03 julio 2012

Los Budenbrook, de Thomas Mann



Con esta nueva y cuidada traducción de la primera gran novela de Mann continúa la actualización de los títulos del premio Nobel que comenzó con La montaña mágica.

Citas “En mitad de una reunión compuesta de comerciantes y de hombres con estudios, se te ocurre decir bien alto, para que lo oigan todos, que, en el fondo, bien mirado, todo comerciante es un estafador…”

El autor En la historia de los Nobel hay más ausencias que aciertos en su concesión, pero si en algún momento atinaron fue al premiar la obra de Mann. Sus ambiciosos proyectos novelísticos son, por un lado, la culminación de la gran novela decimonónica, pero, al mismo tiempo, está presentando ya un nuevo modo de mirar y representar la realidad. Desde el fino retrato social e histórico de “Los Buddenbrook” hasta la capacidad simbólica y discursiva de “La montaña mágica”, se construye una de las trayectorias más sólidas e imperecederas de la historia.  

Síntesis Cuatro generaciones de una familia de comerciantes de Lübeck sirven para hablar de los cambios en la sociedad y en la familia a lo largo del siglo XIX. La degeneración de la raza desde los fuertes y luchadores fundadores del negocio familiar hasta los débiles e hiperestésicos descendientes, incapaces de conservar la empresa heredada, sirve como excusa para hablar de una época convulsa en la que nada parece cambiar de puertas afuera mientras que tras los visillos todo se va derrumbando.  

Comentario A todo lector le sorprende conocer que este libro fue publicado cuando su autor contaba tan sólo con veinticinco años, tras haber trazado un  atento, pormenorizado y portentoso retrato de la sociedad burguesa de su ciudad natal que, por no salir muy bien parados en el mismo, no gustó mucho a sus paisanos. Mann evidencia de un modo claro que, ya desde sus inicios, se estaba labrando la obra de uno de los escritores más importantes de todos los tiempos, destinada a transformar la concepción misma del hecho de narrar. Con esta nueva traducción revisada, que se edita acompañada de útiles añadidos como un árbol genealógico, un mapa de Lübeck y notas a pie de páginas aclaratorias –nunca exhibicionistas del saber de la traductora-, se devuelve a la actualidad una novela que, en realidad, nunca ha dejado de ser frecuentada por los amantes de la literatura. Cuando recibió el Nobel, los académicos suecos destacaron, lógicamente, de entre su obra este fresco histórico que es, de sus novelas, la más entroncada con las grandes novelas del siglo diecinueve –de hecho se puede decir que representa la sublimación de ese modo de entender la novela- frente a otras obras posteriores, más incómodas para ellos, que escapaban a al rígido canon académico del momento.
Pero, por encima de cuestiones que interesan en mayor o menor medida a los historiadores de la literatura, lo mejor de Los Buddenbrook es la novela en sí, llena de personajes únicos, escrita con una humanidad subyugadora y narrada con una de las prosas más bellas y tersas que se han escrito nunca. Sumergirse en esta novela, que permanece siempre actual y con plena vigencia, es un placer indescriptible.  
Thomas Mann, Los Budenbrook, Edhasa, Barcelona, 2008
Aparecido en el diario Público en marzo de 2008