La escritura diaria, metódica, que realiza el diarista y, hoy por hoy, el bloguerista serio, tiene una representación simbólica evidente en la laboriosa actividad de la araña, que emplea horas y días en construir una telaraña que le ha de servir, al mismo tiempo, de morada y de coto de caza.
Del mismo modo que la araña escoge un rincón desde el que comienza a levantar la compleja arquitectura de su obra, un diarista escoge también un rincón desde el que analizar el mundo, desde el que diseccionarlo e intentar compenderlo. El escritor va, poco a poco, tomándole medida al mundo, y va rellenando los huecos que los primeros trazos, siempre apresurados, ha dejado. Del mismo modo, la araña va cada vez ciñendo más la trama que ha construido, haciéndola más tupida en cada momento hasta convertirla en una red de la que ningún insecto podrá escapar. No importa el tiempo que pueda demorar su trabajo, la araña y el escritor pueden dedicar toda la vida a construir su obra.
Las similitudes no terminan ahí. La araña extrae de su interior el material con el que construye su obra. La imagen es evidente, el escritor hace lo mismo, escribe con el producto de su experiencia, exprime sus pensamientos y vivencias para sacar de dentro de sí su escritura. No creo que sea casual que un autor como Kafla haya sido el más paradigmático ejemplo de diarista que ha dado la literatura.
Pues bien, hasta aquí tampoco creo que haya dicho nada novedoso o que un lector, de libros o de la realidad -aunque no sé si son cosas distintas- medianamente atento no haya descubierto por sí mismo.
Lo curioso es que en la feria Expociencias celebrada en Puebla, México, en 2004, dos estudiantes de la Universidad de Veracruz -Zabdiel Domínguez y Alejandra del Carmen Gómez Gómez, que hoy tienen 23 años-, presentaron un proyecto para usar la telaraña de la variedad de araña llamada Nephila maculata, que cuenta con una nutrida población en los cafetales de Coatepec, como hilo de sutura en las operaciones. Tan resistente como el hilo quirúrgico, sus propiedades antisépticas y anticoagulantes la convierten en un material idóneo para las labores médicas.
No sé si el diario, o el blog, tiene virtudes terapeúticas, pero, al menos en mi caso, sí que puedo decir que ayuda mucho a cerrar las heridas, a ayudar a que las cicatrices cierren de un modo más rápido y que no lo hagan en falso la escritura sistemática de la que ni la vida ni la literatura salen a salvo. Sirve como sutura de pensamientos, de intuiciones, de errores, por qué no reconocerlo.
Tal vez lo más parecido que haya a una Nephila maculata sea un escritor de diarios.
Créditos de la fotografía: La fotografía es de un profesor universitario extraordinariamente suspicaz llamado Andre Nantel, tiene una web excelente llamada http://www.digitalapoptosis.com/ donde se pueden encontrar muchas imágenes sorprendentes.