28 agosto 2007

Carta a Miguel Ángel Muñoz

En su blog, El síndrome Chéjov, Miguel Ángel Muñoz ha publicado una reflexión en torno a las dificultades del autor español de encontrar una editorial que confíe en su obra. He contestado allí mismo sobre las ideas que su texto me ha suscitado. Pero me ha paracido oportuno copiar quí dichos comentarios:

Amigo Muñoz, no entiendo eso del “best seller de calidad”. La verdad es que me parece una etiqueta creada por el departamento de ventas de algún gran grupo. ¿Qué diferencia a un libro escrito y publicado para vender mucho de calidad de uno que no la tenga? Nadie podría definirlo, y eso demuestra que tal diferencia no existe. Querer vender libros –y por tanto poder ganar dinero con el trabajo realizado- es algo muy lícito y respetable. Faulkner se vio obligado a escribir un libro que vendiese –así se lo exigió su editor después de los fracasos comerciales de Sartoris, El ruido y la furia y Mientras agonizo- y de sus manos salió Santuario. Y lo consiguió. Antonio Gala, muchos años después, se dio cuenta de que escribiendo novelas redichas se podía vivir mucho mejor que como dramaturgo solvente. Y aceptó escribir una novela para ganar el premio Planeta. El manuscrito carmesí, La pasión turca, etc. han sido los frutos de esa labor. Ambos autores decidieron, en un momento dado, escribir para vender. Pero la diferencia entre los libros de ambos está ahí, para cualquiera que los quiera leer.
No hay nada malo en querer vender, amigo Muñoz. Incluso los editores, esos malvados tipejos que editan libros con la esperanza de que vendan. ¿Crees que el que edita la Fenomenología de Hegel no pretende venderla? ¿Por qué la edita entonces?
Yo entiendo que, como escritor español que eres –condición que comparto, con la desventaja de que yo no tengo libro alguno editado- tengas una frustración generada por el desinterés de las editoriales, grandes o pequeñas, por los autores patrios desconocidos o inéditos. Y comparto totalmente tu apreciación sobre esas editoriales que son, estrictamente, pequeñas, pero que no tienen una voluntad “independiente”, y que en realidad son reflejos minimizados de las grandes. Incluso añadiría alguna que otra más, que no has colocado en la lista porque sí publican a autores españoles, aunque estén dentro del mismo saco en lo que se refiere a que son editoriales pequeñas, pero no independientes, como Páginas de Espuma.
Ahora bien. No creo que todos los indicadores que van desgranando sean, realmente, eficaces. Por ejemplo, lo de escribir para vender es indiferente. Lo importante es la calidad de la obra y punto. ¿Son peores las novelas de García Márquez por que vendan? ¿Es peor una de Vargas Llosa por vender? Yo creo que convendrás conmigo en que no es así. Se es bueno o malo por fatalidad y punto.
Siempre estamos tirando piedras contra las grandes editoriales, pero la realidad es que si hacemos un balance estadístico vemos que editan más o menos igual de bien, o mal, que las pequeñas. En la encuesta que trazaste a lo largo de este año creo que resultaron ganadores libros editados por Anagrama –ellos ya se han hecho eco de ello en su página web y en sus boletines promocionales- y la realidad es que, si comparamos los libros de cuentos editados por Anagrama y Páginas de espuma en los últimos cinco años, sale ganando la editorial de Herralde. Mejores libros, de mayor calidad. Las dos editoriales que se han autonombrado como portavoces del cuento en castellano: Páginas de Espuma y Menoscuarto –editorial que, por cierto, tiene una página web que no se puede ver con el Firefox-, no han editado un solo libro que haya pasado al canon del cuento. Tan sólo los cuentos completos de ciertos autores –y eso es jugar sobre seguro- merecen ese lugar de entre lo que puede encontrarse en su catálogo. Y, en cambio, existiendo ambas editoriales, se han colado buenos libros de cuentos en los catálogos de Anagrama, Salamandra y Tusquets. Y, precisamente, no creo que sea yo sospechoso de connivencia con estas tres editoriales, pero negar la mayor es absurdo. Los autores más interesantes que han aparecido recientemente lo han hecho dentro de editoriales que pertenecen a grandes grupos: Isaac Rosa, Mercedes Cebrián y Julián Rodríguez.
Mi apuesta, amigo Muñoz, es ignorar todo eso. Seguir luchando contra el mercado, cuando lo que nos interesa es el arte, es absurdo. A mí me da bastante igual qué editorial publica tal o cual libro. Me importa el libro y punto. Yo creo que en el momento en que hagamos eso comenzarán a cambiar las cosas. Yo no desprecio los libros de Dan Brown porque se vendan mucho, sino porque basta leer una página para ver que con despreciables. A la experiencia me remito, y no a las referencias.
Comprendo tu cabreo, tu malestar. Pero me parece que se construye sobre un concepto equivocado.

Iba a colgar una fotografía de Miguel Ángel, pero cuando busco en Google me sale todo el rato un chaval muy mono que, por lo visto, es actor. Lo siento.