09 enero 2006

Los imprevistos

Una de las cosas más horribles que te puede pasar es que estés pensando mucho tiempo en algo importante y, al final, salga todo mal. Es una sensación que todos hemos tenido y que ha debido sorprender a mucha gente cuando más ilusionada estaba.
Pasa mucho a la hora de poner nombre a un proyecto. Los padres dudan mucho el nombre del niño, y buena parte de los nueve meses se van en decidir el nombre del vástago. Ya saben, si es niño: Pepe, como su abuelo; si es niña: Amalia, como su abuela. Querrás decir como mi suegra. No pienso tener dos Amalias en mi vida, bastante es con una, la niña se llamará Luisa, como mi madre. ¿Tu madre es mejor que la mía? No sólo mejor, sino que es menos cotilla y entrometida. Claro, ése es el problema, como mi madre se preocupa de nosotros, le iría mejor estando ahí, todo el día liada con jovencitos como la tuya. Oye, con mi madre...
Pero hay otros casos en los que el nombre dice mucho del "padre". Está la historia, por ejemplo, del cine Picasso, que ya no existe. El buen hombre que montó el cine debía de estar algo pez en el séptimo arte, porque parece ser que vio que un colega montaba unos cines y les llamaba Renoir. No se lo pensó más, se dijo: Pues yo también voy a ponerle nombre de pintor, y qué mejor pintor en España que Picasso. Lo que este buen hombre no debía saber es que los cines Renoir se llaman así por Jean Renoir, el director de cine, hijo del pintor Auguste que tanto conocía el dueño del cine Picasso.
O los hoteles High Tech. Parece ser que esta empresa, española -no se dejen engañar por el nombre inglés-, ha decidido, desde su fundación en 2001 trufar la geografía española de preciosos, y modernos -teniendo en cuenta el nombre supongo que es lo que venden fundamentalmente-, hoteles. Uno de los primeros lo hicieron al lado de mi antiguo barrio, junto al aeropuerto. Vaya por delante que, como respetuoso ciudadano español le deseo lo mejor a esta empresa en su trayectoria, hacen falta emprendedores como estos para aupar a España.
Pues bien, una de las línas empresariales de esta empresa son los hoteles Petit Palace. Así, como lo oyen, eso demuestra vocación internacional: Hoteles -español- Petit -francés- Palace -inglés-. Todo junto ahí, en el mismo nombre. Yo supongo que esto se deberá a que el hotel Palace ha sido desde siempre, en Madrid y en muchas otras ciudades, una referencia, y ellos han decidido hacer pequeños palacetes a disposición del viajero. Ahora, eso sí, podrían haber pedido que alguien les asesorara con esto del idioma. Espero que los recepcionistas estén más puestos que los jefes. Y es una pena, porque siendo justos el concepto de la empresa es bueno, pero se les ha ido la mano con el nombre.
En fin, estos y otros son los imprevistos que le surgen a uno cuando no elige bien. Por ejemplo, el nombre, la vida está llena de estas sorpresas.