He bajado al bar de enfrente de la oficina para echarme un café al cuerpo y he estado echando un ojo al periódico al que están suscritos en esa santa casa -y digo santa porque como ya hay confianza me fían si es necesario- que no es otro que El Mundo.
Como hago siempre me he dirigido a las páginas de Cultura que son las que me interesan y me he encontrado con un texto sobre la edición del cómic de David Mazzuchelli "La ciudad de cristal", basado en la novela homónima de Paul Auster.
El artículo, no voy a citar el nombre del periodista para no darle publicidad inmerecida, es un desastre. Gasta mucho tiempo en decidir si es o no una novela gráfica, que es algo que preocupará a un estudioso del género, aunque ese estudioso sabrá que eso de la graphic novel es un invento de un editor yanqui y del dibujante Will Eisner para colocar lo que en Europa, donde siempre ha habido mayor cultivo del cómic dirigido a adultos, se llama álbum.
Luego obvia el hecho de que este cómic, -o tebeo, qué narices- ya se publicó en España. Lo hizo la gente de La Cúpula, en el sello Brut Comix, y lo hizo a un precio mucho más económico, en tres entregas de unos dos euros cada una. No sé si la traducción es mejor o peor en esta edición -aún recuerdo que la edición en un solo volumen de Watchmen estaba mucho peor traducida que la original en doce comic-books de Zinco-, pero sí sé que es la edición británica, de Faber & Faber con prólogo de Art Spiegelman que también tengo en casa. O sea, que novedad, lo que se dice novedad, poca.
Pero lo mejor es que resulta que al inicio del artículo habla mucho de Paul Auster, pero poco o nada de Mazzuchelli. Y cuando lo hace nos enteramos de que, gracias a esta obra es hoy quien es dentro del panorama editorial estadounidense.
Pero resulta que no, que el señor Mazzuchelli lleva publicando cómics desde los años ochenta. Que desde el principio todo el mundo habló de él como heredero de la síntesis de Gene Colan, y de su proximidad a la línea clara franco-belga, algo muy extraño dentro de la profesión yanqui.
Y que tan prestigioso era que el guionista y dibujante más prestigioso del cómic norteamericano, el hoy ya famosísimo Frank Miller -léanlo antes de ir a ver Sim City y sabrán porque es grande-, le eligió a él para plasmar en imágenes dos de los cómics fundamentales del género, publicados en su día dentro de las series habituales de los personajes protagonistas -Daredevil y Batman- y luego reeditados como álbumes únicos e imprescindibles: Daredevil: Born Again y Batman: Año uno. Los dos los puede comprar en cualquier librería de cómics especializada.
Pero para saber esto no es necesario ser un fanático del tebeo, ni tan siquiera un aficionado ocasional como es uno, basta con buscar en Internet.
Por eso, teniendo en cuenta que este hombre ha escrito un artículo para el que, casi seguro, no ha leído el tebeo en cuestión, sino tan sólo el dossier de prensa de Anagrama -y esto habría que verlo-, uno se plantea si es tan difícil ponerle a este chico un ordenador con conexión a Internet en su periódico, y por qué no han hecho otro tanto en Anagrama a la hora de hacer la campaña de prensa con el responsable.
Tras decir esto es posible que me hagan llegar un ejemplar con su dossier y que uno se encuentre conque todo lo que yo he dicho está incluido en dicho dossier. Entonces me meteré la lengua en el culo, pero hoy nadie me quita la alegría de poder decir que hay mucha chapuza en el mundo de la comunicación.