Anda el establo revuelto, a los gastos de peluquería de la Blair se añade otra muestra más de la eficiencia laboral de los políticos –esos a los que les basta con una legislatura de cuatro años para cobrar la misma pensión que un ciudadano está cotizando durante treinta y cinco- y que en este caso tiene como escenario Sevilla. Qué maravilla son los periódicos de fin de semana, entre peluqueros y chatarreros no echa uno de menos El Caso. Se conoce que entre la devoción de la semana Santa y la Feria de abril que comenzó este fin de semana los sevillanos se relajan, y les roban 105 toneladas de hierros que era en lo que había quedado convertida la cubierta que se construyó para la final de la Copa Davis en el estadio de la Cartuja. Tras desmontarla, y a la espera de una ubicación definitiva –que parece ser que iba a ser dividirla en dos cubiertas estables para otras dos instalaciones más modestas- las autoridades sevillanas habían abandonado la estructura desmontada en una finca sin vigilancia alguna. Total, que lo único que han tenido que hacer los ladrones es acercarse a la finca con unos camiones y llevarse los tubos.
Ya se comentó por estos lares lo bien que se puede uno ganar vendiendo un poco de hierro al peso. Supongo que la escultura de Richard Sierra patrimonio de todos los españoles que desapareció también de un almacén puede estar ahora fundida junto a estos tubos de hierro. Teniendo en cuenta lo fácil que es quedarse con tanto peso de materia física sin que a un político le preocupe demasiado lo que suceda con ello –al fin y al cabo no es su dinero lo que le pueden robar- me da miedo lo que se puede hacer moviendo unos numeritos de una cuenta a otra.
Sólo le queda a uno la esperanza de que el hierro de la cubierta o el de la estatua sirva para hacer las cárceles donde se pudran estos políticos. Aunque seguro que no, que al final se irán de rositas, como Acebes, han pasado ya dos años de los del 11-M y todavía no tiene juicio el tipo.