Estaba en el despacho de una casa que no conozco. Sentado. Y sobre la mesa descansaba, abierto como un tejado y con la cubierta hacia arriba, un libro.
No distinguí el título, pero sí una foto de Sergio Pitol que ocupaba casi toda la portada y el logotipo del Fondo de Cultura Económica.
Nunca he visto un libro así. No creo que exista, pero tal vez me equivoque.
Apenas comenzaba a leerlo por la página en la que estaba abierto caí al suelo.
Muerto o cataléptico, no lo sabría decir.
Entonces me he despertado.
Estaba extrañamente tranquilo.
Antes de que se me olvidase todo esto lo he transcrito, no fuera a ser que la ducha se llevara también el sueño.