30 abril 2008

Esta semana


Esta mañana comentaba con un editor lo mala que está la cosa si a uno le gusta pensar y espera que la gente piense. Basta con ver las declaraciones de los autores más vendidos, la simplicidad casi sonrojante de sus discursos.
Donna Leon en la feria del libro de la capital andaluza nos dice que en sus libros pretende hacer reflexionar a sus lectores sobre problemas acuciantes. En el caso del último libro que ha publicado sobre los problemas de integración de los gitanos en la sociedad de mercado de la Unión Europea. Acuciante, la integración gitana. Endémica más bien. La profundidad de sus reflexiones demuestra porque la novela negra de ahora parece achicoria en comparación con lo que hicieron Chandler, Sciascia, la Highsmith, y sé que me dejo a autores.
Jesús Maraña, subdirector de Público, dice que contempla las luchas intestinas del PP con la misma fervorosa ansiedad con la que lee el último bodrio de CRZ. Sorprende que un analista político sea incapaz de ver que en cada una de las declaraciones de la Cólera de Dios hay más literatura –aunque sea tan sólo por la sombra de Maquiavelo- que en todas las sombras aventadas que se han vendido. ¿Cómo puede uno fiarse de la capacidad de desentrañar el sofisticado discurso de la política actual de una persona que dice entusiasmarse ante un texto que palidece en su simplicidad ante un culebrón de mediodía? Pregunta dos: ¿habrá sido capaz de entender la oración anterior? Al final va a ser verdad que eran mejores los políticos de antes, al menos Clinton podía hablar de Faulkner, yo no sé si Maraña se enteraría de lo que el escritor de Oxford, Mississipi, escribía. Aunque hay una cosa en la que CRZ y Faulkner coinciden, los dos fracasaron en Hollywood, está claro que por razones distintas, pero...
El que no creo que lea libros que salen con tiradas de un millón –o sea, lo más vulgar de lo vulgar, algo que tiene todo el mundo no puede ser muy interesante-, pero que sí se ha leído algunas cosas del autor de Santuario es Javier Marías. Hay que decir que, de todos los vivos que han salido en lo que va de texto, escritores o no, es el que mejor escribe –bueno, de hecho es el único que puede decir que tiene un poco de vocación artística de los vivos que han salido de momento en este texto-. La verdad es que la competencia no es, precisamente, dura. Pues bien, el domingo pasado entró en el RSP (Real Salón de Prostáticos) y parece que lo ha hecho con buen pie. Ha estado a la altura intelectual de la institución y nos ha desvelado una verdad a la que ha llegado tras más de treinta años de dedicación literaria: la única manera de hacer ficción es hacer ficción. Si uno hace otra cosa está ya mezclando y haciendo otras cosas que no son ficción. Ontología pura. Pues vale, muy brillante, desde que Pero Grullo murió estábamos huérfanos de verdades de este calado.
Conclusiones de la semana: esto no es ficción porque habla de personajes reales –gracias, Javier-, esto es un texto para entendidos porque no habla de los problemas acuciantes –gracias, Donna-, y esto nunca le interesará al subdirector de Público porque habla de literatura –gracias, Jesús.
O tempora, o mores.