03 marzo 2006

Entre dos siglos

Hay veces que la mejor manera de alegrarse el día no es ponerse un disco de Les Luthiers, o los capítulos grabados de los Simpson, ni ningún otro de los mil recursos que guarda uno como oro en paño para los días grises. No, a veces es suficiente con bajarse a tomar un café al bar de la esquina y hojear un poco el periódico para encontrarse con perlas como esta que ha escrito Virginia Collera, así lo suponemos porque es la que firma el artículo, o un jefe de sección cachondo:
El Ministerio de Cultura crea una comisión para situar a Ayala en su siglo.
Pero si uno lee el artículo, que para mayor comodidad del internauta copio aquí -y porque es de pago en el periódico y si no muchos no podrás hacerlo-, la sorpresa irá en aumento, porque es un verdadero diamante para un profesor de pragmática:
El escritor en su siglo
es el título de un ensayo de Francisco Ayala, y también el lema de su centenario, que arrancará el día 16, fecha del nacimiento en 1906. El Ministerio de Cultura presentó ayer la comisión nacional, integrada por representantes de instituciones culturales, públicas y privadas, y por numerosos escritores y académicos, que impulsará y canalizará los actos del homenaje. "Es voluntad de Ayala que los actos no se centren en los libros o su vida, sino en la memoria general de la cultura española", aseguró Luis García Montero, comisario del centenario. La efeméride permitirá asomarse a la obra y a la personalidad de Ayala, pero también analizar su presencia en la España actual, según Víctor García de la Concha, director de la Academia y miembro de la comisión. Las conferencias, jornadas, congresos y ciclos que trufan el programa pretenden abarcar todos los vértices de una personalidad plural: literatura, periodismo, sociología, cine, música...
El escritor reconocía ayer en la Biblioteca Nacional, en Madrid, que esta celebración le ha traído "un cambio de perspectiva vital". "He sido una persona dura pero ahora esta bondad cae sobre mí y me ablanda. Esta mañana he descubierto que ya no soy quien era", afirmó. No le incomoda este empeño por "situarlo en su siglo", pues él mismo se aferra a él: "Yo soy un hombre sin futuro, sólo miro hacia el pasado y desde el pasado".
Aparte de ese nacimiento sin poseedor, que hace pensar en un belén navideño, uno se sorprende de ver que el propio Ayala está a gusto metido en esta labor titánica de situar a un hombre en su siglo. Que una persona de cien años se vea más del siglo en el que ha pasado noventa y cuatro de esos años es, hasta cierto punto, normal, pero el empeño institucional -o de la redactora de la noticia, vaya usted a saber- resulta humorístico. Sobre todo porque el siglo XX ha resultado uno de los más dúctiles de la Historia -perdón por la mayúscula, pero es necesaria en este caso- ya que en vez de tener cien años como todos, los historiadores han querido manipularlo a su gusto, y así en el caso de los españoles este siglo pareció comenzar en 1898 con la pérdida de las colonias, mientras que en europa no fue hasta el asesinato del heredero del trono austrohúngaro -homenaje a Berlanga- que comenzó el siglo, por una vez España llegó antes. Aunque tampoco está claro el final, y no lo digo por el tinglado que se montó con lo del cambio del milenio, que si era en el 2000 o el 2001, como si eso fuera importante, sino porque para muchos el final del siglo sucedió el nueve de noviembre de 1989, que se desmoronó junto al muro de Berlín. Lo dicho, un siglo muy manejable, de licra, que se ajusta a lo que cada uno necesite.
Como en el caso de Ayala y los que van a homenajearle, que estiran el siglo pasado tanto años como haga falta para que el buen hombre tenga la tranquilidad de haber vivido tan sólo en una centuria, y eso a pesar de haber vivido más de cien años -esperemos que esta broma no sea ceniza y el hombre cumpla muchos más.
Yo recuerdo de cuando era pequeño una genial serie de animación -por entonces los llámabamos dibujos animados- llamada Érase una vez el hombre en la que a muchos nos incularon el amor por la Historia -perdón, otra vez, por lo mayúsculo- y que daba por nombre al capítulo dedicado a la civilización griega "El siglo de Pericles", no sé porque no toman buena nota García Montero y compañía y se montan un Siglo de Ayala, total, con esto de la aceleración de la historia los siglos se nos pasan casi sin darnos cuenta.