03 mayo 2007

Tengo un problema con Sr. Chinarro



Con la agitada preparación de las actividades que, con motivo del día del libro -en Madrid se han encargado de que ahora tenga una hermana melliza llamada La noche de los libros- realizamos en los Talleres, no he tenido tiempo casi para dedicarle al blog, así que aprovecho este espejismo de calma que es el puente del primero de mayo para contar algunas cosas que no me gustaría que se quedasen en la cajonera.
A eso de las doce de la noche del día 23 de abril asistí a un concierto único, el que ofreció Sr. Chinarro dentro del programa de actividades del evento ya mencionado. En los grandes almacenes de cultura donde estaba programado debieron quedarse a cuadros al ver la cola que había en la calle y el absoluto lleno del concierto, más teniendo en cuenta que eran las doce de la medianoche de un lunes y al día siguiente era laborable. Y también debieron sorprenderse, como lo hice yo, por lo variado de la concurrencia. Jóvenes indies, maduros, pijos de mediana edad, extranjeros... O sea, gente de todo pelaje, porque las letras de Antonio Luque hablan de todas las cosas que pueden asaltarle al pensamiento a un tipo corriente que vive en este mundo de hoy, y por eso llegan a todo el mundo.
En España tenemos la fea costumbre de despreciar lo que no conocemos, casi por sistema, y Sr. Chinarro ha pasado muchos años desapercibido precisamente por no ser alguien famoso, por no sonar a conocido. Ya con su anterior disco, El fuego amigo, realizado con el apoyo de Los Planetas -y de J en particular- llamó la atención de todos los críticos y enterados que hasta entonces desconocían su nombre -y uno está en este grupo, no voy a andar poniéndome medallas que no son mías- y con la edición de El mundo según, reforzada por una campaña de medios eficaz con videoclip incluido, se ha convertido en el fenómeno del año, y basta como demostración que en todos los programas de televisión, en todas las radios, en todas las revistas, en multitud de blogs no para de hablarse de la poesía, mezcla única de surrealismo y de chispazos cotidianos, de sus canciones.
A mí me gusta que la gente se acerque a las canciones de Antonio Luque porque, aunque soy de los que se niegan a difundir el nombre de los sitios que a uno le gustan, no vaya a ser que se llenen de gente, los discos de Sr. Chinarro los puede escuchar cada uno en su casa, y así uno ve como a alguien que merece la pena le van las cosas bien sin que el resto de sus seguidores le den a uno guerra. Pero uno puede encontrárselos en los conciertos, y aunque esto vaya contra mi interés y mis gustos, tengo que recomendar a todo el mundo que vaya a ver un concierto suyo en cuanto pueda.
En el que ha motivado este comentario uno sólo pudo disfrutar de Antonio Luque, su voz y su guitarra, porque no llevó a ningún músico de acompañamiento al concierto. Pero dio igual. Se repaso unas siete canciones de su último disco y, sin ceremonia alguna, avisando al respetable de que podía olvidársele la letra de alguna canción o alguna melodía, comenzó a desgranar cuatro canciones nuevas, a cual mejor, llenas de ironía de aciertos líricos, que hacen que, cuando hace menos de un año que sacó disco, uno esté ya esperando uno nuevo como agua de Mayo.
No sé cómo debe ser un síndrome de abstinencia de Sr. Chinarro, yo en cuanto quiero escucharles me pongo el disco y punto, pero empiezo a tener ganas de volver a escuchar esas canciones que cantó y no tengo en disco, y no sé si eso quiere decir que estoy enganchado, pero sí desde luego que tengo un problema con Sr. Chinarro.