Cuántas historias quedan por escribir es cuestión de estadística. Desde los trabajos de Propp y Greimas sabemos que un argumento es un puro efecto de combinatoria. De estos trabajos se están sirviendo hasta la saciedad los guionistas de Hollywood, y hoy hay, incluso, programas de ordenador que componen historias perfectamente convincentes. Naturalmente, los idiotas siguen repitiendo como loros que lo que esperan de un libro es que les cuente una buena historia. Yo no es que no sea idiota -lo soy a ratos- pero busco leer y escribir cuentos fuera de esa mecánica previsible, o puerilmente sorpresiva, que implican las "historias". Uno es idiota y no, lo real es discontinuo, tiene grietas, no obedece a la lógica, no se rige por la causalidad. Es falso que la vida tenga forma de "historia". Un texto artístico es una peripecia del sentido... Y esto es lo que hace, precisamente, que aún queden muchos cuentos por escribir.
Esta maravilla no la he dicho yo, la he transcrito porque es de mi amigo Ángel Zapata, y me parece tan cargada de verdad que se merecía pasearse un rato por aquí para que todo el que quiera la lea.