La mujer de tu prójimo es un libro que se presta, quizás en demasía, al engaño. Muchos pensarían tras informarse del tema del libro que se trata de una acumulación de narraciones de sexo más o menos explícito y que, incluso, llega a reflejar la propia vida sexual de su autor. Y nada más lejano a esa realidad. De lo que trata La mujer de tu prójimo (Thy Neighbor's Wife) es de la obsesión que por el sexo y la promiscuidad siente el americano medio. Por eso trata de esos mismo ciudadanos de a pie que han pasado a formar parte de la Historia por su relación con la vivencia libre y desprejuiciada de su vida sexual. Editores, pornógrafos y censores, moralistas y swingers (practicantes del intercambio de parejas), van desfilando por este libro, documentadísimo, que le llevó casi una década de trabajo a su autor.
La prosa, exacta, concienzuda, permite armar un extenso informe de las penalidades que han tenido que sufrir personas anónimas que, en realidad, no pretendían nada más que vivir con la libertad a la que se presuponía que tenían derecho. Las quinientas páginas de apretada tipografía y estrecha caja (quizás, debido a la extensión del libro habría sido conveniente, aunque supusiera un aumento de costes de edición, haber respetado el diseño del resto de los libros de la estupenda y fundamental colección La ficción real, ya que mantener el diseño original hace mucho más agotadora la lectura del libro) son una constante apelación a intervenir, a tomar conciencia de la devastadora acción de las mentes retrógradas en la sociedad. Pero, también, es una desoladora constatación de que la mayoría de los que han ido más allá de la moral de la sociedad bien pensante terminan o bien marginados y doliéndose del modo en que la sociedad se ha cebado con ellos o bien renunciando a su vida más o menos excéntrica para adecuarse a los códigos establecidos de la sociedad.
Esto se ve, sobre todo, en la particular experiencia de las comunas de amor libre, donde terminan generándose las mismas relaciones de poder y los celos que en la sociedad de la que huyen, o el modo en que, tras unos años de experiencias libertarias, muchos de sus practicantes terminan convertido en burgueses acomodados que no hacen sino prolongar esos modos de vida que pretendían combatir o, al menos, cuestionar.
Con todo, pese a que la escritura de Talese es única, ahí está el texto que abría la recopilación Retratos y encuentros sobre NYC para demostrarlo, una obra maestra de la tensión estilística que sostiene un texto cargado de sentido, lo más interesante de La mujer de tu prójimo, como en el reportaje sobre la familia Bonnano Honrarás a tu padre -cuya reedición esperemos que no se demore mucho, ya que debería aparecer, también, en Debate, creo, ya que se editó en su momento en Grijalbo-, es la relación que establece con sus fuentes. Talese no los entrevista, sino que se convierte en parte de sus vidas y ellos en parte de la vida de él. Los apéndices donde se nos dice qué ha sido de sus vidas tras la publicación original del libro, que sirven como muestra palpable del contacto que se ha mantenido a través del tiempo, son interesantísimos. Nos hablan de alguien que conoce los mecanismos de la verdad, de la realidad. No basta con conocer los hechos, con documentarse, hay que entender, conocer a los protagonistas, hay que saber incluso las consecuencias de introducir sus vivencias en un texto que leerán muchos desconocidos. Por eso, Talese puede usar sus nombres verdaderos, por eso ellos siguen en pleno contacto con él a través de los años. Lo más relevante del trabajo de Talese es su dimensión ética, su compromiso, sí, con el periodismo, con el estilo y con la verdad, pero también con las personas. Algo que, cuando uno lee otros reportajes, otras crónicas, brilla por su ausencia.
Es ahí donde hay que ensalzar a su autor, es por ese motivo por el que hay que insistir una y otra vez en su lectura, y es esa la principal enseñanza que destila. Todas y cada una de las historias, desde la vida de Hugh Hefner hasta las particulares peripecias de las comunidades de inspiración fourierista del siglo XIX, pasando por las comunas de amor libre, e incluso los problemas maritales a los que alude el autor en el último capítulo del libro, son, desde luego, interesantes y dibujan la hipocresía moral de la sociedad y los poderes políticos y judiciales de los Estados Unidos, pero, más allá, queda la insobornable posición del autor. Es eso lo que aquilata el libro y lo convierte en mucho más que un referente del nuevo periodismo o de la crónica, que lo sitúa como un libro imprescindible en una época de moral laxa y ética mudable como la que vivimos.
Gay Talese La mujer de tu prójimo Debate, Barcelona, 2011.
Traducción de Marcelo Covián