27 agosto 2011

Montaje del narrador


La del montador es una labor que tan sólo los verdaderos entendidos en narrativa cinematográfica han sabido valorar en su justa medida. La mayoría cree que su trabajo se limita a seguir las instrucciones del director –o del productor en el caso de las grandes superproducciones- y desconocen la importancia determinante que tienen para el acabado final de un film. Curiosamente, estos dos libros de Maximiliano Barrientos hablan de la excepcional labor como montador de narraciones que exhibe el autor y, secundariamente, de la habilidad del editor a la hora de editar –no es casual que en inglés el montaje se llame editing- los materiales del autor.
Barrientos había publicado dos libros en Bolivia cuando Julián Rodríguez se interesó por su obra para editarla en Periférica. Dos años después, tras una redistribución de los textos incluidos en los libros bolivianos y un profundo trabajo de reescritura de Barrientos y edición de Rodríguez, han cobrado forma definitiva la novela Hoteles y el libro de relatos Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer. La comparación con los libros originales, tanto Los daños como Hoteles, evidencia que los textos han ganado en solidez y pegada. La novela brilla mucho más en solitario, sin la compañía de otras narraciones, y los cuentos se han pulido para hacer más patentes los aciertos que apuntaban en esas primeras ediciones. Todo este proceso demuestra que la destilación inteligente y el trabajo bien encaminado sirve para resaltar las virtudes latentes en unos buenos textos.
Virtudes que son palpables para el lector más clásico como pueda ser la capacidad de reflejar los conflictos sentimentales de unos personajes dibujados con maestría inusual. Porque, como los grandes cuentistas que han marcado la historia del género, Barrientos se vale de unas pocas páginas para entregar toda la intensidad vital de sus personajes, que se quedan impregnados en la memoria del lector.
El lector más arriesgado encontrará quizás más interesante lo que tiene de novedoso el tratamiento que se da en los cuentos a la herencia de la narrativa cinematográfica. No como una mera cita, porque es obvio que el cine ha supuesto un punto de inflexión en la narración literaria y muchos autores jóvenes dejan traslucir una formación más audiovisual que letrada, y muchos caen en el recurso fácil de explicitar referentes y terminología cinematográfica sin función narrativa alguna a la hora de vestir de modernidad sus narraciones. Barrientos opera de modo mucho más inteligente. En sus narraciones uno puede apreciar el cuidado labor de un montador de alto nivel, que puede al mismo tiempo fusionar imágenes y momentos a través de las palabras, o bien trasladar el curioso efecto de los testimonios y la voz en off de un narrador en un documental que trata de encontrar en la experiencia de los protagonistas la razón de vida de un realizador que no sabe qué hacer con los recursos que ha grabado.
Hoteles, la novela, narra precisamente eso, traspone al papel la grabación y montaje de un documental sobre una huida, un viaje sin sentido de dos personajes que sólo buscan ocultarse, que sirve a un director para tomar conciencia del vacío de su propia vida. Los relatos reunidos en Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer exhiben un abanico de procesos narrativos más variado, pero en todos el narrador aparece como ese observador que se mueve entre la condición del montador o del testigo, aunque quizás se trate de la misma, ya que un montador se ve obligado, fatalmente, a tomar partido en la narración al descartar unos materiales o potenciar otros, para poder vertebrar la historia.
La narrativa de Maximiliano Barrientos luce, pues, como un modo de contar esplendorosamente moderno porque, con enorme acierto, ha asimilado la fuerza y rotundidad de la narración clásica, eterna y siempre moderna.
Maximiliano Barrientos Hoteles Periférica, Cáceres, 2011
Maximiliano Barrientos Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer Periférica, Cáceres, 2011
Texto publicado el día 23 de julio de 2011 en suplemento ABC Cultura