08 febrero 2006

Doble rasero

Anda el gallinero revolucionado -¿se puede decir gallinero a un lugar lleno de bípedos aunque sean implumes?, sí, porque nos comportamos como gallinas- con lo de las caricaturas de Mahoma en el periódico danés. ¿Quién le iba a decir a los daneses que iban a entrar así en la historia, ellos, tan calmados, que todo lo más tenían a un príncipe ideado por un inglés y a una selección que llegó de cenicienta invitada y se llevo una Eurocopa de un modo histórico?
A las totalmente desproporcionadas protestas de los países islámicos -que no están haciendo sino magnificar algo que, de no haber dicho ni media palabra, se habría olvidado a los dos días, como toda viñeta de periódico-, hay que unir los despropósitos que se están pudiendo leer en periódicos, escuchar en radio y televisión y hasta por la calle.
En el artículo de opinión que publica hoy en El País Olivier Roy se señala la falacia en la que están cayendo muchos al decir que todo este revuelo viene dado por la política privativa de libertades de los países islámicos, frente a la libertad del mundo occidental. Para empezar hay que tener en cuenta que el periódico danés en el que se publicaron los dibujos es inencontrable en Madrid, mejor no imaginarse lo que debe ser encontrarlo en alguno de los países islámicos donde se están produciendo los altercados. Por lo tanto se deduce que alguien -y todo apunta a la comunidad musulmana danesa- se ha dedicado a propagar la noticia con un afán evidentemente intencionado. Me gustaría saber si no está promocionado por algún gobierno con el fin de justificar la "cruzada" de George Bush y aliados para acabar con el "extremismo musulmán". Ahora que el apoyo a la política de ataques preventivos está en sus horas más bajas, qué mejor excusa que demostrar el extremismo de estos países y sus gobiernos. Ahora que Irán se muestra díscolo a las grandes potencias -¿por qué unos sí pueden tener armas nucleares y otros no?- sacar a relucir la idea de un mundo árabe peligroso y hostil hacia occidente parece más oportuna que nunca.
Por otro lado sorprende la facilidad con que el europeo se coloca la medalla de la defensa de las libertades y condena a comunidades religiosas foráneas por su extremismo.
En Madrid, el Centro Jurídico Tomás Moro se ha querellado contra Leo Bassi y el teatro Alfil por su obra "Revelación", ya que según ellos ofende los sentimintos religiosos. Dice, y copio textualmente del artículo publicado en La Vanguardia -una vez más hay que leer prensa de fuera de Madrid para saber qué sucede aquí, no sé por qué por aquí se tapan todos los excesos que se cometen, la verdad-: "El contenido de la obra y la intención del intérprete, como viene a reconocer éste durante la representación, es ofender a todo aquel que tenga creencias religiosas. Tal proceder está penado en el artículo 525.1 del Código Penal con una multa de 8 a 12 meses"
Bien, en España, por lo tanto, no existe esa libertad de expresión de la que tanto nos enorgullecemos. De haberse publicado esas caricaturas en España -donde se han reproducido- los representantes de la religión musulmana estarían en su derecho de pedir responsabilidades penales ante los jueces.
Esta asociación cristiana es la misma que presentó una denuncia contra Íñigo Ramírez de Haro cuando estrenó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid la obra "Me cago en dios". De hecho, si hacen memoria, recordarán que hubo agresiones y actos violentos en una de las representaciones.
Los fundamentalistas no son diferentes, vivan en Islamabad o en Madrid. Si vamos a pedir a las autoridades del mundo islámico que los controlen vamos a exigir primero que en casa suceda lo mismo.
Como reza el dicho: o follamos todos o la puta al río.