03 febrero 2006

Amarás a Dios sobre todas las cosas

La Iglesia sigue siendo una institución fundamental en la Tierra. Por si alguien todavía lo dudaba, el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, del que no se ha conocido declaración alguna sobre la nuevas leyes de civismo de la ciudad condal que marginan aún más a los mendigos -por ejemplo-, se ha encargado de demostrar los asuntos que preocupan a los altos cargos eclesiásticos. El reverendísimo -sí, lo reconozco, he tenido que buscar el tratamiento- se ha descolgado con unas declaraciones sobre la expulsión de Ronaldinho por tarjeta roja en la eliminatoria de la Copa del Rey que apartó a los culés de la competición. No es broma, ha considerado que es una sanción excesivamente rigurosa. Vamos, que él no lo habría expulsado del Paraíso, como hizo el vengativo Dios del Antiguo Testamento con Lucifer. Ronaldinho es mejor que el mismo diablo.
Aún temiendo caer en el populismo más zafio, me gustaría saber qué opina el señor Sistach de cosas que deberían preocuparle más. Como, por ejemplo, que en Rusia se destine menos de un céntimo diario al mantenimiento de cada niño alojado en un orfanato. Menos de un céntimo. Por muy barata que estuviese la vida en Rusia, que no lo está, no creo que dé para mucho. Imaginen tener que vestirse y comer con treinta céntimos al mes.
Pero, claro, estas cosas no le deben preocupar mucho al reverendísimo. El arzobispo tiene bastante con hacer sus declaraciones en la televisión catalana cuestionando a Jiménez Losantos -despídanlo, hombre, si son ustedes sus jefes- para mantenerse en la cresta de la ola mediática. Tampoco son tan importantes esos niños. Además, son hijos de Dios, pero menos, porque son herejes, ortodoxos e hijos del comunismo, mientras que Ronaldinho está bien visto a los ojos de Dios.