En los seis meses que tiene esta bitácora de vida han pasado pocas cosas que fueran más allá de la anécdota. Entre ellas estuvieron las reacciones que despertó mi comentario a tres libros de relatos de autores jóvenes. Uno de ellos era Ricardo Menéndez Salmón. Los asiduos –que son pocos- del blog recordarán la lamentable intervención que realizó un lector cuestionando mi capacidad de juicio sobre una obra literaria. Por supuesto, de un modo coherente con su incapacidad para juzgar los actos de los demás –y con su lamentable uso de la prosa que ha demostrado en sus colaboraciones con otro blog de críticas de libros diarios, como ya le han hecho notar varios lectores de la misma- dichos comentarios los hizo de un modo encubierto, bajo seudónimo, y hubo que exigirle que, ya que se columpiaba de ese modo, al menos tuviera el coraje de hacerlo dando la cara. Eso fue, recapitulado, lo que se puede leer en los archivos de esta bitácora.
Algunos de mis amigos me comentaron de modo privado el rifi-rafe y uno en particular me informó de la excelencia de un relato, llamado “Gritar” con el que Menéndez Salmón se había hecho con el Premio José Nogales por la cabezonería de dicho amigo. Me comentó por encima el asunto del texto y no puede evitar quedarme con ganas de leerlo, sobre todo porque ni temática ni estilísticamente parecía tener nada que ver con los que tan poco me habían gustado del libro que comenté.
Lo más sorprendente para mí fue el correo electrónico que, de modo privado, me dirigió el autor del libro a los cuatro días de esta conversación que he referido. Mucho más mesurado, bastante mejor escrito que la intervención de su estólido fan, me indicaba los puntos de mis comentarios con los que no estaba de acuerdo. Tras el intercambio de un par de correctísimos correos, en los que, en honor del propio Menéndez Salmón diré que demostró tener un arte importante para manejar el toro que tenía entre manos y salir airoso de la plaza, se comprometió a mandarme un ejemplar de la edición no venal que se hace el relato ganador en el certamen comentado.
De este modo, al mes o así del comentario en la bitácora de su libro Los caballos azules, apareció en mi buzón un ejemplar de “Gritar” dedicado por el propio autor con un escueto: “Para Antonio, desapasionadamente".
Por supuesto, lo leí al instante y me pareció un muy buen cuento. Me gusta mucho por que subvierte la dinámica habitual de los relatos –y de la vida- en la que se pasa de la normalidad a lo delirante. En este caso el cuento se inicia en un contexto marcadamente extraño y termina por desembocar en la más gris normalidad. Además de una narración que investiga los mecanismos y estructuras tradicionales del cuento, me gustó porque pervierte en cierto modo la dinámica propia de una pareja, ya que comienzan por los gritos para desembocar en el amor, y disecciones de un modo irónico las relaciones de pareja.
Tampoco voy a extenderme demasiado porque, si el propio Menéndez Salmón tiene a bien permitírmelo –y remitirme el documento de Word, qué demonios- intentaré colgar el cuento aquí para que todo lector que ande por estos lares pueda disfrutarlo. Bien lo merece.
Aunque, lo que más me ha sorprendido –o me sorprendió cuando lo leí, y ahora de nuevo cuando he vuelto a leerlo para hacer esta entrada, que he postergado no por pereza, sino porque me parecía que había que dejar correr un poco el agua- es lo diferente que es a los que incluyó el propio autor en su libro. Donde los otros resultaban pretenciosos este es ambicioso, donde los otros eran rimbombantes, algo redichos, este es seco y directo como la hoja de un bisturí. Cualquier lector atento sabrá ya que me alegro mucho de la evolución que parece estar experimentando su autor.
Algunas cosas ha habido, en estos seis meses, que me hayan hecho alegrarme de ponerme manos a la obra con este invento. Toda esta historia de Menéndez Salmón –no sé si me puedo tomar la licencia todavía de llamarlo Ricardo a secas-, y sobre todo el cómo se ha resuelto, es de lo mejor. Y sobre todo el poder decir que espero un futuro libro “apasionadamente”.