A mí me gusta mucho hojar los periódicos mientras me tomo un café. Hay gente que prefiere la charla, y otros el quedarse tranquilos sin hacer nada más que beberse su café. Muchos se dedican a fumar un cigarrillo ya que un bar es de los pocos lugares donde hoy todavía dejan hacerlo -por cierto, he descubierto la profesión idónea para un fumador: barrendero-, pero a mí me gusta ir picoteando de los titulares en busca de alguna noticia que, bien por su importancia, bien porque me ataña especialmente, o, las más de las veces, porque me parece curiosa o divertida, merezca ser leída al completo.
Uno de los planes que me parecen más interesantes para una tarde de sábado o domingo es una cafetería enorme -si uno va a ocupar toda una mesa con los periódicos mientras caen un par de cafés y una porción de tarta lo mejor es que el sitio sea grande-, los periódicos del fin de semana con su pléyade de suplementos y todo el tiempo del mundo.
Pues bien, todo esto viene a cuento de que hoy me he fijado en que un periódico practica en una de sus secciones una tipografía un tanto delirante. Me ha extrañado, la verdad, porque para ese tipo de cuestiones hay que reconocer que los dueños de los periódicos han tenido un poco de conocimiento, y han encargado el diseño de la publicación a profesionales -algo que no suele suceder en el ramo de las revistas, donde se contrata a diseñadores gráficos más preocupados por epatar al lector que por diseñar un buen producto.
Se trata de El Mundo. Casi todo el periódico es muy correcto -tipográficamente hablando- hasta que llegamos a la sección editorial. Ya saben, esos artículos en los que se da fe de la opinión y postura del periódico respecto a los más diversos temas de actualidad.
Hoy me he fijado en que los titulares de esos artículo van con todas las palabras en mayúsculas, para ser concretos en versales. Esto es, todas y cada una de las palabras del titular comienzan con una letra mayúscula, amén de que el resto vaya en versales, claro. Esto es algo muy propio de los títulos de obras anglosajonas. Como con los ejemplos nos aclaramos todos, digamos que, en la cultura española se titula así, poco más o menos: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. O sea, tan sólo llevan mayúscula el inicio del título y los nombre propios que vayan incluidos en él. Otro ejemplo: El guardián entre el centeno. En el mundo anglosajón se coloca mayúscula a todas las palabras del título, así, ellos escribirían: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, o, como es el caso, The Catcher in the Rye.
Pues bien, en El Mundo del Siglo Veintiuno -nombre completo del rotativo- van más allá y ponen mayúsculas a todo en los editoriales del periódico.
No voy a ponerme a averiguar quién los escribe -aunque tengo las sospecha de quién los dicta, porque para escribirlas no creo que tenga tiempo entre tanta tertulia radiofónica y televisiva, ejercer un poco de director de periódico, hablar con sus abogados para mantener su piscina ilegal y echarle un vistazo a los catálogos de ropa interior femenina-, pero me parece un poco megalómano considerar que todas y cada una de las palabras que salen de su boca merecen ir en mayúsculas.
Sobre todo teniendo en cuenta las sandeces que son en la mayoría de las ocasiones.