23 enero 2006

La matanza


Por estas fechas están en muchos pueblos de España afilando el cuchillo de matar y despidiéndose de los cerdos que se van a ir al otro mundo para entregarnos un sin fin de manjares y días de placer gastronómico. Es uno de los ritos más antiguos y maravillosos de nuestra cultura, y creo que es un placer ver una matanza limpia, en la que se respeta al animal, y en la que se siguen las directrices tradicionales. Todo aquel que no haya visto una no sabe lo que se pierde.
Pues bien, se conoce que no son los matarifes los únicos que por estas fechas se aprestan a aprovechar todo lo que se pueda aprovechar sin desperdiciar nada. Como la gente de la SGAE. No contentos con el dinero que ingresan abusivamente de la venta de videocassetes, cassettes de audio, cd y demás, quieren ahora que haya un porcentaje de los ordenadores, aparatos electrónicos de almacenaje, vamos prácticamente de cada cosa que se venda, que vaya a parar a sus manos.
Incluso quieren que los bares paguen por poner música del mismo modo que pagan por tener una televisión y demás.
Todo esto estaría muy bien de no ser porque a lo mejor yo tengo un ordenador para trabajar y no lo uso para hacer descargas de internet. Y los CD que compro los uso para llevar mis archivos a otros aparatos. ¿Por qué debería yo pagar por eso? La ley reconoce el derecho a la copia privada. ¿Por qué debo pagar por ejercer un derecho?
Todo esto me cabrea aún más si tenemos en cuenta que en un país occidental, de cultura de libre mercado y en el que se fomenta la competencia, hay tan sólo una entidad a la que el estado paga estas cantidades recaudadas. Una entidad que, dirigida por músicos, sólo vela por los derechos de los mismos, dejando muy abandonados a los autores literarios o audiovisuales. Tan dejados de la mano estaban los trabajadores del cine y la televisión españoles que montaron una sociedad, DAMA, a la que el estado no apoya, y obliga a autores a poner un juicio a la SGAE para que estos dejen de realizar el cobro de sus derechos para poder hacerlo con la sociedad que ellos deseen.
Pero, ¿para qué sirve el dinero que pagamos todos los españoles? Pues para que el señor Tedy Bautista haga viajes suntuosos y viva como Dios con un sueldo bastante hinchado -porque de su faceta como músico no queda ni el recuerdo y además tenemos que creernos que el sueldo es justo pero no sabemos a cuánto asciende-, para que se les adelante a todo "artista" un dinero que puede ser que no genere nunca sin ningún tipo de interés -mientras que cualquier otro currito suda tinta para tener un vulgar crédito personal- y una promoción exclusiva de su obra.
Resumiendo, mientras del cerdo se aprovecha hasta los andares, de la sociedad se aprovecha, también, todo.