13 enero 2006

Mirando al norte

La Estrella polar no es una, sino tres. La sorpresa ha sido mayúscula. Hasta hacía nada se sabía que eran dos, pero ahora resulta que es un sistema de tres estrellas. Parece ser que este sistema de estrellas, que gira entorno de la que ahora se denomina Polaris Am es conocido desde hace mucho tiempo. Por eso a la estrella satélite que conocemos desde siempre se le llama Polaris B. La sorpresa ha venido al descubrir que ese enorme y luminoso núcleo son, en realidad,dos estrellas. Se suponía la existencia de esa segunda estrella por el tirón gravitacional que ejercía sobre la importante, pero hasta hoy, y a través del Hubble -que gracias a que se ha retirado la financiación de su mantenimiento se convertirá en chatarra espacial de aquí a un par de años- hemos podido verla por primera vez. Ahora ya tenemos una Polaris A y una Polaris Ab, que es como ahora se llaman.

Más que la noticia, que creo que es importantísima para entender como es nuestra Estrella Polar -cada planeta tiene la suya-, me ha llamado la atención saber que la naturaleza -llámela Dios si es usted creyente o Demiurgo si es platónico- ha sabido crear esa estrella que nos sirve para guiarnos como un conjunto. Lejos de que sea una estrella solitaria es un grupo de tres que conviven juntas y en armonía.
Resulta tranquilizador saber que no están solas.