15 diciembre 2005

El reconocimiento




Me acaban de llamar unos amigos que han tenido la suerte de ver su trabajo reconocido. No es muy frecuente y ya sólo por ello sería motivo de celebración. Imaginarlo: Un amigo os llama y os dice, Antonio, mi jefe ha entrado en nuestra habitación, donde estamos todos los de contabilidad, y me ha dicho que mis balances son muy buenos, que conmigo las cuentas son más claras y que soy muy eficiente. Inimaginable.
Los premios que se otorgan en las disciplinas artísticas hacen un poco esa labor. A mis amigos les han nominado por un cortometraje, el primero que hacen, que se llama Bota de oro, al premio al mejor cortometraje de los Goya de este año. Ya se han llevado varios premios dentro del circuito de certámenes, pero este es como lo más. Y están que no se lo creen. Y por eso nos vamos a ir a celebrarlo esta noche.
Esta anotación la hago porque me alegro mucho de que mis amigos, que se lo merecen, vean reconocida su labor. Pero, sobre todo, porque me parece que la historia que cuentan en importante, y porque lo han hecho de una forma sincera. Hablan de la amistad, por encima de todo condicionante, y lo hacen sin trucos, con una historia clara, sencilla, directa. Y eso es lo más extraño de todo, porque a la gente le tiran más los efectos, las historias barrocas, pero la de ellos es muy clara, la puede entender cualquiera, y está hecha con el barro de la tierra, con la materia que pueden usar todos. Desde que lo hicieron les he dicho que es un corto que, a cualquiera que le guste contar historias, le gustaría, porque es una carta de póker abierto, donde se ven todas las cartas, y donde uno gana porque ha sabido aprovechar las manos en las que llevaba algo.
Es un gran corto, espero que se lleve algo en esa gala de los Goya, pero, sobre todo, espero que todo el que pueda lo vea para disfrutarlo.