Las tesis que plantea son muy claras, una arquitectura que se acerque al pueblo y que abandone el elitismo del que siempre hace gala -quizá sean los arquitectos los últimos déspotas ilustrados que le dicen a la gente cómo debe vivir sin acercarse a sus sentimientos- para conseguir viviendas, entornos, al gusto de lo que la gente realmente demanda. La propuesta es provocativa, a qué mentirnos, y por eso mismo muy interesante. Scott Brown no tiembla a la hora de designar los ejemplos a seguir, por ejemplo, se pregunta cómo vivirían las clases bajas si pudieran permitirse mayores lujos, y no duda al señalar como modelos las estrellas de televisión o del deporte, que en muchos casos son ejemplos de ascenso social vertical sin una base educativa -así, como suena- y sus casas de nuevos ricos, pretenciosas y horteras como ejemplos a seguir.
La pregunta que quiere hacer es, en el fondo, sencillísima: ¿Cómo hacer casa al gusto de la gente con calidad? Y su apuesta está en aprender el pop. Analizar los ejemplos que la evolución natural de la sociedad expone, como la ciudad de Las Vegas para distinguir los aspectos beneficiosos de esa expresión natural. Viene a decir que, si analizamos el pop con la misma generosidad y respeto con que analizamos las grandes obras maestras del pasado podremos aprender a utilizar sus aciertos dentro de nuestra planificación urbana y construcción arquitectónica.
Ahí es donde este texto evidencia como ha pasado el tiempo por él. Sin piedad. Porque hace treinta y cinco años el pop era un movimiento en expansión, novedoso, y que era visto con recelo por los altos estamentos culturales. Pero hoy el pop está en los museos, ha pasado de ser contracultura a ser una parte más del mercado cultural -una de las partes más rentables, de hecho. Ahora el pop se contempla como arte y se respeta, se usan sus hallazgos. Y no por eso es mejor la arquitectura o el urbanismo, al contrario.
Todo eso nos lleva a plantearnos que, o bien Scott Brown y su marido no estaban en lo cierto, o que hay un problema serio a la hora de gestionar esa herencia pop. Y ambos supuestos no son nada halagüeños.
Denise Scott Brown Aprendiendo del pop Gustavo Gili, Barcelona, 2007