01 febrero 2006

La mendicidad subsidiada

Que la mendicidad se ha convertido en un modo de vida es un hecho innegable. Hay verdaderas mafias que se distribuyen las mejores esquinas, que "ambientan" a los mendigos con muletas y con niños si es necesario. Las pocas veces que un periodista ha hecho un trabajo de investigación serio ha demostrado que es más rentable pedir en la puerta de una iglesia de un barrio bien que muchos trabajos de ocho horas.
Por eso no debe extrañarnos que la gente del cine haya hecho de la mendicidad una posibilidad más de financiar una industria moribunda. Ayer, en el programa Enfoque del segundo canal de la televisión pública española, hubo un debate sobre el estado del cine español y sus principales problemas. Entre los invitados estaba David Trueba, un escritor y director cinematográfico solvente. Por eso ha sido una verdader desilusión ver que el señor Trueba considera que las ayudas que recibe el cine español no son tales, sino tan sólo una compra.
Como editor he de decir que me parecería maravilloso que el ministerio de Cultura me comprase por anticipado media edición del libro. Me permitiría abaratar costos, pagar dignamente al autor, y reservar mi dinero para la promoción del libro. Pero a David Trueba le parece que eso no está bien, que el Ministerio de Cultura debería dar dinero a fondo perdido -cosa que, por cierto, ya hace- para que se hicieran las películas.
Bien, es una posibilidad. Vamos a pagar a todo artista que se considere como tal para que trabaje, sin importar lo que haga, para que se divierta. Total, somos primer mundo, podemos permitírnoslo. El artista mendigo se torna así, más que una desgracia, una salida natural dentro de las muchas que puede tener un autor.
Aunque, puestos a ello, preferiría que el estado pagase a la gente por no escribir, por no pintar, por no hacer películas, por no opinar desafortunadamente en los medios de comunicación. A ver si así al menos alguien se haría artista porque sí.