09 julio 2007

Menú degustación

El premio Cristóbal Gabarrón de Pensamiento y Humanidades de este año ha recaído en el peculiar pensador –el libro de estilo me dice que debería escribir sociólogo y filósofo, como han hecho en los rotativos, pero me parece que esas clasificaciones vienen muy bien para los departamento universitarios, pero no para la pureza del intelecto- Slavoj Žižek. Ya se ha hablado en este lugar de la peculiar manera de entender el ensayo, que abarca incluso la mezcla de lenguajes, como sucede en esa genial película que es The pervert’s guide to cinema.
Voy a aprovechar que la gente está estos días haciendo las compras de los libros que se va a llevar a la playa o a la montaña, los más afortunados a la casa del pueblo o a su propio domicilio habitual, para recomendar un par de títulos que son, creo, una llave de entrada en el mundo del pensador esloveno.
Uno es Arriesgar lo imposible, una serie de conversaciones mantenidas con el afín –hay momentos de una sonrojante complicidad y halagos recíprocos en el libro- Glyn Daly. Editado en Español en el 2006, el libro se editó en su versión original inglesa en el 2004. Las fechas son importantes en la obra de Žižek porque si por un lado su pensamiento gravita siempre en torno a las mismas cuestiones, por otro esas obsesiones recurrentes van mutando, van adquiriendo nuevos matices, de tal modo que lo que era negro en el 2000 hoy es ya de un gris claro que se va acercando al blanco. Al ser su producción extraordinariamente fértil, es difícil seguir su pensamiento, enriquecido constantemente con nuevos ejemplos que toma de la cultura popular, sobre todo del cine. Por ejemplo, muchas de las paradojas enunciadas en sus libros antes del estreno de Matrix se han visto modificadas a raíz de los ejemplos ofrecidos por esta singular cinta.
En el libro editado por Daly se realiza una pequeña introducción a las líneas básicas del pensamiento de Žižek y a continuación se transcriben cinco conversaciones que abarcan ciento veinte páginas donde vemos desfilar las obsesiones, las paradojas, sus sugerentes metáforas y, sobre todo, la capacidad de plasmar de un modo gráfico y sencillo ideas y conceptos complejos, que es lo que ha convertido a Žižek en un intelectual de referencia. Ahí radica el verdadero acierto de su obra, frente a texto más complejos, que desafían al lector constantemente a descifrar el sentido de lo que intentan exponer, en los textos del esloveno todo aparece explicado con una claridad única. Su capacidad divulgadora es, por lo tanto, una de sus grandes virtudes, puesto que si su pensamiento es, en realidad, un refrito de muchas lecturas –que en la mayoría de los casos silencia u obvia- donde radica su singularidad es en esa capacidad de redefinir los mecanismos de transmisión del pensamiento. Así lo hace en su película, y así lo hace en algunos fragmentos de este libro, demostrando que el sentido del humor, la ironía o incluso la parodia pueden ser vehículos de gran fuerza para transmitir conceptos.
Por ejemplo, la descripción de la diferencia entre lo sublime matemático y lo sublime dinámico que hace en una de las conversaciones:
Para que la tesis quede clara, tomo un ejemplo muy básico sobre lo que leí en algún lugar: el del cunnilingus. Cuando los hombres se lo hacen a las mujeres, cuando tocan la nota correcta y la mujer dice: “Sí, sí, más, por favor”, entonces lo que ocurre habitualmente es que los hombres lo hacen más rápido y fuerte –pero es un error-. Deberían hacerlo más, simplemente en términos de cantidad. La diferencia es que las mujeres piensan en lo sublime matemático –más en términos de cantidad-, mientras que los hombres piensan en términos de lo sublime dinámico, y por eso se lo cargan. Es un ejemplo que muchos amigos me han confirmado. El error habitual es que si la mujer está diciendo: “Sí, sí, así es”, los hombres creen que quiere decir más rápido y fuerte –pero se trata de otra cosa-.
Cuánto no podrían aprender muchos docentes de estas charlas, la capacidad de enlazar ideas, imágenes, asociar realidades para transmitir pensamiento. Žižek lo hace de un modo deslumbrante, en sus libros, por supuesto, pero también cuando habla, como demuestran estas conversaciones. Y por eso este libro se convierte en una introducción ideal para esos lectores que llevan ya tiempo detrás de Žižek y no se animan a leer uno de sus libros, porque “son muy gordos” me dijo una vez un amigo.
Otro ejemplo, para que vean la capacidad de divulgación de Žižek reutilizando materiales populares. En este caso está analizando la idea del fantasma lacaniano usando como espacio de investigación la última película de Stanley Kubrick, Eyes wide shut:
La típica interpretación de la película es que representa a un matrimonio autocomplaciente que es seducido por el fantasma y que, justo antes de perderse en el abismo del deseo que lo consume todo, se controla y retrocede. Mi interpretación es que lo que la película realmente muestra es un atravesar el fantasma mediante la experiencia de su estupidez. En este sentido, es una lección mucho más deprimente. No es que el fantasma sea un potente abismo de seducción que amenaza con engullirnos, sino todo lo contrario: el fantasma es en última instancia estéril.
Irónico, diáfano, original en su continua huida de los tópicos impuestos por el pensamiento único, Žižek resulta provocador porque reivindica el placer de pensar sobre todo, de repensar cada suceso de su vida y analizarlo de un modo crítico. Todo puede ser sujeto de análisis y todo puede revelar nuevas pistas pata entender el mundo y entendernos en él. Pensar, reflexionar, ahí está el revolucionario mensaje que propugna Žižek. Voy a cerrar el comentario con una última cita del libro, que puede resultar muy clarificadora del modo de ser del pensador esloveno.
Sin embargo, otro aspecto de mi pulsión por los ejemplos podría ser el de ocultar, reprimir, cierta fascinación que siento por ellos. Quiero decir que, por supuesto, soy una especia de personalidad superyoica –efectivamente, el superyó basico, cuyo goce directo está prohibido-. Así que sólo me está permitido gozar las cosas cuando me puedo convencer a mí mismo de que este goce sirve para algo, de que sirve para una teoría. Por ejemplo, no puedo disfrutar directamente con una buena película de detectives; sólo me está permitido disfrutarla si me digo: “Vale, tal vez pueda utilizar esto como un ejemplo”. Así que siempre vivo en un estado de tensión: mi vida diaria es verdaderamente así, casi. Soy prácticamente incapaz de disfrutar de la película directa, ingenuamente. Antes o después tengo mala conciencia, algo así como: “un momento, tengo que utilizar esto de algún modo”.
Slavoz Žižek Arriesgar lo imposible Trotta, Madrid, 2006