16 octubre 2006

De puente por Barcelona


He estado este fin de semana -¿o era un puente?- en Barcelona. Hacienco esas cosas que uno no hace nunca en Madrid como estar todo el día yendo de aquí para allá en bicicleta, preparando comidas -siempre de pinche, eso sí-, bebiendo pocas copas y mucho vino. Supongo que sientiéndome un poco europeo, que es lo que hacemos los españoles en Barcelona -y también los catalanes.
La ciudad estaba empapelada con un montón de carteles electorales, de hecho, en una ciudad donde quieren quitar los quioscos de animales de las Ramblas por "cutres" y exigir un mínimo de calidad a los mendigos con ínfulas artísticas -que son esos que se maquillan y hacen de estatua en las calles-, no tiene el empacho de tener la mitad de los árboles cubiertos con cartones "destinados a la propaganda electoral". Fascinante.
Me han gustado mucho los carteles. Por ejemplo, Montilla, que ha contratado a un humorista del Terrat para que le vaya haciendo los discursos -es de agradecer que haya contratado a alguien que trabaja con Buenafunte y no con Ana Obregón, todo hay que decirlo- tiene un eslógan un poco contradictorio: "Hechos, no palabras".
El de Iniciativa per Catalunya- Verds es muy bueno, porque une dos anacolutos: Hay una manera inteligente de ser de izquierdas y Hay una manera decente de hacer política. Bien, pero en ningún caso hay nada que nos haga pensar que la respuesta sean ellos.
Convergéncia i Unió se limita a expresar con garabatos que es mejor un garabato convergente que un nudo tripartito. Muy Tápies para mi gusto. Qué cruz.
Del PP no hablo -no gasto el tiempo en menudencias, y los populares en Catalunya lo son. De ERC he visto poca cosa, la verdad, así que creo que son los únicos que hacen verdadera política catalana -gasta poco, quiero decir.
Me ha gustado el de Ciutadans, que acompaña el post. Porque es el único que refleja cómo se siente el hombre de la calle ante los políticos: en pelotas, indefenso. El Espada me provoca bostezos, pero con Boadella me parto, paradojas de este partido.
Pero, a la hora de la verdad -y como no tengo derecho a voto en estas elecciones, ando empadronado en Madrid- haré como Empar Moliner, y me iré a un bar a provar alguno de esos cóctails de los que habla en su blog electoral. Por lo que leo de los autores de allí -Monzó, Pàmies, Moliner- gustan mucho los cocktails, la mezcla, igual que en el Parlament.