27 marzo 2006

Un cuestionario

Me llegó esta semana pasada un cuestionario de una revista gratuita de distribución en una universidad madrileña para que, como coordinador general de los talleres de escritura Fuentetaja, respondiera a una serie de cuestiones. Ante la imposibilidad de muchos de llegar a tener la publicación entre sus manos, copio aquí el cuestionario íntegro con mis contestaciones. Así alimento mi ego un poco y os distraigo un ratillo.

Antonio José Rodríguez Soria escribió:
Estimados miembros de la Escuela Fuentetaja:
Como redactor jefe de la sección de letras de una de las publicaciones periódicas de distribución gratuita promovidas por la Universidad Complutense de Madrid, entro en contacto con ustedes, quienes promueven el arte desde lo más elemental del creador: su formación, para conocer su perspectiva sobre nuevas tendencias literarias al mismo tiempo que hacemos llegar a un importante sector estudiantil el nombre de su grupo.
Les proponemos una serie de preguntas a modo de guía para que ustedes desarrollen una breve redacción sobre la actualidad literaria. Asimismo comprendemos lo valioso de su tiempo y a cambio ofrecemos la posibilidad de publicitar la escuela a un extenso número de estudiantes posiblemente interesados en la formación de aptitudes artísticas en las facultades, entre otras, de Filología, Bellas Artes o Ciencias de la Información. Igualmente, pueden ustedes apostillar las reflexiones que consideren oportunas o conformen la filosofía de Fuentetaja.

Desde la filosofía de Fuentetaja, ¿qué aptitudes son esenciales para la irrupción de nuevos escritores en la actualidad? ¿Qué distingue a los alumnos de Fuentetaja como escritores?
Si denominamos irrupción a su publicación, evidentemente el mercado editorial busca autores convencionales, como los que hoy por hoy venden, y que, por lo tanto, consideran que les resultarán rentables.
Nosotros, en los talleres de escritura Fuentetaja -me gustaría, por cierto, que en la medida de lo posible quede claro que nos somos la misma empresa que la librería aunque haya muy buena relación entre ambas-, buscamos que el alumno aprenda a reconocer la literatura arriesgada y comprometida, la buena literatura, que va más allá de la literatura de mercado. Nos gusta pensar que un alumno de nuestros talleres ha aprendido a escribir mejor y a reconocer la gran literatura.
¿Cómo describe la literatura que se está publicando en estos momentos? ¿Existen elementos característicos que la definan? ¿Qué modas literarias hemos encontrado a lo largo de los últimos cinco años? ¿Qué tendencias encuentra en el presente y cómo augura el futuro para la nueva literatura?
La mayoría es una literatura acomodaticia, de una autocomplaciencia pasmosa. Como además los medios de difusión masivos están controlados de modo casi total por grupos económicos con intereses editoriales esto se complica, porque se ensalza a autores de una calidad muy pobre, cuyo único objetivo es vender libros.
La literatura que se hace hoy en España es, mayormente, una literatura banal, de escapismo, con personajes burgueses y preocupaciones totalmente superficiales. Eso que se llamó Nueva narrativa española, y cuyos buques insignia eran, y siguen siendo, Javier Marías, Muñoz Molina y demás es de una intrascendencia espeluznante. Pero lo peor es que la siguiente generación que está apareciendo se ha formado, en buena medida, en el pecho de estos autores, y sus libros se resienten de la misma autoindulgencia y trata de los mismos asuntos pero desde una perspectiva algo más juvenil aunque igualmente simplista.
Creo que el futuro de la literatura será más o menos el de hoy, una corriente general con libros de escasa calidad -con algunas excepciones, tampoco es todo tan negativo- y una línea más subterránea, que se mueve en editoriales más pequeñas y ahora a través de la libertad que ofrece Internet, en la que el lector más ambicioso se sentirá más reconfortado.
A diferencia de otras manifestaciones artísticas de masas como el cine o la música, la literatura implica activamente al lector. A partir de los éxitos económicos cosechados en otras artes, y sin olvidarnos que las editoriales son sociedades con ánimo de lucro, ¿se espera economizar las amplias posibilidades de la literatura para llegar a un público más amplio? ¿Se implantará un estilo ameno, que se asimile incluso al cine y exija no demasiado esfuerzo al lector?, ¿o por el contrario es inevitable, por la propia naturaleza de la literatura, que siga siendo un arte menor?
Como decía antes, Internet se ha convertido en un eficaz método de difusión de ideas sin intermediarios. Hoy por hoy es barato y cada uno tiene libertad absoluta en cuanto a contenidos. Por ahí se puede difundir mucha y muy buena cultura.
Bueno, ese estilo que usted denomina "ameno" y yo llamaría vago ya existe. El éxito editorial de engendros como los de Dan Brown así lo demuestra. La literatura que se vende es una literatura que no exige esfuerzo al lector. No es algo novedoso, la gente es bastante holgazana y no está para muchos esfuerzos. Casi siempre ha habido unos libros que se vendían muy bien y otros que vendían menos pero que eran considerados las obras de referencia. El problema viene dado porque hoy los que entronizan a unos u otros autores como "intelectuales de referencia" son medios de comunicación integrados en las mismas empresas que las editoriales, las productoras o demás. Si uno cree, por ejemplo, lo que se dice cada semana en los suplementos culturales de los diarios, estaríamos en un momento dorado del arte, porque no paran de aparecer "obras maestras" a juicio de dichos medios de comunicación. Pero una lectura atenta demuestra que esas obras maestras son libros editados por la editorial hermana del periódico, o películas producidas o distribuidas por otra empresa del mismo grupo, y esto se extiende hasta el paroxismo. Así se produce la perversión de que se considera que un autor que vende es bueno, y eso es ilógico. Un autor que vende tan sólo hace eso, vender. Nadie en su sano juicio piensa que las Spice Girls son más importantes para la música pop que Bob Dylan, pero venden mucho más. Eso en literatura se está pervirtiendo, porque la realidad es que la gente no lee, y cualquier libro le parece algo ignoto, y se acerca tan sólo a los que ve en el metro, en el autobús o todo el día en la lista de los más vendidos. Que la lista de los libros más vendidos aparezca en un suplemento cultural -y aparece en casi todos- nos da una idea de hasta donde ha llegado el error. Debería estar en las páginas de economía, junto al precio del dinero o las cotizaciones de bolsa, pero no en la sección de cultura. ¿Es mejor Zafón que Platón por haber vendido más libros?
En los últimos años hemos presenciado una desmesurada explosión de libros cuya temática gira en torno a grandes conspiraciones y enigmas y misterios históricos y religiosos. ¿Cree que esta explosión está acabada o continuará dando nuevos títulos que respondan a las características estilísticas de esta tendencia?
La afición por el ocultismo siempre ha enraizado en el ser humano. Desde el principio de los tiempos. Hubo numerosos evangelios apócrifos que daban cuenta de qué había sucedido con los personajes de la Biblia, y en muchos de ellos la historia se deslizaba hacia este tipo de historias. El hombre no entiende el mundo, por lo tanto le resulta más fácil que le digan que hay cosas que se mueven lejos de él y que son las que manejan el mundo antes que asumir que no puede entender el mundo. Los filósofos llevan treinta siglos dedicados a ello, y tampoco han logrado respuestas concluyentes. No creo que la afición por el ocultismo se frene nunca, la verdad.
¿Qué importancia cree Fuentetaja que tienen la publicidad y los medios sobre la calidad literaria a la hora de vender un libro y colocarlo en las listas de los más vendidos?
Hoy por hoy un libro se vende por la campaña publicitaria que lo acompaña. Las grandes editoriales se encargan de colocar pilas de ejemplares de un libro en la entrada de las librerías, además hace anuncios en prensa y en televisión para que el consumidor -que es como en los grandes grupos editoriales se llama al lector- le suene y lo pueda encontrar con facilidad.
De todos modos, la trayectoria de editoriales como Anagrama, Tusqeutes, Pre-Textos o Quaderns Crema/ Acantilado demuestran que, a la larga, un edición con unos criterios de calidad en el contenido y unos mínimos en el soporte físico dan buenos resultados.
¿Existen escuelas y estilos contrastados, como en el pasado estudiamos en la literatura por épocas o las generaciones, que estén sacando a la luz estilos definidos?, ¿o podemos hablar de una mayor personalización?
El gran salto artístico que se produjo en los años ochenta, y que abarca a todos los campos, conocido como posmodernismo, tuvo un componente muy interesante, y es que fue liberador de las cadenas estilísticas que suelen atenazar a los creadores. Hoy un artista puede decantarse por un estilo más clásico o rupturista sin que eso conlleve una calificación automática de su obra. La crítica seria y los creadores valora a artistas de maneras tradicionales que transitan por caminos innovadores como a artistas de planteamientos novedosos para expresar ideas y sentimientos de toda la vida.
El género de la poesía ha perdido importancia respecto a la novela. ¿A qué cree que es debido? ¿Cree que ha sabido readaptarse este género a los nuevos tiempos o se considera un tanto más anquilosado? ¿Cómo se define el estilo, en caso de haberlo, de la nueva poesía?
Una de las grandes mentiras de la historia es que la poesía ha estado, en algún momento a la altura de otros géneros como la narrativa o el teatro. La poesía, como género, siempre ha jugado en otra liga. Siempre ha surgido en ambientes cultos, muy cultos, y con el tiempo sólo la mejor poesía se ha acercado al pueblo que la ha pulido, mejorado, y hecho suya.
Desde el mismo momento en que nace la novela esta se fue haciendo dueña del panorama literario gracias a su ductilidad y posibilidades artísticas. Por otro lado, el teatro fue siempre un medio de cuestionar al poder y sus mecanismos, y como durante unos años perdió -no sé si de un modo premeditado o no- esa capacidad de incidir en los mecanismo sociales, estuvo a punto de malograrse.
Hoy por hoy la poesía goza de la misma salud de siempre, para unos envidiable, para otros lamentable. La realidad es que nunca se ha publicado tanta poesía y nunca se ha leído tanta poesía -y hablo por datos mercantiles- ahora bien, si uno pretende tener un duplex céntrico gracias a la poesía de lo que hay que tildarle es de ingenuo o, más posiblemente, de mafioso, pero esas serían otras historias.
La poesía hoy, como toda disciplina artística, goza de una libertad absoluta, mayor todavía que la de la novela porque, al mover menos cuota de mercado, goza de una mayor libertad para expresarse.
Otra cuestión, mucho más interesante es que todo el gran arte, toda expresión creativa verdadera, debe contener poesía, debe estar dictada por la poesía. La palabra poesía viene del griego creación, el poeta es un creador, y toda verdadera obra de arte debe estar transida por esa verdad. La poesía está en todas partes si se sabe citarla o cazarla, en una novela, en el teatro, en el cine, en los diarios, incluso puede estar en un blog de Internet si su autor es capaz de llevarla hasta allí.