10 agosto 2006

El arte del yo-yo


Con la percha de la edición crítica que han hecho en Cátedra del Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega, pudimos disfrutar el sábado pasado de uno de los mejores momentos del día leyendo en el ABCD -sí, prometí no comprar más panfletos periodísticos, pero estaba de vacaciones y algo hay que hacer entre baño y baño- la reseña de Luis Alberto de Cuenca y un interesantísimo artículo de José María Díez Borque sobre Lope.
El artículo en sí no estaba mal, tampoco para echar cohetes, pero bueno. Lo que me preocupó es el momento batallitas del abuelo mezclado con el autobombo que es cada vez más típico del estamento universitario. Que uno, en medio de un artículo de encargo para un suplemento cultural, se marque un "como rastreé en el conjunto de su obra en un estudio mío de hace años" es un poco lamentable. Si el lector sabe quién eres, mejor, y si no le da igual, pero ese tipo de comentarios, a medio camino del "yo estoy aquí porque he hecho méritos" y del "cómprenme el libro, que vendo pocos" es muy triste. Cuando uno hace un artículo escoge el tema y lo escribe, medianamente bien, y las razones del coordinador de la revista de escogerle a uno le interesan al coordinador y al que escribe el texto. Y a nadie más.
Otra cosa es que, en el mundo cultural español, y más en el entorno universitario, uno crea que debe estar todo el día haciendo méritos y ganando puntos para la oposición. O sea, echarse flores y dar coba a los catadráticos para tener plaza fija o ser invitado a los encuentros, coloquios y demás. Lo más triste de todo es que lo interioricen tanto que, cercanos ya a la jubilación, sigan haciéndolo.