20 marzo 2006

Los aplausos

De un tiempo contemplo, bueno, mejor dicho, escucho, con cierta perplejidad los discos en directo de algunos grupos. Como les sucede a muchos aficionados de la música no soy un gran aficionado de las grabaciones en vivo, que a fin de cuentas vienen a ser una mezcla de grandes éxitos con halago del público. Por eso sólo compro este tipo de discos cuando tengo la certeza de que traen algo nuevo, de que contienen un material que, de cualquier otro modo, no podría escuchar. Sobra decir que sólo compro discos en directo de grupos de los que soy fan, así, sin ningún otro término que lo aligere. Fan.
Pues bien, para mi sorpresa esa parte que siempre se tenía presente en los discos en directo, lo llaman el público y suele ser esa gente que canta a voz en grito desafinada o da unas voces enormes fuera de tiempo, como cualquiera que haya estado en un concierto podrá reconocer.
Lo sorprendente es que, y ya me ha pasado con varios discos, dejan unos ocho o nueve minutos de aplausos, sin bises ni nada. Yo entendería que lo dejasen si luego escuchamos un bis, le daría un toque de verosimilitud al disco, y todo en un momento en que el público sí tiene su importancia, ya que es cuando se puede expresar -otra cosa es que esop sirva para algo, porque los grupos, a poco serios que sean, tienen ya el repertorio cuadrado, con el o los bises que correspondan y punto, pero bueno, a la gente le gusta pensar que están improvisados, y eso es bueno.
Pero lo sorprendente es que no, que simplemete dejan ahí la muestra de lo contenta que se ha quedado la gente, es un monumento más a su ego que afea mucho un disco, la verdad. A mí personalmente me recuerda a los comentarios horribles de Saramago en sus diarios, esas anotaciones del tipo: Doctor Honoris Causa por la Universidad Tal o Cual, los estudiantes han estado cuarente y cinco minutos aplaudiendo. Pues eso, que vivirlo debe ser muy bonito, pero dejar constancia de ello para el futuro como muestra del ego demuestra de la pasta que está hecho cada uno.