18 agosto 2007

La superioridad de Bruce Lee frente a Bauman


Hojeando el suplemento Babelia de hoy -o, lo que es lo mismo, dándole clicks al ratón- me he encontrado con una reseña del enésimo libro líquido de Zygmunt Bauman. Yo he leído algo de Bauman, pero, por encima de haberlo leído, me está empezando a parecer y cargante la metáfora de la luquidez, uno de los últimos es Miedo líquido, ¿por qué no llamarlo Cuendo pasas miedo te orinas? Yo estoy de acuerdo con él si lo que se afirma es la importancia de tener liquidez a la hora de enfrentarse al día a día. Es mejor tener dinero, sobre todo contante y sonante, que estar sin blanca. Hasta ahí de acuerdo. Pero si uno lee sus metáforas se plantea si no sería mejor hablar de una metáfora de lo gaseoso. Porque lo líquido puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero desde luego no es evanescente. De hecho, puestos a buscar un proceso actual de la sociedad que sirva como metáfora de lo que sucede ante nuestros ojos, habría que hablar de la sublimación, porque las cosas pasan de ser sólidas a ser gas, y esa sensación la tenemos tanto con los objetos materiales como con valores y pensamientos. A mí la sociedad me parece efervescente. La mayoría de los libros, de las películas, de las conversaciones que me llegan se deshacen al contacto conmigo -yo soy el agua, me gusta pensar que soy más denso- y se convierten en unas burbujas -muy a lo el Sloterdijk de las esferas, ¿no?- que poco o nada me aportan.
La verdad es que, entre que a veces la prosa de Baumen se pone muy tostonera, y lo cansino del discurso líquido, he decidido acercarme a uno de los videoclubs pijos de mi barrio -ahora los llaman debetecas- y pedirle al dependiente Operación Dragón. Al menos viendo las pelis de Bruce Lee uno ve las ventajas de ser agua -be water my friend- y se divierte. Porque anda uno ya hasta la coronilla de sociólogos y de filósofos que en realidad no hacen sino decirle a uno cosas que ya sabe.