De lo que no se habla tanto, aunque no es menos turbio y sí mucho más lamantable en un mundo como el actual, repleto de imágenes que nos salen al paso sin criterio alguno, es el tema de los plagios, cuando no robos de portadas. Cualquier búsqueda de imágenes en la red nos sirve para hacernos una idea de la enorme cantidad de instantáneas que disponemos. ¿Por qué, entonces, vemos tanto gato por liebre en el mundo editorial?
Pongamos ejemplos, que siempre es más jugoso.
La editorial Fuentetaja edita en 2004 el libro de Antón Chéjov que aparece en escorzo a la izquierda, y en el año 2006, la editorial Acantilado, ni corta ni perezosa publica el libro de la derecha.
Pues sí, no hace falta ser muy listo para ver que el equipo de diseño de Acantilado ha escaneado la portada de una edición, ha cortado la imagen por donde no había letra alguna y la ha colocado en la portada. Debe ser que no hay fotos de Chéjov en estos mundos de Dios.
Hay veces que se tira de la misma imagen, pero al menos pagando derechos, porque no hay manera de reutilizar la portada de una edición para hacer la otra.
Veamos a la izquierda la portada del libro La Isla de la Pasión, de Laura Restrepo, editado por Alfaguara en septiembre de 2006, y a la derecha la de La escafandra,de José Carlos Llop, editado por Destino en noviembre de 2006, apenas dos meses de diferencia. Esta última se ve un poco mal porque la imagen que la editorial tiene colgada en la web no es para tirar cohetes, pero se aprecia que es la misma foto.
Eso, sí, los editores y los departamentos de diseño se justificarán diciendo que son tendencias.
Los escritores, por desgracia, no se pueden escudar en eso, no solamente les hacen escribir mil palabras por cada imagen, sino que tiene que ser todas originales y suyas.