27 noviembre 2007

Poesía y censura

Este mes aparece en una revista madrileña, una de esas que se publicitan como de ocio, cultura y tendencias -obsérvese el sandwich que le hacen a la cultura, a la que suelen estrangular en el camino-, un especial en el que reuní un grupo de poemas que hablan o aluden a la censura. La nómina no está nada mal y, además, hay cuatro inéditos, por lo que creo que merece la pena reproducirlo aquí. Más teniendo en cuenta que en la revista tienen una extraña concepción de lo tipográfico y, ya que no censuran, ponen muchos obstáculos a la lectura.

El valor de la palabra, por Antonio Jiménez Morato
La censura y la poesía son, quizá, las dos realidades que valoran más el peso de la palabra. Por lo tanto de las ideas y de los sentimientos. ¿Qué mejor reflejo de ello que pedir a un grupo de jóvenes poetas que escriban con la censura en su cabeza?
¿Qué existió primero, la censura o la ofensa que la generó? Seguramente la censura, pese a ser una realidad secundaria, que necesita de otros valores para ponerse en marcha. Una de las principales trabas que encuentra la censura es que es cambiante, que se debe al poder. No existe censura sin la aplicación sistemática de unas medidas emanadas del poder. Sea público o privado.
Los problemas de cada tipo de censura son contrarios. La censura pública –esto es, ejercida por algún garante de la realidad política, entendida como “lo público”, la “cosa común”- se debe a lo que se dice. A lo que se expresa. La censura privada, la que cada uno ejerce en su intimidad sobre sus palabras, y por lo tanto sus pensamientos, es más problemática, porque se refiere a lo que no se puede pensar. Por lo tanto sentir o soñar.
La censura encierra, dentro de sus principios, un objetivo quimérico. La censura, para funcionar, debe tender a la excelencia. Debe ser eficaz al ciento por ciento. De no serlo se convierte, de un modo paradójico, justo en su contrario. La ineficacia en la censura –esto es, en los mecanismos de desaparición y modificación de la realidad, del registro- supone una dilatación del mensaje del censurado. Si hoy leemos muchas obras se debe, sin duda, a que en sus momentos fueron censuradas. Incluso hoy tendemos de una manera automática a intentar ver en la repercusión de una obra el indicativo de su calidad. La censura debe, por lo tanto, eliminar no ya lo censurado, sino al censurado y toda memoria de su existencia. El mundo orwelliano representa, de un modo claro, ese problema. El ministerio de la Verdad debe eliminar todo vestigio de la censura, debe borrar sus huellas para ser eficaz.
Cuando dicha labor no se realiza convenientemente se refuerza el mensaje. Se dilata. Dura mucho más allá del tiempo que, en principio, parecía buscar. Tiene un nuevo marchamo, el de la censura, que sirve como indicativo de su calidad, de su capacidad de ofender, de dar –voluntariamente o no- en el blanco.
Siguiendo el silogismo podemos inferir que, al otorgar la censura un valor a la obra, muchos autores hayan elegido provocar a la censura. Surge así el provocador, el que tan sólo busca excitar la hipertrofia crítica del censor. Y, de un modo paradójico, esa censura premeditada sirve como carta de presentación de una obra. Basta contemplar muchas muestras de arte contemporáneo para ver que no persiguen más que la provocación, excitar al censor.
Por eso el mercado ignora, sabedor de que es el método más efectivo para desactivar todo mensaje.

Juan Antonio Bernier

VOLAR HONDO

1. Luz violenta de agosto
retenida,
furiosa,
en mis nervios opacos.

Declive sedicioso de la sangre.
Voz
reducida a un acento.

2. He templado por ti
la altura de mi gozo.

Por ti,
mi volar hondo,

penúltima ladera.

(de Así procede el pájaro, Pre-Textos)


Pablo García Casado

PADDY

acércate paddy ponte delante de la cámara
espera espera que la encienda (rec) ahora paddy mira a la cámara
hola muchacho ¿cómo te llamas? ¿paddy? ¿de dónde eres paddy? ¿de lincoln?
¿de lincoln, nebraska? conozco lincoln, nebraska estuve

una vez allí ¿verdad susan? (la cámara afirma) acércate
acércate un poco más (primer plano) estupendo paddy lo estás haciendo muy bien
¿quieres probar de este lado? (cambio de plano) así muy bien así ponte de este lado

me han dicho que te gustan los animales ¿te gustan los animales paddy?
aquí tenemos perros caballos también tenemos juguetes (plano de exteriores)
¿quieres que juguemos al columpio paddy? ¿te gusta el columpio? ¡eh paddy! no te muevas

quieto paddy quieto quieto así así... no te muevas...

(de El mapa de América, DVD ediciones). Este poema aparece aquí porque su autor se vio atacado a causa de su escritura y publicación. Decían que era una apología de la pornografía infantil. Confundieron tema con defensa, muy posiblemente.

Ana Gorría

del aire que nos falta.

E aunque les pesa, tienen silençio, mayormente si el que faze estas señas es persona a quien deben temor e obidençia. Donde se sigue que escuchan por fuerça lo que de grado escuchar no querían.
Teresa de Cartagena. Arboleda de enfermos.

sucede como espuma, la prisa el corazón el lento obstáculo. fuera fácil decir quien habla bajo explora los rincones y sin embargo calla. de espacio
y su vacío
no pudo el corazón
si levantarse
abrir
si con la lengua muerta
y fría
en la boca
como un pájaro muerto
las largas tempestades que suceden

alrededor de un muro. palabra tras palabra con palabra.

(Inédito) Para este poema ha recuperado la figura de Teresa de Cartagena, monja sordomuda del siglo XV que es considerada por unos como la primera escritora mística y por otros una protofeminista.

Martín López-Vega

POESÍA SOCIEDAD LIMITADA
Poema-documental
A prepara una antología. Me pide una poética
para que diga lo que piense. Digo lo que pienso.
Después de unos días me escribe (corrijo
las faltas de ortografía): "Querido Martín,
leo estos días tu poética y veo algunos puntos
para señalarte: te metes con B,
con C, con D, con E y hasta conmigo.
He suprimido esas partes con mucha delicadeza,
apenas se nota, y no afectan al texto".
Le digo a A: No acepto censuras, retira
mi texto. Mientras tanto, A llama a F
para contarle lo que pasa, y F le dice:
eso es censura, debes publicarlo como está.
Entonces A llama a B y le dice:
"Me ha dicho F que publique esto contra ti",
y a mí me escribe: "Que sepas que es G
quien me ha dicho que te diga esto" (G
tiene mucho poder en este mundillo nuestro
de sobras). H me dice: "Te has pasado
de generoso diciendo que B es la Paris Hilton
de la poesía española, lo que en realidad es
es la Norma Duval". Pues a mí, pese a todo,
sus primeros libros me parecen muy buenos,
le digo. "No los he leído", me responde H.
"Me voy, por cierto: he quedado a cenar
con él, que está preparando una antología".
I me pregunta qué opino de la poesía de su mentor,
el famoso G. Yo le digo que la aprecio con reparos.
Él está claro que no, pero prefiere decírmelo a mí
antes que a él. J me manda un sms: "A se va
a enfadar mucho, deberías publicar una rectificación".
K me llama para decirme: "A mí me ha pedido
que cambie mi poética, y ahora va diciendo por ahí
que me ha obligado a rectificar". Pero no se retira
de la antología de marras: traga, "me interesa", dice.
L, a quien no conozco de nada, me envía un mail
llamándome "mala persona". Será que no he entendido
nada, que ser buena persona es comportarse bien,
no molestar a nadie, no llamar Mierda a la Mierda,
ni Mentira a la Mentira, ni Censor al Censor.
Será que la Mierda, la Mentira y el Censor están bien,
y es de malas personas denunciar y limpiar,
lo apropiado es callar y aprender a convivir
con la basura, ella no tiene la culpa de serlo.

¿Qué gloria tan rara buscarán
A, B, C, D y el resto del alfabeto? ¿Un premio
nacional, una fundación con su nombre, un Nobel?
Qué formas tan raras de felicidad. Pensar una cosa
y decir otra para conseguir un pequeño ascenso
en el escalafón de los cojos. Eso era, muchachos,
la poesía, aprendedlo de una vez: el objetivo
no es aprender a vivir mejor, es conseguir la llave
de oro de la Fundación Con Mi Nombre en Mi Pueblo.
Y en posdata os paso la nueva definición de "Respeto":
La Mierda, La Mentira y el Censor tienen derecho a serlo.

(Inédito)
Elena Medel

PIEDRA, PAPEL, TIJERA

Cualquiera puede hacerlo. Es un juego sencillo, como el del escondite,
aunque en este poema todo ocurre con los ojos abiertos. La metodología:
uno, dos, tres. Esconded vuestras manos
el uno frente al otro. Si eliges el papel, envolverás
la piedra; si eliges la tijera, podrás cortar al otro.
La piedra, por su parte, romperá la tijera —esto no pasa nunca: a todos les parece
demasiado evidente—. Si coincidís, el juego se reanudará. Ganar o perder
es otro asunto. Puede hacerlo cualquiera.

(Inédito)

Andrés Navarro

[Algo que signifique]

Y aunque parece claro no es tan sencillo
concentrarse. Casi todo remite a una idea
anterior, como al tomarse el pulso.
¿Qué pasaría si mirásemos simplemente algo
no como rastreadores de símbolos sino
con los ojos? Cantos de violín, antiguos
vecindarios, esas cosas que sólo resultan tiernas
cuando dejan de resultar familiares…

Iniciativas firmes, promociones, todo puede esperar
salvo la falsedad o la verdad completas, pues es
su acción
lo que nos vuelve innecesarios. Creer que la virtud
consiste en encontrar un modelo común
desgranado en ideas, años después, por personas
que apenas nos conocen
puede ser lo bastante emotivo si al hilo del discurso
se enhebra cierta aguja de posibilidades, la muda
chispa afectiva, el olor del verano, las moscas…

Escucha, lo más callado habla.

(Inédito)

Mariano Peyrou

EL DISCURSO PASIONAL
La luna obligatoria, prohibido
el reflejo, prohibida
la luz del mediodía.
Obligatorio el musgo,
obligatorios el paso y el abismo.
El cielo obligatorio y el infierno
opcional. Lo contingente
prohibido, la paciencia prohibida
y la contabilidad. ¿Lo provisorio? Depende,
pero nunca opcional. Obligatorio
el velo, obligatorio despojarse del velo,
la llave obligatoria o prohibida.
Los fundamentos prohibidos, vuelo integral,
tensión obligatoria. Opcional el recurso a lo
biológico, opcional el empleo de tristezas,
opcional el de la analogía y otros síntomas.
La gota prohibida,
obligatorio el mar.
La herida obligatoria y la sangre
tampoco, circulación total y sin embargo prohibido
mencionar la mitral o la tricúspide.
Prohibida la ley, prohibido
redactar el contrato vigente, prohibidos los ojos
en sus órbitas y en órbitas extrañas.

El discurso opcional obligatorio.

(de La sal, Pre-Textos)