15 agosto 2007

Bonjour Liniers, sos Macanudo

“¡Sos macanudo!” De siempre me gustó esa expresión, en ciertos momentos me ha hecho desear ser argentino para poder usarla sin parecer impostado –bueno, muy a menudo me pongo a hablar con acento porteño, y muchas veces de modo reflejo, así que debo estar un poco loco. Lo importante es que siempre me gustó la palabra macanudo, y que cuando busco en el Diccionario de la Real Academia la define así: Bueno, magnífico, extraordinario, excelente, en sentido material y moral.
¿Cómo no comprar un cómic que se llama así? Cuando vi por primera vez Macanudo no lo dudé. Con esa portada que parece haberse escapado de un libro de los de encontrar a Wally, en la que si uno se fija descubre al propio Liniers y a Maitena –luego he supuesto que a lo mejor hay más amigos del propio Liniers perdidos por ahí, pero como no los conozco…-, ¿cómo no llevarse a casa corriendo el libro y leerlo de un tirón tumbado en el sofá? Yo me leí el primero de los libros de Macanudo en una tarde de domingo que se prometía tan aburrida como todas y que resultó ser una de las mejores de mi vida. ¿Cómo no salir corriendo a comprar el resto?
Y ahí comenzaron mis problemas, porque en España sólo habían editado el primero de los libros de Macanudo, y sólo hace unos tres meses han editado el segundo. Pero yo tenía que leer más. Yo estaba ya enganchado a Macanudo.
Así que Macanudo fue el detonante de mis periódicas compras de libros argentinos. Siempre están hablando mal de él, y esas cosas, pero yo al señor Guillermo Puentes le agradezco la difusión de Internet. Microfost es una mierda, sus sistemas operativos son el pedo y cualquier programa de software abierto es mejor que los que él vende, pero… Lo de poder comprar por Internet es macanudo.
Desde entonces la aparición de cada uno de los libros de Macanudo ha supuesto un motivo inmejorable para hacer un pedido de libros a la Argentina. Y así han ido cayendo el segundo, el tercero y, hace un mes, el cuarto. Yo no sé si podría estar ya sin Macanudo, y menos ahora que sé que falta casi un año para el quinto volumen. Menos mal que Liniers es un trabajador infatigable –se ve que le gusta su trabajo y se pasa el día dibujando- y de ahí surgen las tiras autobiográficas que publica en su blog Cosas que te pasan si estás vivo.
Lo maravilloso de Macanudo es que ha variado la idea que tenemos de una tira de cómic típica, que gira en torno a una serie de personajes fijos y que depende en buena medida de la capacidad que tenga el autor de sumergir al lector en las peculiaridades de ese grupo. Desde Peanuts hasta Calvin & Hobbes el método ha sido ése. Pero lo que ha logrado Liniers en Macanudo es que haya un humor, una manera de mirar la realidad, que es el centro de la tira. Hay muchos personajes más o menos fijos con los que el lector se encariña –y cada uno tiene sus favoritos, a mí me gusta el humor negro y sórdido del Hombre que traduce los títulos de las películas, pero les he cogido cariño a Lorenzo y Teresita, y, del mismo modo, le veo poco misterio al Hombre misterioso. Una de las cosas más lindas de Macanudo –como ven los he estado leyendo- es que es como la vida, lleno de cosas que nos gustan mucho y otras que no tanto, pero merece la pena leerlo. Yo no sé si ustedes se han acercado ya a Macanudo. Si no lo han hecho no tarden, les recompensará con creces.
Pero me voy a permitir recomendarles algo, algo que va a ser difícil que se llegue a publicar aquí. Se trata de Bonjour. Si hubiera que definirlo de algún modo diría que se trata de la escuela de Macanudo. Antes de que llegase el contrato para publicar en La Nación –fíjense cómo será la cosa, que creo que conozco más periódicos argentinos que de ningún oro país: La Nación, Clarín, Página/12, Perfil, y alguno más, por cierto, en Buenos Aires se publican diarios en inglés y alemán, ahí es nada-, Liniers trabajo en el suplemento No de Página/12. Las tiras que recoge Bonjour son esas. Si uno fuera un poco más esnob diría que son mejores, que son más puras, que Liniers se vendió y por eso llegó a La Nación. Es una de las máscaras de la doxa del intelectual cool, el progre que caza tendencias y que está de vuelta de todo. Pero la realidad es que Bonjour es, sencillamente, más grueso que Macanudo, más directo en unas ocasiones, más burdo en otras. Todo lo más diría que es la obra del mismo autor de Macanudo pero cuando era más joven, una obviedad, pero sin duda el modo más certero de hablar de libro. Lo único que sí encontrará el lector de Liniers que es más difícil ver en las tiras actuales es un humor negro más corrosivo, menos surrealista. Lo dicho, más o menos lo mismo, pero con la energía de la juventud frente a la benevolencia y comprensión de la madurez.
Cómprenlo por Internet, encárguenselo a un amigo que viaje a Argentina o, mejor todavía, métanse ustedes en el avión y aprovechen la excusa para conocer la desembocadura del Río de la Plata. No creo que les defraude la experiencia.