apoyó esta última idea sin comprometerse demasiado cuando, en un concierto de su gira por Inglaterra, la presentó así: "Esta canción es el típico exponente de lo que los medios británicos consideraran una canción sobre las drogas. Pero no lo es. No lo digo para defenderme o algo por el estilo, no es tan sólo una canción sobre las drogas. Es muy vulgar pensar que lo es". Y agregó: "Estoy cansado de la gente que pregunta qué significa. ¿Qué significa? No significa nada." Mención aparte merecen los músicos que, con delicadeza sobrenatural (ese toque mágico de platillos casi zen), parecen acompañar cada palabra y fraseo de Dylan. Siguiéndolo y acompañándolo al mismo tiempo. Dijo Robyn Hitchcock: "¿Es sobre Joan Baez? ¿Es sobre Edie Sedgwick? ¿Es sobre Nico? ¿Quién sabe? Yo sólo sé que cuando la escuché por primera vez en mi adolescencia, la letra y la música resumían a la perfección el sitio donde yo quería estar. Nunca volví a ser el mismo". "Cada una de las palabras significa tanto para mí cada vez que la canto. Es una de las que continúa siendo importante. Tal vez sea más importante ahora que nunca", comentó Dylan hace poco. Tiempo después, los siempre serviciales Rolling Stones reproducirían los versos que hablan de joyas y binoculares colgando de la cabeza del mulo para la carátula de su Get Yer Ya Ya?s Out. En el último verso "esas ¿skeleton keys' pueden entenderse tanto como 'llaves maestras' o, tratándose de una armónica, mutar a 'tonos esqueléticos'". Y para cerrar con otra mutación de esta canción mutante: En 1999, en un club de Manhattan, Dylan modificó título y letra y la cantó como "Visions of Madonna" porque "hay foto de ellos dos juntos después del concierto" Madonna estaba entre el público. Años atrás, en una entrevista, Dylan afirmó que "el entretenimirento pop no significa nada para mí. Nada. Pero, sabes, Madonna es buena, tiene talento, se ha preparado, ha aprendido... Pero es el tipo de cosa que te lleva años y años de tu vida alcanzar. Tienes que sacrificarte mucho para llegar allí. Sacrificio. Si quieres triunfar a lo grande tienes que sacrificar muchas cosas. Siempre es igual. Siempre es igual...".
Una indiscutida obra maestra. Una catedral de canción. El equivalente a "A Day in the Life" en Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Nadie ha escrito y cantado y sonado mejor ni volverá a sonar y cantar y escribir mejor acerca de lo que significa padecer y disfrutar el insomnio del amor.