24 abril 2006

Y yo con estos pelos

¿Cuánto cuesta ganar unas elecciones? A tenor de lo que dice un portavoz de Toni Blair, que debe ser seguidor de las doctrinas de Maquiavelo, el fin justifica los medios, incluidos 410 euros diarios en peluquería. La beneficiaria de este generoso presupuesto ha sido Cherie Blair, que se gastó 275 liras diarias durante la campaña electoral que llevó a su marido a ser reelegido por segunda vez como primer ministros británico. Once mil quinientos euros en peluquería. Parece ser que es lo que cobra el lujoso estilista André Suard, que también acompaña a la primera dama inglesa en los viajes oficiales, aunque parece ser que en este caso el desembolso lo costea la propia Cherie Blair, algo de lo que se queja reiteradamente a sus amistades. Ahora le ha pasado la factura al partido Laborista, que sorprendentemente aceptó pagarlo –lo que no hace sino disparar las dudas de otros gastos que efectuarán y que se apuntan como “gastos varios” o “fondos reservados”-, y que al presentar las cuentas de sus gastos en la Comisión electoral del parlamento británico ha despertado la crispación de los propios integrantes del partido, que ven cómo les dan a sus rivales una oportunidad de oro para arremeter contra ellos. Además, estos datos evidencian que el Partido Laborista gasta más en el peluquero de la esposa del líder que en hacer campaña en todo el distrito de Liverpool.
La noticia ha causado conmoción por lo absurdo del asunto –hay dos noticias en el ABC, no es mentira, en la edición del Sábado 22 de abril aparece en la sección Internacional y en Gente, supongo que para llegar a todo el espectro de lectores del diario, y en la sección de Vida social de El País del mismo día- y no es para menos, porque es un síntoma más de la obsesión de Toni Blair por controlar la vida de los ciudadanos. Ya comentamos por estos lares los delirios megalómanos que le estaban haciendo legislar rápidamente para eliminar evidencias y pruebas en distintos ministerios –es alarmante el número de documentos que están desapareciendo en los archivos de varios ministerios de la Gran Bretaña- y potenciar con la excusa de la lucha antiterrorista el espionaje de los ciudadanos. Cómo no debe ser la obsesión de este hombre que la gente que tiene alrededor es la primera que se ha puesto las pilas hasta el punto de preocuparse en exceso por su imagen. Yo, la verdad, entiendo a la señora Blair, es una mujer que sabe lo poco cómoda que es a la vista, y al menos se encarga de ir bien peinada para no salir en ninguna de las fotos de los satélites con malos pelos.