Hoy hemos amanecido con una noticia que, seguramente, no gustará a la mayoría y que muchos usarán convenientemente manipulada para sacar votos y atacar a sus contrincantes en las urnas, pero que, al menos, nos sirve para comprobar que todo el mundo no se ha vuelto loco en este país.
Se trata, evidentemente, de la decisión del Tribunal Supremo por la que se reduce la sentencia contra De Juana Chaos de doce años y siete meses a tres años de privación de libertad. Hay que recordar que el miembro de ETA está desde hace año y medio en prisión preventiva a la espera de la sentencia firme por esta causa. Y conviene no olvidar que De Juana ha cumplido ya su condena por veinticinco asesinatos. En aquel momento se le condenó a tres mil años de cárcel, pero, como puede saber cualquier ciudadano, en España no hay cadena perpetua, y los presos pueden cumplir un máximo de treinta años de prisión, cantidad sobre la que se realizan las reducciones por buen conducta y demás. En resumen, De Juana pasó veintidós años de su vida en prisión por veinticinco asesinatos. Si las matemáticas no me fallan, eso hacen unos diez meses y medio por víctima.
Lo que se estaba pretendiendo ahora, que era lograr una condena de doce años por dos artículos es, de todo punto, absurdo. Eso da seis años por artículo o, lo que es lo mismo, casi siete veces más condena por artículo que por un asesinato. Pero, claro, es más rentable políticamente para algunos cometer el error de convertir a De Juana en un mártir, y mandarle de ese modo a los seguidores de ETA -que son a los que hay que convencer de que dejen la violencia, no a la mayoría de los españoles de que tomen venganza- el mensaje de que por pensar, por ideología, se va más años a la cárcel que por matar.
La ecuación es muy sencilla: es más peligroso pensar que matar. Porque, y ahí es donde reside el problema, pensar puede ser un camino para la rebelión, sobre todo para la rebelión frente a unos políticos que se muestran cada día no ya incapaces, sino directamente inmorales. Yo, como cualquier ciudadano, presencié con verdadero asco el rifirafe que declaraciones y de actitudes tras el atentado de Barajas, a lo largo de las distintas manifestaciones y el que todavía hoy presenciamos. Y decir que es lamentable es quedarse corto. Es indignante.
Supongo que, por eso, los políticos acostumbran a pensar poco, sí que cometen delitos, cohchos, prevaricaciones. Pero pensar, eso no, que es por lo que más te cae.
Uno siempre he defendido una democracia participativa en la que los ciudadanos tengan mayor peso en las decisiones, en el que no se restrinja todo a ir a votar cada cuatro años y firmar así un cheque al portador a cuatro pelagatos para que se lucren y demuestran no estar a la altura de las decisiones que deben tomar. Ahora, con estos demagogos de todo a cien, uno se conforma ya con que los votos en blanco fueran representativos en el reparto de escaños, estoy seguro de que la mayoría de los españoles dejaría el congreso vacío. Total, iba a dar lo mismo.