«La ética es la estética del futuro.»
Lenin
«La verdad es siempre revolucionaria.»
Gramsci
«Y es que el público es un examinador, pero sin duda uno distraído.»
W. Benjamin
29 agosto 2010
De imbéciles y miserables
Lo único que consuela es saber que a estos mediocres no los recordará nadie cuando se mueran, de hecho nadie los tiene en cuenta aún estando vivos, y a otros llevamos una semana echándolos de menos desde que murieron.
22 agosto 2010
Fogwill ha muerto hoy
Llamado por los malos poetasSe necesitan malos poetas.Buenas personas, pero poetasmalos. Dos, cien, mil malos poetasse necesitan más para que estallenlas diez mil flores del poema.Que en ellos viva la poesía,la innecesaria, la fútil, la sutilpoesía imprescindible. O la in-versa: la poesía necesaria,la prescindible para vivir.Que florezcan diez maos en el pantanoy en la barranca un Ele, un Juan,un Gelman como elefante entero de cristal roto,o un Rojas roto, mendigandoa la Reina de España.(Ahora Españaha vuelto a ser un reino y tiene Reina,y Rey del reino. España es un tablerode alfiles politizados y peonesrecién comidos: a la derecha, negros, paralizados, fuera del juego).Y aquí hay torres de goma, alfilespolitizados y damas policialesvigilando la casa.A la caza del hombre,por hambre, corren todos, saltande la cuadrícula y son comidos.Todo eso abunda: faltan los poetas,los mil, los diez mil malos, cada unoarmado con su libro de mierda. Faltan,sus ensayitos y sus novela en preparación.Ah.. y los curricola,y sus diez mil applys nos faltan.No es la muerte del hombre, es una gran ausenciahumana de malos poetas. Que florezcancien millones de tentativas abortadas,relecturas, incordios,folios de cartulina, ilustracionesde gente amiga, cenascon gente amiga, exégesis, escolios,tiempo perdido como todo.Se necesitan poetas gay, poetaslesbianas, poetasconsagrados a la cuestión del género,poetas que canten al hambre, al hombre,al nombre de su barrio, al arte y a la industria,a la estabilidad de las instituciones,a la mancha de ozono, al agujerode la revolución, al tajo agriode las mujeres, al latidoinaudible del pentium y a la guerraentendida como continuidad de la política,del comercio,del ocio de escribir.Se necesitan Betos, Titos, Carlosque escriban poemas. Alejandras y Marthasque escriban. Nombres para poetas,anagramas, seudónimos y contraseñaspara el chat room del verso se necesitan.Una poesía aquí del cirujeo en la veredas.Una poesía aquí de la mendicidad en las instituciones.Una poesía de los salones de lectura de versos.Una poesía por las calles (venid a verlos versos por las calles...)Una poesía cosmopolita (subid a verlos versos por la web...).Una poesía del amor aggiornado (bajad a verpoesía en el pesebre del amor...)Una poesía explosiva: etarra, ética,poéticamente equivocada.En los papeles, en los canalesculturales de cable, en las pantallasy en los monitores, en las antologías y en revistasy en libros y en emisiones clandestinasde frecuencia modulada se buscanpoetas y más malos poetas:grandes poetas celebrados pequeños,poetas notorios, plumas iluminadas,hombres nimios, miméticos,deteriorados por el alcohol,descerebrados por la droga,hipnotizados por el sexoidiotizados por el rock,odiados, amados por la gente aquí.En las habitaciones se buscan.En un bar, en los flippers,en los minutos de descanso de la oficina,entre dos clases de gramática,en clase media, en barriosvigilados se buscan.¿Habrá en la tropa?¿En los balnearios, en los bañospúblicos que han comenzado a construir?¿En los certámenes de versos?¿En los torneos de minifútbol?¿Bajo el sol quieto?¿A solas con su lengua?¿A solas con una idea repetitiva?¿Con gente?¿Sin amor?No es el fin de la historia, esel comienzo de la histeria lingual.Todo comienza y nace de una necesidad fraguada en la lengua.Falsifiquemos el deseo:Te necesito nene.Para empezar te necesito.Para necesitar, te pidoese minuto de poesía que necesito, necio:quisiera ver si me devuelves el ritmo de un mal poema,que me acarices con sus ripios,que me turbes la mente con otra idea banal,y que me bañes todo con la trivialidad del medio.Y en medio del camino, en el comienzode la comedia terrenal, quiero vivirla necedad y la necesidadde un sentimiento falso.Se necesitan nuevos sentimientos,nuevos pensamientos imbéciles, nuevaspropuestas para el cambio, causaspara temer, para tener,aquí en el sur.Y arriba España es un panalde hormigas orientales:rumanas, tunecinos,suecas a la sombra de un Rey.Riámonos del Rey.De su fealdad.De su fatalidad.De Su Graciosa Realidad.La realidad es un ensueño compartido.La realidad de Españaes su filosa lengua pronunciando la eñey su mojada espada pronunciando el ordendel capital y la sintaxis.¡Ay, lengua:aparta de mí este cuerno de la prosperidad clavado en tu ingle,suturada de chips, y cubrenuestras heridas con el bálsamo de los malos poemas..!
14 agosto 2010
Libros modestos, historias verdaderas
18 julio 2010
Reseña azteca
Cosas raras. No he leído, todavía, una sola crítica o reseña medianamente concienzuda sobre Poesía en mutación en un medio español. Nada. Supongo que siguen pesando más los aspectos cuantitativos que los cualitativos, y la coincidencia con el engendro editado por Luis Antonio de Villena, donde hay más antologados, inclina la balanza a su favor frente al hecho de que en Poesía en mutación todos los que están son. En todo caso, gracias a la alertas de Google, me acabo de enterar de que en el Periódico de poesía de la UNAM de México sí que alguien la ha leído y, de refilón, habla muy bien de todos los poetas incluidos y en particular de dos de ellos, Elena Medel y Martín López-Vega. Quién, por cierto, no ha sido antologado en el libro de Visor, lo que ofrece un claro síntoma de la escasa calidad de la selección que se ha realizado allí. En fin, dejo el enlace ahí para quien quiera echarle un ojo.
Yuri Herrera por la puerta grande
11 julio 2010
Personajes literarios y escritores
Y, paradójicamente, aún ahora siguen siendo los grandes autores, los que tienen verdaderamente algo que aportar a la literatura, los que siguen pareciendo más sugestivos ante el objetivo de la cámara. Mario Bellatin, uno de los escritores más intensos y sofisticados de la literatura de hoy escrita en castellano, es además quien mejor suele dar en las fotos que, periódicamente, se deja hacer. Esta que sirve como ilustración del texto está sacada de su propio perfil de Facebook. Una foto construida y posada que, además de ser atractiva, tiene por protagonista a un escritor, no es una mera valla publicitaria.
09 julio 2010
Las virtudes de lo inmediato
Lo que se consideraba, en el pasado, cultura letrada (que era la única cultura legítima, por lo menos para los letrados) ya no organiza la jerarquía de las culturas y subculturas. Los letrados, ante esto, eligen entre dos actitudes posibles. Unos lamentan el naufragio de los valores sobre los cuales se fundaba su hegemonía como letrados. Otros celebran que los restos del naufragio hayan llegado a la costa, donde van armando un artefacto para explicar en qué consisten las nuevas subculturas y los usos populares de los desechos audiovisuales, Los primeros desconfían de las promesas del presente; los segundos, neopopulistas de mercado, creen fervientemente en ellas: los primeros son viejos legitimistas, porque todavía respetan una jerarquía cultural donde la cultura de la letra tenía un lugar hegemónico seguro, al abrigo de las pretensiones de otras formas culturales. Los segundos son los nuevos legitimistas, porque en el naufragio de la cultura de la letra y del arte culto, instalan su poder como descifradores e intérpretes de lo que el pueblo hace con los restos de su propia cultura y los fragmentos de la cultura massmediática de los que se apodera. Las cosas se han invertido para siempre: los neopopulistas aceptan una sola legitimidad, la de las culturas producidas en el cruce entre experiencia y discurso audiovisual; y consideran que los límites puestos a la cultura culta son una revolución simbólica en la cual los antiguos sojuzgados se harían dueños de un destino independiente por medio de las artesanías que fabrican con el zapping y otros recursos tecnológicos de la cultura visual. Ambas posiciones se enfrentan según una fórmula que se hizo célebre hace casi treinta años: apocalípticos (hoy diríamos viejos legitimistas, defensores irreductibles de las modalidades culturales previas a la organización audiovisual de la cultura) e integrados (los defensores asalariados o vocacionales de las industrias audiovisuales y de su nueva legitimidad cultural).
04 julio 2010
En medio de los mundiales

02 julio 2010
La virgen cabeza, de Gabriela Cabezón Cámara. Presentación en Madrid
Presentación en Madrid de
La Virgen Cabeza, editado por Eterna Cadencia
El encuentro con la autora tendrá lugar el próximo martes 6 de julio
en la librería Eléctrico Ardor (Pelayo, 62) a las 21:00
Dialogarán con Gabriela Cabezón Cámara
el escritor Carlos Salem
y el crítico literario Antonio Jiménez Morato.
La Virgen Cabeza, la primera novela de Gabriela Cabezón Cámara, relata la historia de amor entre Qüity, una cronista de la sección policial de un diario, y Cleopatra, una travesti que ha abandonado la prostitución a partir de su primera comunicación con la Virgen. Siguiendo los consejos de la Santa Madre, Cleo organiza la villa en donde vive y crea un pequeño Estado de Bienestar. Las miradas de ambas protagonistas se intercalan para dar cuerpo a una historia trágica y feliz a la vez, de fuerte impronta poética y agudo sentido del humor. La villa, las mafias, la policía, el Estado, la Virgen, los chongos, las putas, los chorros, las travestis, los niños, las chicas, los dealers, la SIDE, la cumbia, el exceso; un festival de elementos se encuentran o enfrentan en las páginas de esta gran novela que será toda una revelación para la narrativa contemporánea.
Con una lírica sobrecogedora y un estilo completamente personal para abordar el lenguaje coloquial, Gabriela Cabezón Cámara pasa con inteligencia de la tragedia a la comedia; de la nostalgia, el dolor y el odio, al vértigo y el frenesí de la cumbia, las plegarias, el alcohol y el sexo. Un relato en el que la marginalidad aparece como el mayor de los abismos. Pero también una historia de amor, delirio, mística y desenfreno, de un humor absolutamente candoroso. Sin dudas, una revelación para la narrativa argentina y latinoamericana actual.
La Virgen Cabeza ha sido seleccionada entre las finalistas del Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón, que se celebra entre el 9 y el 18 de julio de este año.
GABRIELA CABEZON CAMARA nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, en 1968. Es periodista y escritora. Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado relatos en diversas revistas literarias. En 2006 participó de la antología Una terraza propia. Actualmente trabaja para diversos medios gráficos de la Argentina. La Virgen Cabeza es su primera novela.
Revista Pezespada
19 junio 2010
Una literatura transparente
En el suplemento ABC Cultural de hoy aparece una entrevista a Sergio Chejfec con la excusa de la publicación en España de Baroni, un viaje (Candaya). Me parece que es más que interesante compartir las respuestas completas ya que, por falta de espacio, no ha podido aparecer la entrevista íntegra en papel.
1. ¿Por qué Baroni? Es evidente que la novela es, finalmente, una narración sobre Venezuela, un viaje destinado a profundizar en un país que te acogió pero, ¿por qué Baroni? De hecho, en el texto aparecen más artistas además de ella.
Diría que Rafaela Baroni tiene una personalidad absolutamente enigmática, y por eso mi elección. Me refiero tanto a su persona como a su personalidad artística o pública, que es multifacética y singular, una especie de combinatoria única en la historia cultural venezolana. El escritor cree que elige a un personaje o un tema pero puede haber un momento en que es elegido, o más bien conquistado por el objeto. Es un tipo de sorpresa derivada de la composición (y quizás sea uno de esos curiosos lazos vigentes entre la narrativa contemporánea y la novela del siglo xix). De hecho, este relato comenzó siendo una especie de ensayo sobre Rafaela Baroni. No quería escribir un ensayo crítico, y por eso la incidencia de la primera persona. Baroni posee aristas plenas y contradictorias, y tiene una historia personal tan plagada de situaciones excepcionales, se mueve entre el mundo rural y el urbano, entre la tradición y la modernidad, entre la religión y las creencias populares, entre el arte popular y el institucional, etc. que uno puede verla como una condensada cápsula de su país, Venezuela. Estamos acostumbrados a recibir símbolos o representaciones nacionales sin chistar. La novela me permitió imaginar una versión de Venezuela a través de Baroni. En un punto, Baroni y Venezuela se sobreimprimen. Obviamente no me propuse un argumento totalizador, para eso ya tenemos el discurso de los nacionalismos. Me interesó proponer una especie de ilusión: dado que los héroes literarios de hoy no pueden llevar sobre sus espaldas el peso de una nacionalidad, de una clase social e incluso de una época o de una circunstancia histórica, ¿por qué no sugerir que este ser casi anónimo y para muchos lateral como Rafaela Baroni es lo más trascendente entre las señales habituales de un país saturado de petróleo y de retórica?
2. Tu texto se convierte en cierta medida en una sinécdoque del país a través de su arte, de sus expresiones artísticas. Pero, en vez de recurrir, como harían muchos de los autores actuales a mostrar la imagen, a ir proporcionando fotografías de las esculturas, lo evitas. De hecho tan sólo en la edición española hay una de esas imágenes, la de la talla del santo. Y eso convierte tu texto en una écfrasis constante y muy lúcida, ¿es intencionado o no? ¿Por qué? En el discurso del libro se habla de fotografías, de grabaciones. Pero han sido, finalmente, desechadas. ¿Has pensado en trabajar más allá con todo ese material? ¿Una exposición sobre Baroni, por ejemplo?
Las imágenes plásticas planean sobre el relato. Obviamente me vi en la disyuntiva de incorporarlas o dejarlas fuera. Opté por excluirlas porque pensé que era hacerles una mayor justicia. De haberlas incluido, no habría dejado de escribir lo que escribí, y su presencia por lo tanto habría resultado ambivalente y sobre todo lateral. Hay escritores que incluyen imágenes en los relatos porque establecen un mecanismo oscilante de distintos grados y formas de ambigüedad (otros no efectúan bien esta inclusión, es verdad, y el resultado es sobre todo pobre). También hay otro motivo, relacionado con esa suerte de autosuficiencia a la que todo relato aspira. El uso de imágenes puede ser muy interesante y puede agregar una complejidad única, tenemos el caso más clamoroso de incertidumbre conceptual derivado de estas operaciones, que es el caso de la literatura de Sebald, quizás el autor contemporáneo más sorprendente y al mismo tiempo el más efímero. Pero en mi opinión la incorporación de imágenes difícilmente deja de ser un préstamo; una intrusión capaz de desestabilizar lo escrito, en el mejor de los casos, pero siempre al precio de dejar demasiado fijada la escritura a la imagen –de ahí quizá su carácter fatalmente transitorio. Me parece que el relato debe servirse de sus propias herramientas, que pasan por lo escrito. Es obvio, ello instituye una temporalidad particular, porque el tiempo que demanda la lectura de la descripción de una imagen no es el mismo que el de su visualización. Por lo tanto tenemos este elemento adicional: leer una descripción visual incluye una dimensión durativa que la percepción visual jamás puede aportar. Y lo concreto es que, a mi entender, narración implica duración: es una suspensión de la sucesión a favor de los matices durativos de nuestra percepción del tiempo y del mundo. El mundo ideal, en este aspecto, está dado por lo tanto por la duración psicológica de la descripción narrativa de una imagen, combinado con esa suerte de dialéctica misteriosa que se crea cuando hacemos una imagen objeto de nuestra observación visual. Creo que este segundo momento propiamente visual puede ser recogido por la escritura, pero que nunca la percepción visual puede dar cuenta de la duración narrativa.
3. Tu narrativa está contagiada de otros géneros. Baroni es un libro de viajes oblicuo -está todo contado desde una habitación y desde el recuerdo-, pero también es un ensayo, tanto artístico como antropológico, y por momentos tiene tintes confesionales. ¿Se puede hacer narrativa pura, hoy? ¿Te interesa esa narrativa?
Diría que me interesa la narrativa que no se propone como una sola cosa ni como una cosa homogénea, en términos de géneros. Desde mi punto vista, la narración se vincula más con el desarrollo de un pensamiento que con la descripción de una acción dominante en un contexto de acciones secundarias. Creo más en una literatura de alusiones, no tanto en una de aserciones. Y como no se puede ser asertivo por un lado e indefinido por otro, entiendo que el modo contagiado, como dices, de distintas modalidades o géneros, es el registro donde me encuentro más a mis anchas y donde se despliega cierta autenticidad. Eso a veces me ocurre también como lector. Durante bastante tiempo pensé que me gustaba más la literatura derivada de la mezcla o confusión de géneros. Pero por supuesto eso no puede ser una condición suficiente, porque mucha de esa literatura es verdaderamente floja y uno termina con las manos vacías. Después he llegado a la conclusión de que el criterio debe ser amplio y arbitrario: la mejor literatura es aquella instalada en la indefinición más aún, en la indeterminación. No estamos seguros de lo que el autor nos quiere decir; no estamos seguros de la naturaleza de aquello que estamos leyendo; no sabemos cómo se leyó esto en el pasado; ignoramos el verdadero género de donde proviene esto; somos incapaces de ver si este libro nos está explicando un porqué, un cómo o un qué; etc. Así explicadas pueden parecer exageradas, pero son experiencias de lectura que me producen cierto tipo de conmoción estética o intelectual y a las que nunca quisiera renunciar como lector. Creo que todo esto deriva de un hecho que a veces escapa a muchos escritores: la literatura no solo se nutre de la mezcla de géneros propiamente literarios, sino también, y sobre todo, de los otros géneros discursivos no literarios (o no convencionalmente literarios). En ocasiones encuentro en ensayos históricos, antropológicos o de ciencias humanas o legales en general una plasticidad discursiva frente a la cual la literatura habitual parece una forma de discurso sumergido en un mar de clisés.
4. La novela parece casi hablar de zombis. Por un lado por la obsesión cataléptica de Baroni, por otro por la insistencia del narrador a encontrar la vida, la energía, latente en las tallas. ¿Es una novela sobre lo que va más allá? Está narrada por un narrador que narra desde el recuerdo, desde lo que ha sobrevivido a la experiencia sensible, a las experiencias, que constituyen la novela, el recuerdo del poeta Sánchez y sus últimos momentos. etc. De hecho, hablas mucho sobre el volumen, la manera en que Baroni interviene en volúmenes, da vida, pero trabajas con un medio, la escritura, que carece de esa palpabilidad y, sin embargo, logras ubicar al lector incluso ante la fractura que aparece en la cubierta de la novela (edición española, por supuesto).
El punto es que la televisión, el cine y en menor medida literatura en general, nos bombardean con seres y personajes plenos, adornados de realidad. Pero en la vida real somos más zombis y encontramos más zombis de lo que estamos en condiciones de admitir. Así como la narración refleja el desarrollo del pensamiento, también debe representar una sensibilidad. Creo que de eso se trata cuando se habla de “ficción”. La verdadera ficción no pasa por la historia referida o la secuencia de hechos –eso sería trivializar al extremo la idea de ficción–, sino por el escenario que todo relato arma para exhibirse a sí mismo, desde donde una sensibilidad decide representar una zona del mundo, ya sea cierta o falseada, o incluso representar su propia lectura. Los personajes en Baroni son contemplativos y a su modo crepusculares. Varios son creadores, artistas, un poco frustrados; todos son seres fronterizos: entre la leyenda y el culto, entre la naturaleza y el arte, entre la vida y la muerte. Los personajes no actúan directamente sino que son actuados por el relato. A su vez, esto es así porque por diversos motivos me horroriza la idea de contar una historia con principio y final (aunque muchas veces valoro que me la cuenten o leerla).
5. Todas las tallas tienen, en cierto modo, el rostro de Baroni. Es algo que se da también en la obra de Andrade, por lo que comentas en la narración. Tus novelas, sobre todo las recientes, están siempre narradas por ti, o sea, un narrador que es un escritor que establece esos desplazamientos que se describen y medita peripatéticamente en ellos. La idea, flaubertiana, de que todos los personajes, todos los libros, son uno mismo. ¿La compartes?
Es una idea de la que se ha apropiado la literatura del siglo xx y por lo tanto todos somos tributarios de ella. Pero ha dejado de ser iluminadora, precisamente porque abarca mucho. En ese ámbito de problemas me interesa más una cuestión que suele darse por sabida. Es la noción de experiencia. La frase de Flaubert tuvo la virtud mágica de integrar la vida a la obra. Un escritor no solo escribe sus libros, sino que escribe su vida a través de sus actos. En algunos casos los libros son una suerte de epifenómeno de la vida. La experiencia es por lo tanto una premisa que no puede ser ignorada porque articula todos los géneros en el siglo xx. Ahora bien, ¿soy partidario de una literatura basada en la idea de traslación de la experiencia? No. Creo que la literatura hoy se trama muy fuertemente con lo documental. Y que en esa trama es que se producen distintas configuraciones de la experiencia. Quiero decir, la ficción no se recorta sobre la idea de experiencia sino sobre la idea de documento. Porque toda experiencia puede ser en definitiva trivial o trágica, en este sentido ha dejado de ser iluminadora, pero todo documento contiene potencialmente un vínculo problemático con la ficción. Eso es lo que en parte nos seduce de la lectura de los periódicos; y desde hace un siglo la literatura está formateada por la lectura periodística. Por lo tanto digo, la experiencia siempre está presente, pero en general no es relevante en términos de verdad. Me interesa más la experiencia en términos de construcción: qué tipo de experiencia es representable para un escritor y cuál no; a través de qué tipo de experiencia un escritor erige su propio mito de autor.
6. El espacio. La lectura espacial es muy interesante. La novela nos describe la casa, el taller y el jardín de Baroni. Nos habla de su intención de transformar el espacio, el paisaje. Y luego comprendemos que la novela está escrita con todas esas tallas a la vista, que el espacio de la novela es el del artista, no sólo temática sino incluso físicamente. ¿Eras consciente de ello?, ¿fue algo premeditado, lo de rodearte de esas tallas?
Las tallas son seres artificiales, muñecos a quienes algunos personajes de la novela dan vida, aunque sea limitada o efímera. Hay un sistema de préstamos de vida. Siempre me interesó el marionetismo, lo encuentro sumamente inspirador; la actividad de autómatas, etc. En otras novelas me he servido de ello para aludir a la absoluta capacidad de irradiación de la vida artificial, como una suerte de inspiración constante de la vida social. Como si lo artificial, ya que está admitido por la convención como artificial, se liberara de las reglas de verosimilización de lo real y de este modo pudiera alcanzar un grado más elevado de elocuencia y autenticidad. Un poco como la forma de lectura de las alegorías; en ellas nos sorprende esa especie de inocencia como se concibe la lectura, como si el mundo estuviera organizado en elementos inmutables y permanentemente discernibles. Creo que la narración en general lleva en su interior un núcleo alegórico ya completamente diluido por la historia literaria y por la sofisticación estética, pero que funciona ambiguamente: a veces como lastre y a veces como nostalgia de una felicidad perdida: el momento cuando podía existir una literatura transparente
7. Realmente, la excusa de Baroni es el progresivo proceso de apropiación del alma del narrador por parte de la "Mujer en la cruz". Con su conocimiento y obsesión comienza la novela, con ella observando al narrador en su casa acaba. ¿Qué se esconde detrás de esa talla?
Es una talla impactante precisamente, desde mi punto de vista, porque es muy poco explícita, o explícita de una manera contradictoria. Es la figura de una mujer joven, adornada con un vestido de fiesta apenas audaz. La mujer está ceñida a un madero, que viene a ser una especie de árbol en forma de cruz. Esta talla es una de las muy pocas figuras no religiosas de Baroni. Pero con el nombre que le puso (ella la llama “La mujer crucificada”), la reintegra al campo de lo religioso. Creo también que en la escena reflejada por la talla resuenan muy fuertemente momentos particulares de su historia personal. Pues bien, todo este conjunto de detalles, varios de ellos contradictorios, hacen de esta talla una especie de milagro. Ahí radica la atracción que ejerce para mí, porque la vi como una suerte de cifra de la vida de Baroni. A la vez, la talla es Baroni, es una imagen suya. Y con ello quien escribe el relato tiene a disposición dos imágenes o encarnaciones del personaje: el real y el creado por ella, la talla. Es con lo que todo escritor sueña: la multiplicación de sus criaturas…
8. Hay varias ocasiones en que dices que ya te referirás a algunas cuestiones, que apenas las señalas pero que luego te explayarás sobre ellas. Pero eso no sucede. La idea de provisionalidad que queda fijada así, valga la paradoja, es muy interesante. ¿Es intencionada?
Creo que se vincula con lo que decía antes. Me atrae la idea de la narración como escenario donde el pensamiento se desarrolla. Y una manera de representar eso es a través de un registro argumentativo. Podría haber otros modos, aunque prefiero esta modalidad porque la narración cavilante, para llamarla de alguna manera, aunque no lo parezca también requiere de sus propios dispositivos. Mis relatos no avanzan en términos de progreso de la acción, no hay desenlaces reveladores al final, no hay demasiada acumulación épica o dramática. Estos relatos progresan por expansión. Hay desvíos, digresiones, derivas e historias o escenas asociadas. Por lo tanto, a veces recurro a una suerte de retórica particular. Cada relato es una especie de envoltura de historia y de tiempo, es como una lengua acotada, y como toda lengua tiene sus tics particulares. En el caso de Baroni, un viaje esa suerte de promesa a veces incumplida de que más adelante quizá vaya a referirme a tal o cual cosa, es una manera de contener un discurso que tiende a la dispersión, pero también es exponer esa dispersión inminente. Y como dices, es subrayar el matiz provisional de la narración, una especie de materialización de la escritura, porque es a través de esas marcas de retórica conversacional como el relato recupera, por un lado, una inmediatez verbal que la institución literaria tiende a eliminar, pero por el otro descarta al mismo tiempo cualquier peligro, espero, de identificación naturalista.
En un punto, volvemos a lo anterior: la literatura, más bien la narrativa, precisa constantemente de préstamos de otros discursos para poder seguir siendo ella misma, o sea, para poder ser una forma de discurso literario sin objeto ni sentido predefinidos.
18 junio 2010
Taller de Samanta Schweblin en Madrid
Este taller plasma la experiencia de Samanta Schweblin en torno a la concepción de que son cuatro ejes principales los que estructuran un buen cuento. Se trata de una aproximación práctica e intensiva a las técnicas de escritura. Schweblin, que ha sido elogiada por la crítica como “la mejor cuentista argentina sin distinción de géneros” (Ana María Shua), o como “la nueva gran promesa de la literatura latinoamericana” (Die Ziet, Berlín) ha impartido ya este taller en diversos centros culturales tanto privados como institucionales de diversas ciudades como Buenos Aires, México D.F., Estocolmo, Guayaquil, Guadalajara, Quito, La Habana y Oaxaca.
“Como escribir un cuento (y otras historias)” se trata de un acercamiento práctico a la producción literaria. Un taller activo de creación, lectura y análisis de textos a partir de los cuales se irá dotando a los alumnos de todo lo que un buen curso literario debería tener: un gran abanico de ejercicios, técnicas para estructurales y dotar de un estilo propio y reconocible a los cuentos, la formación de un criterio propio acorde al estilo personal de cada alumno, y una guía específica de lecturas tanto de autores clásicos y fundamentales como de los nuevos tesoros contemporáneos que están surgiendo.
El cuento, uno de los géneros más dinámicos y exigentes de la literatura actual, no permite divagaciones. Es decir que, aunque se trata de un curso introductorio, está orientado a quienes -más allá de la experiencia previa que cada uno tenga- decidan tomarse la escritura muy en serio, con la intensidad y el compromiso que esta exige.
(El taller se fundamenta en la “Teoría de las promesas”, una idea propia de la autora acerca de cómo deberían abordarse y desarrollarse los puntos esenciales de la tensión narrativa, más allá de los géneros y estilos.)
Precio: 70 euros
Información e inscripciones en
Librería La Central del Museo Reina Sofía
Dirección: (Ronda de Atocha, 2).
Información e inscripciones (las plazas son limitadas):
-Por email: nuriarepilado@lacentral.com
-Por teléfono: 678 034 340
-En la librería. (Preguntar por Nuria).
17 junio 2010
Remezclas completas
La literatura no es un medio que haya admitido de buen talante la interpretación o relectura de temas ajenos. Frente al mundo musical, de donde procede el término cover (versión) que da título al libro de Ronaldo Menéndez, o de la industria audiovisual, donde los remakes son ya habituales en las pantallas, el mundo editorial se solivianta ante la posibilidad de un plagio más o menos encubierto. Se permite, eso sí, la relectura de la propia obra que realiza su autor, como las nuevas versiones en inglés que fue entregando Nabokov de sus primeras novelas y no hay figuras fundamentales como Sinatra, pese a que no compusiera nada memorable, o The Beatles, que compaginaron en sus primeros discos la inclusión de temas propios con numerosas apropiaciones de grandes éxitos del rock americano. En la literatura esto no tiene espacio, salvo que se trate de las intensísimas distorsiones que algunos autores han sabido levantar sobre textos míticos. Ahí está la estupenda novela corta Help a él de Fogwill, en la que parece sumergir los personajes borgeanos en un tanque lisérgico donde se liberan sus deseos sexuales transformando este nuevo texto en el verdadero Aleph donde todo aparece reunido y simultáneo. Aún así, resulta más fácil relacionarlo con las reapropiaciones a las que los artistas plásticos nos tienen ya acostumbrados que a la labor de Pierre Menard.
Y no es casual la presencia de Fogwill en esta enumeración de obras porque si hay algún escritor que transpire una herencia musical en su obra ése es él y Covers en soledad y compañía es, desde luego, un libro que tiene mucho en común con un disco, con una producción musical. En primer lugar por la manera en que se presenta estructuralmente, como si en vez de un libro se tratase de las dos caras de un LP, En soledad y En compañía. También porque, precisamente en el caso de las más interesantes composiciones de esta compilación se aprecia la influencia de grandes autores no ya en los temas tratados, sino, sobre todo, en la cadencia y el fraseo del discruso: “Menú insular” no tiene tan sólo referencias a El aleph, sino que incluye fragmentos del cuento, frases insertadas por Menéndez en su discurso que modifican el tono general del texto y que se trasladan finalmente a la estructura. O sea, se dejan sentir en el tono del texto, en la persistencia de la melodía aunque los arreglos y las armonías hayan cambiado.
Por otro lado, la tradición del LP exigía la presencia de unos cuantos temas imbatibles, destinados a ser los que llamaran la atención bien por lo excepcionalmente pegadizo de sus líneas melódicas o por su calidad capaz de soportar escucha tras escucha. Y, como un disco debía tener diez canciones, aproximadamente, siempre había espacio para temas más personales o menos logrados que completaban la entrega discográfica. Para muchos comentaristas musicales, el vigor de las descargas por Internet habla de una vuelta a las costumbres de los inicios del mercado de la música popular, cuando los artistas editaban singles. Cara A y Cara B, dos buenas canciones, cuatro a lo sumo, que no tenían desperdicio. La lectura del libro de Ronaldo Menéndez trasluce esa misma sensación o necesidad. Sucede en casi todas las reuniones de cuentos, siempre brillan más unos que otros. Es inevitable pensar que “Menú Insular”, “La ciudad de abajo” o “El bucle de Villa Búho” no son los “temas estrella” del disco. O, como sucede también con los discos de versiones de grandes artistas, que el conjunto tiene más de divertimento, de oportunidad de explayarse en el repertorio ajeno para disfrute del artista que de verdadera aportación sólida a la construcción de su trayectoria. Ha sucedido siempre, son grabaciones más destinadas a fans y a la curiosidad que al deslumbramiento. Y eso mismo sucede en el caso del libro de Menéndez. Su lectura desprende la sensación de que es un libro más necesario para su autor que para el lector. No es poco, ojo.
Texto aparecido en el número 319 (Junio 2010) de la revista Quimera
La fotografía de Thomas Hawk se corresponde al abandonado almacén de las escuelas de Detroit
14 junio 2010
Multinacionales de andar por casa
Ulises Milla Lacurcia inauguró la editorial en 2009 en Caracas. Un proyecto ambicioso, abierto a todo tipo de temáticas y géneros, que comenzó su andadura con el lanzamiento de cuatro títulos:
Payback, de Lucas García, Sexo en mi pueblo de Leo Felipe Campos dentro de la línea de ficción, y A este infierno no vuelvo, de Patricia Clarembaux y Globotomía de Aramis Latchinian dentro de no ficción. Continuó con la edición de una selección de crónicas de la revista Marcapasos, llamada Se habla venezolano y Oro Rojo, de Mariana Párraga. El interés por la realidad se hace evidente en la dedicación a los libres de corte periodístico.
Parece que no les ha ido mal en Venezuela, con buenas críticas y algún que otro premio.
Ahora desembarcan en Uruguay. El próximo jueves 17 de junio tiene lugar la presentación en Montevideo. Los títulos elegidos tienen muy buena pinta. Además del mencionado Globotomía, completa la línea de no ficción El imperio insaciable de Mario Szichman. Y en ficción dos recuperaciones. Por un lado El refuerzo de Horacio Convertini, ya editado en España en una pequeña editorial de escasísima presencia en las librerías, y que está ilustrado en su cubierta por una fotografía de la genial fotógrada Fernanda Montoro, y , lo mejor para el final, mi queridísimo y admirado libro Prontos, listos, ya de Inés Bortagaray. Debería hacer una entrada tan sólo para hablar de este libro y de Ahora tendré que matarte, los dos que ha publicado esta escritora fantástica. Yo, pese a que tengo ya el libro, regalo además del no menos excelente Pablo Casacuberta, no dudaré y, apenas haya puesto un pie en el aeropuerto de Carrasco este mes de agosto, me haré con un ejemplar para traer de vuelta a España.
Me gustaría estar en Montevideo este jueves. Disfruten todos los que puedan. Y, esperemos que Puntocero llegue pronto a España.
09 junio 2010
Helen Levitt en Koult
Además de confesar que es todo un placer, hay poco más que añadir.
07 junio 2010
e-cerdo

Pero, cinco días más tarde, de nuevo se torna obligado hablar de dicha publicación digital.
Se han convertido no ya ne una referencia, sino en el primer magazine literario que facilita sus contenidos en formato de libro electrónico.
En el blog de la revista se anuncia la novedad más llamativa de la revitalizada publicación: el dossier de cuento norteamericano que acaban de publicar puede descargarse para ser leído en el e-book.
Los contenidos, por otra parte, son libres, así que, siempre que se cite el origen de los mismos y no se haga uso de ellos con fines lucrativos -la lectura no lo es, por cierto-, pueden ser descargados y modificados.
Así que, con más razón todavía que hace unos días: quién no está al tanto de lo que sucede en la literatura al norte de Río Grande es porque no quiere.
02 junio 2010
Diseño extraordinario
En estos días tan sólo se podrán leer noticias sobre el libro electrónico, sobre la nueva plataforma Libranda -que si queire acabar con las librerías o no, que si es una chapuza o una buena idea, que lo extraño que es una joint venture de empresas tan grandes y blablá-, o sobre los autores más vendidos en la Feria del libro. O sea, la misma paparrucha de siempre que parece más destinada a las páginas color salmón que a una verdadera información cultural.
Entretanto, para aquellos a los que les guste de verdad un buen libro, avisarles de que soplan vientos más que frescos y agradables desde Portugal. Yo, que viví en Lisboa durante todo un año hace una década, estaba siempre algo intrigado por las razones que hacían que un país tan delicado y excelente en todo lo tocante al diseño y la estética, editase de un modo tan feo y descuidado. Las librerías del Chiado eran un monumento al más gusto en la mayoría de las ocasiones y había que rebuscar entre los estantes de los alfarrabistas algo verdaderamente bello. Pero, de unos años a esta parte, eso ha cambiado de modo radical. El pasado puente de diciembre me dejé caer de nuevo por las librerías lisboetas y me quedé totalmente enamorado de muchos de los libros que allí encontré. Entre ellos los de la recién nacida editorial Minotauro, un sello de Edições 70 que dirige Antonio Sáez Delgado y que se dedica a difundir autores de la literatura española. Los títulos del lanzamiento, como puede observar cualquier lector hablan muy bien de la dirección elegida. Chirbes, Julián Rodríguez, Pombo y Tusquets. Los siguientes autores editados allá han sido Gopegui y Fontana. Nada que objetar en lo tocante a la calidad de los títulos. Pero, ¿y los libros, como tales?
01 junio 2010
Cuento norteamericano contemporáneo

Verdaderamente recomendable, como todo lo que viene de Hermano Cerdo. No sé cómo siguen leyendo esto en vez de haber usado el enlace para leer los once cuentos.
31 mayo 2010
Los márgenes de la Historia
En su lúcido ensayo sobre la obra de Copi, César Aira cita a Lautréamont: “La poesía debe ser hecha por todos, no por uno”. Sorprende, porque la idea común es que la poesía sale de la mano de alguien singular, mientras que es la Historia lo que parece nacer de la pluralidad. Al mismo tiempo, la Historia se construye sobre hechos, lo que la convierte en la narración más pura, mientras que la ficción, sobre todo la novela, interpone, desde el inicio la mirada subjetiva, pensativa y, sobre todo, interpretativa, del narrador. En buena medida, la vertiente política, más o menos explícita, de la obra de los tres autores que sirven como excusa al texto sirve como ejemplo de lo certero de la frase citada.
Por un lado está la singular obra que está construyendo Pauls. Después del reconocido prestigio como analista de la narración autobiográfica y el renombre internacional obtenido con su novela El pasado, Pauls se dedicó a refundir los hechos históricos de los años setenta argentinos a través de tres miradas marginales que desde la anécdota y la subjetividad, terminan por convertirse en verdaderos paradigmas de la época analizada. Una época extraordinariamente violenta, muy convulsa, cuyo análisis concluirá con Historia del dinero, que en estos momentos escribe. Pauls, en todo caso, huye de una mirada sociológica –modo intelectualizado de hablar del costumbrismo- y de hacer una revisión de la Historia. No, Pauls se ha sumergido en la recreación, y quizás en el intento de interpretar, el espíritu de aquella época –zeitgeist, para los que necesitan de términos cultos a la hora de leer crítica-, y eso conlleva usar todos los anclajes a su disposición para sostener el discurso. El la primera de las narraciones, Historia del llanto, denominada en el subtítulo “Un testimonio”, se lanzó a investigar el pasado histórico desde la perspectiva del que no ha vivido nada, no estuvo allí, del que todo lo ha conocido “de oídas”. Un acercamiento que se repite en el caso de Historia del pelo. Pero, si en el caso de la primera, la política era algo omnipresente, porque el propio protagonista era un militante que devoraba toda la literatura sobre el tema, en la segunda es una presencia latente pero definitiva para entender el desenlace y verdadera intención de la novela. El protagonista de Historia del pelo no sabe que está, quiera o no, en medio de la política. O, quizás, prefiere vivir ignorando ese hecho. Pero, finalmente, la política, en su faceta más violenta, le obliga a actuar.
Resulta tentador trasladar la obsesión por el pelo, que está siempre ahí, incordiando, y que no se puede controlar, que debe ser domado, como metáfora de la presencia del yo político que se quiere ignorar. Y resulta tentador porque, finalmente, lo que está haciendo Pauls es desplazar la literatura testimonial de sus cauces más gastados a terrenos donde se opera de modos menos transitados. Finalmente, en ambas novelas se nos habla de sucesos más o menos determinantes que dejan sus huellas en las vidas de los protagonistas, que testimonian el modo en que esas cicatrices modifican su existencia.
Esa línea de trabajo es la que en casi toda su novelística venía desplegando Kohan. La presencia de la Historia en general, y de la dictadura en particular. Porque su novela histórica siempre usa los testimonios individuales para cuestionar los mitos de los que se ha servido la historiografía. Las novelas de Kohan nos hablan de individualidades condicionadas por las circunstancias históricas. Y, siempre, la omnipresente política que se analiza como un elemento fundante del discurso narrativo. En Museo de la Revolución esto se hacía más patente, pero el conscripto que debe decidir si corrige o no la frase de su superior ignorando su significado de Dos veces junio viene a servir como ejemplo paralelo. Finalmente, la narración surge de la tensión entre la experiencia individual y el discurso político plural, y se trama en torno a ambos polos.
Por eso sorprende la innovación de Cuentas pendientes. Frente a sus novelas anteriores, los hechos históricos en este caso no surgen de la esfera política, sino de la misma subjetividad de la mirada del narrador. El lector cree estar asistiendo a la narración de una vida cuando, en realidad, presencia la construcción de un discurso. O, más exactamente, a la perforación del mismo. Porque, finalmente, la mirada carente de compasión hacia el narrado que se despliega en la “primera parte” de la novela, se vuelve sobre sí misma cuando llega el encuentro entre el narrador y el narrado para, en la “tercera parte” entregar un reflejo tan carente de piedad hacia el mismo narrador como el del inicio, con la diferencia que esta vez el caricaturizado es el mismo narrador.
El hecho de que dicho narrador sea novelista, que tenga una obra publicada sospechosamente parecida a la del propio Kohan, podría hacer pensar en un rasgo autobiográfico en la novela. Puede ser, eso quizás tan sólo el propio autor pueda desvelarlo, pero, sea verdaderamente autobiográfico o se trata de un recurso narrativo para construir una voz y un tono, lo relevante es que supone una innovación en la trayectoria de Kohan. La Historia no sirve como escenario donde se mueven los personajes, sino que es un recurso de caracterización más. Tan históricas son las novelas que ha escrito el narrador como el pasado del protagonista narrado, cuya hija parece ser una hija de desaparecidos. Pero toda esa presencia esquiva de la política sirve, sobre todo, para que los personajes acentúen sus rasgos caricaturescos, para jugar con todo el campo connotativo. En el caso del protagonista, el mal que se encarna en la dictadura y el aprovecharse de los hijos de desaparecidos; en el del narrador el desconocimiento de la vida del que vive creando ficciones. Tan ridículo es el aferrarse a lo material, el dinero, del narrado como la valoración de lo abstracto, el prestigio, del narrador. Finalmente, todo depende del discurso, del modo en que este torna más o menos interesantes, reales, atractivas, las cosas. Todo, la Historia y la ficción, pertenece al mismo registro y se cuenta con las mismas palabras.
O, sencillamente, tan sólo existe en tanto que palabras. En El uruguayo, Copi deshace la memoria, su texto es un eterno presente, donde las relaciones se trazan de modo lateral y no sucesivo. Copi convierte el tiempo en espacio, no hay divisiones que indiquen el transcurrir temporal, sino tan sólo texto, un mismo discurso que, además, debe ser tachado –olvidado- a medida que se lee si se siguen las indicaciones del narrador.
En La Internacional Argentina la velocidad de los hechos termina por deshacer la idea de causalidad, ya bastante dinamitada por la filiación surrealista del texto, y todo parece suceder en un no-tiempo. Y en La vida es un tango presenta tres momentos históricos pero desjerarquizándolos al no presentar relaciones causales entre ellos.
Dicho procedimiento, que se extiende a lo largo de toda su obra, no hace sino negar las huellas históricas, el tiempo, y convertirlo en una realidad espacial, donde ocurren cosas: el discurso.
Y ahí es donde radica ese tenue hilo que parece enhebrar más que tan sólo estos tres libros estas tres novelísticas. Aira define, en el libro ya citado, la relación que se da en Copi entre el cuento –lo histórico, los hechos narrados-, y la novela –el presente, la narración-. Lo hace mediante un hallazgo único: “¿Qué es la novela? Un cuento al que ha llegado un escritor.” Quizás esa ecuación designe de modo ideal la relación entre la Historia y la ficción. Entre la política y el testimonio. Una tensión siempre fecunda y que, dentro de la narrativa argentina, aparece todavía más refulgente.
Martín Kohan, Cuentas pendientes, Anagrama. Barcelona, 2010. 184 págs.
Copi, Obras (Tomo I) El uruguayo, La vida es un tango, La Internacional Argentina, Río de la plata, Anagrama, Barcelona, 2010.
Artículo aparecido en la sección Quirófano del número 318 (mayo de 2010) de la revista Quimera
29 mayo 2010
Poesía en mutación encuentra sus huecos
Como no sólo de viajes vive la poesía, quiero mostrar aquí la excelente acogida que ha tenido la antología en las bibliotecas más exigentes.